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Manuel Vicente: la carrera que no terminó, su paso por España y lo que se viene en la cuarta temporada de El encargado

Estudió historia, pero su deseo, desde muy chico, era ser actor. Mientras trabajaba como empleado, hizo talleres y seminarios de teatro hasta que se animó a probar cómo era vivir de su oficio. D...

Manuel Vicente: la carrera que no terminó, su paso por España y lo que se viene en la cuarta temporada de El encargado

Estudió historia, pero su deseo, desde muy chico, era ser actor. Mientras trabajaba como empleado, hizo talleres y seminarios de teatro hasta que se animó a probar cómo era vivir de su oficio. D...

Estudió historia, pero su deseo, desde muy chico, era ser actor. Mientras trabajaba como empleado, hizo talleres y seminarios de teatro hasta que se animó a probar cómo era vivir de su oficio. Desde entonces, Manuel Vicente no para de trabajar. Acaba de estrena El portal, de Mariano Argento, y pronto estará también en la cuarta temporada de El encargado, donde interpreta a Gómez, el rival de Eliseo (Guillermo Francella). En diálogo con LA NACION, Vicente habla de sus inicios, cuenta con quién le hubiera gustado trabajar y comparte anécdotas sobre sus 40 años en escena.

-¿Cómo fue la experiencia de filmar El portal, que es una metáfora de la actualidad y del comportamiento de nuestra sociedad?

-Muy buena. Es una película de género, de terror, que ronda situaciones extremas relacionadas con la moral humana, y plantea dilemas. Es muy interesante. Muchas veces nos preguntamos si los fantasmas existen o no, y en tal caso existen a medida que nosotros los creamos porque son nuestros miedos, nuestros temores, nuestras pesadillas.

¿En qué tiempo transcurre la historia?

-Transcurre en varios tiempos porque cuenta la historia de los habitantes de un edificio, durante un siglo, entonces hay momentos icónicos de nuestra historia. Habla del comportamiento de una sociedad, de los vínculos humanos. Es terror psicológico. El hecho de robar, por ejemplo, ¿es un delito? Si te agarran, sí. ¿Pero si no te agarran? Si pudieses quedarte con algo sin que nadie se entere, ¿lo harías? En general todos decimos que no, pero no siempre es así. Es interesante identificar por qué un ser humano puede llegar, a veces, a determinadas condiciones, a determinados hechos en la vida.

-El director también es actor, ¿habían trabajado juntos?

-Trabajamos juntos en El encargado porque él es uno de los habitantes del edificio, el sindicalista. Dan ganas de acompañarlo porque se cargó la película encima; es un tipo muy activo que escribe, produce, actúa, dirige. Fue una tarea muy grande la que se puso sobre los hombros porque es una película absolutamente independiente.

-Además, tiene el plus de ser el último trabajo de Selva Alemán y Héctor Bidonde, que fallecieron al tiempo de terminar la filmación.

-Es cierto. Y nadie esperaba que fuese esta la última película de los dos. Tiene ese entrañable plus de dos actores tan queridos. No me tocó hacer escenas con ellos en este caso, pero son dos grandes.

-Estás recién llegado de Madrid, donde fuiste con Sansón de las islas, ¿cómo fue la experiencia de hacer teatro en España?

-Hace unos días que volvimos de Madrid, donde hicimos nueve funciones en la primera quincena de octubre, en el Teatro del Canal por un convenio con el Teatro San Martín. Estuvimos nosotros con Sansón de las islas, de Gonzalo de María y dirección de Emiliano Dionisi, con Luciano Castro, y fue una experiencia muy buena. Al mismo tiempo estaba Ricardo III, con Joaquín Furriel. Es interesante lo que ocurre con el teatro argentino en Madrid porque tiene un halo de respeto muy grande. Fue un acontecimiento muy grato, nos ovacionaron aunque Sansón de las islas toca el tema de la Guerra de Malvinas, es una metáfora sobre la condición humana con aspectos hasta divertidos, muy teatrales, y entonces es universal.

-¿Tenés proyectos?

-Hay una temporada más de El encargado, que ya hemos grabado y se estrena el año próximo. Anticipo que va a ser una bomba. El programa es un éxito, pero la nueva temporada es excelente y el público lo va a disfrutar muchísimo.

-¿Por qué creés que la gente se enganchó tanto con esta serie?

-Es una historia muy bien contada porque se quita el cliché del héroe, la formulación de cosas pasatistas, el bueno y el malo... La vida es mucho más compleja y el arte también, y me parece que Mariano Cohn y Gastón Duprat muestran esto en la serie de una manera brillante. Se corren de algunas leyes instaladas y las transgreden de una forma muy creativa. En estas semanas que estuve en España me di cuenta la gran repercusión que tuvo allí la serie también. Andar por la calle en Madrid para mí era casi como en Buenos Aires. Me pareció impactante; ya cuando subí al avión en Ezeiza, la tripulación de la compañía aérea española me recibió en la manga y me decían: “Gómez, hombre, ya vamos a ir a hablar contigo”. Y después venían los pilotos para sacarse una foto conmigo.

-¿Va a haber quinta temporada?

-Rumores hay, pero no sé nada.

“Soy muy agradecido”

-Sos un actor que no ha parado de trabajar y estuviste en decenas de películas, ficciones y obras de teatro. ¿Te costó poder vivir de tu oficio?

-Mucho, pero lo logré. Llevo muchos años trabajando, soy muy agradecido, pero he tenido avatares, idas y vueltas. Sin embargo, no me puedo quejar, sobre todo en la etapa de mayor madurez porque voy recogiendo frutos. Cuando empecé a estudiar teatro también estaba haciendo la carrera de Historia en la universidad, y a la vez tenía un trabajo para poder mantenerme y dormía pocas horas por día y el esfuerzo era mucho. Vivir de la profesión me llevó un tiempo, y a la vez que hacía teatro o filmaba una película, vendía libros.

-¿Terminaste al final la carrera de Historia?

-No, quedó ahí. Desde muy chico quise ser actor, aunque no tenía estímulo directo porque mis padres no tenían nada que ver con el medio. Sin embargo, instintivamente, desde muy pequeño tuve muy claro que yo quería ser actor. Me gustaba ver televisión, admiraba al grupo Gente de teatro, amaba ver la película La tregua, en su primera función. Tenía una vocación muy clara.

-Y con los estudios, ¿cómo te iba?

-Era muy buen estudiante, muy lector, por eso decidí hacer la carrera de Historia. Era la época de la dictadura y no había un buen Conservatorio tampoco, entonces había que estudiar con profesores y me topé con mi gran maestro, Raúl Serrano. Me di cuenta de que me gustaba la historia, pero en realidad lo que quería yo era actuar. Hasta los 28 años trabajé en una oficina y dormía tres horas por día porque era demasiado el teatro, la facultad y el laburo. Trabajaba en una empresa de menaje en Martínez, vivía en Tigre y viajaba a Capital. Tenía la ventaja de hacer trámites en la Aduana y ya me quedaba para las clases con Serrano. Me acuerdo de que en la cola para anotarnos en las clases de Serrano conocí a Gustavo Garzón, los dos soñábamos con ser actores y cumplimos.

Recordados trabajos

-¿Por cuál de todos tus trabajos tenés predilección?

-Hay varios, pero recuerdo especialmente mi debut teatral en Buenos Aires haciendo un espectáculo en el Teatro E Picadero, en la época en que pusieron la bomba durante la dictadura. Hacíamos una versión de Los siete locos de Roberto Arlt que dirigía Rubén Correa, protagonizaba Manuel Callau con un elenco muy grande. Fue icónico, como también haber participado en la versión de Juan Moreira en el año 1984 cuando volvía la democracia y en el Teatro Cervantes. También estuve en la primera obra que Mauricio Kartún hizo como autor y director, La madonnita, y fue inolvidable.

-Y en cine o televisión, ¿qué te gustó hacer?

-Me gustó hacer El ciudadano Ilustre, una película inolvidable que disfruté mucho. Y recuerdo también Vulnerables y Verdad/ Consecuencia, que fue el primer unitario de Polka. Hice además un espectáculo basado en los cuentos de Fontanarrosa con Pablo Brichta, que me permitió recorrer todo el país. Y le tengo especial cariño a El último espectador, que es un monólogo. Hay una anécdota muy linda con Los simuladores: un día me llamó Federico D’Eía para hacer el piloto, que fue el primer capítulo. Me dijo que estaban haciendo un programa a pulmón y que el autor y director era Damián Szifrón, que me conocía. Yo no lo recordaba en ese momento, pero fue quien escribió el libro de un capítulo de Por ese palpitar, que yo había hecho. Me mandaron el libro de Los simuladores y estaba muy bueno; hoy es gracioso pensar que me querían convencer para trabajar con Szifrón (risas).

-¿Con quién te queda trabajar?

-Hay directores con los que todavía tengo pendiente de laburar y nunca me tocó trabajar con Alfredo Alcón; me hubiera encantado. Una vez tuve la suerte de trabajar con Tino Pascali, y para mí fue icónico porque fue recordar mi infancia, La Tuerca, Los Campanelli... Recuerdo que me temblaban las piernitas y él me miraba como diciendo “pero vos que has laburado en este y aquel”.

-Sos de perfil muy bajo, ¿cómo se conforma tu familia?

-Estoy casado desde hace 29 años con Moira, que es psicóloga. Y tenemos un hijo de 28 años, Félix, que es músico y economista.

-¿Y tenés otras actividades?

-Una faceta que me interesa es el entrenamiento de actuación frente a cámaras para actores. Hace años que trabajo con la productora Room 66. Y durante tres años coordiné en Sagai los seminarios de formación de actores frente a cámaras. Viajé por todo el país con el Sindicato de Actores, que auspiciaban seminarios de actuación. Además, dirigí dos obras en el Teatro Cervantes, Chau papá y El partenaire. La tarea docente es otro mundo que me apasiona y el más fijo, diría. Y tiene que ver con lo académico porque demás me gusta escribir, investigar y entrenar actores. Hay actores que tienen mucha experiencia en teatro, pero no en audiovisual; ese cambio puede ser traumático y conmigo entrenan.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/manuel-vicente-la-carrera-que-no-termino-su-paso-por-espana-y-lo-que-se-viene-en-la-cuarta-temporada-nid11112025/

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