Rudy Chernicof, la boda de un famoso que inspiró su gran éxito, el drama que padeció en París y el asado para Vinicius
En un menú para paladares exigentes se puede elegir aquella variedad de sabores fusión que pugnan por una estrella en la Guía Michelin o esos vinos de raza de los más diversos blends que buscan...
En un menú para paladares exigentes se puede elegir aquella variedad de sabores fusión que pugnan por una estrella en la Guía Michelin o esos vinos de raza de los más diversos blends que buscan romper paradigmas.
Rudy Chernicof, quien siempre hizo gala de su ingenio, propone Humor a la carta, algo así como la posibilidad de acceder a una bacanal pantagruélica y exquisita donde el espectador es amo y señor de las degustaciones de la escena. El convite está previsto para este miércoles 19 de noviembre, a las 20 horas, en el Palacio Libertad.
“No me hago el tonto con el paso del tiempo, tengo 81 años y sé que me falta menos, pero debo reconocer que hice mucho más de lo que hubiese pensado que iba a hacer”, sostiene el actor, en un barcito de Parque Centenario, muy próximo a su departamento. De porteño tiene mucho, de tanguero aún más. Sin embargo, Chernicof (cuyo apellido artístico se escribe con una sola letra “f”, a diferencia del “Chernicoff” que figura en su documento), podría decirse que es un “ciudadano del mundo”.
Vivió aquí y allá. Y hace gala de una sociabilidad que lo llevó a establecer vínculo cercano con celebridades de todo tipo y calibre. Una suerte de émulo de Roberto Carlos con un millón de amigos.
Chernicof es un hombre cosmopolita. Si para muestra basta un botón, vale decir que su unipersonal El señor del baño -ya hablaremos sobre ese récord- se dio en doce países.
Aunque nació como Rodolfo Jorge Chernicoff en el porteñísimo barrio de Versalles, ese que, con bajo perfil, linda con el Liniers de Vélez Sarsfield, es hincha de Boca Juniors. Chernicof exhala Buenos Aires más que la calle Florida.
“Mi trabajo fue entre lo muy popular, como el teatro de revista, y la cosa más intelectual, ´stanislavskiana´”, sostiene. Por dónde comenzar a desandar la vida de este “cuentero” -como lo definió el integrante de Les Luthiers, Daniel Rabinovich- mote que le da título al documental que está rodando sobre su vida. ¿Su máxima? “No creo en los milagros, dependo de ellos”.
-¿Qué ofrecerá en Humor a la carta?
-Son 20 opciones a disposición de la gente.
-No es poco.
-Además, estaré frente al piano y cantaré algunos tangos como “Balada para un loco” y “Cambalache” en italiano y “La última curda” en francés.
Su récordSeguirle el tren a este hombre es tarea compleja. Acaso un buen punto de partida sea calentar motores pensando en El señor del baño, ese espectáculo unipersonal que estrenó en 1985 y lleva más de dos mil representaciones.
“Se me ocurrió cuando fui al casamiento de Jorge Cyterszpiler y vi que el señor que atendía el baño del lugar comía y tomaba el mismo champagne que yo. Me dijo algo muy sabio ´en el baño no hay diferencia, somos todos iguales, los embajadores y los crotos´”.
Si el puntapié inicial fue la boda de quien fuera representante de Diego Armando Maradona, una de las cucardas del actor fue haber realizado una función exclusiva en la concentración de la Selección Nacional en Trigoria, cuando se disputaba el Mundial de Fútbol en Italia, en el año 1990. “Además de los jugadores, con Maradona incluido, entre los espectadores estaban Carlos Salvador Bilardo y las esposas del plantel”.
El señor del baño se ofreció en Argentina, Italia, Francia, Uruguay, Paraguay, Chile, México, Colombia, Estados Unidos, Brasil, España e Israel. En Francia, Italia y Brasil, Chernicof lo representó en el idioma original de cada país y, desde ya, con el nombre del espectáculo traducido a la lengua local: Monsieur pipi, Il signore del gabinetto y Sehnor do banheiro, respectivamente.
“Nunca supe hablar italiano, pero, para hacer la obra en Roma me la tuve que aprender por fonética; me bajaba del escenario y no sabía ni pedir la hora. También la hice en el campo y tenía que cortar cada vez que relinchaban los caballos o caía la bosta al piso”.
View this post on InstagramEl 16 de marzo del año próximo realizará una función, en homenaje al recordado director Augusto Boal, en Río de Janeiro, continuando con su afición de llevar su maleta de actor trashumante por el mundo, como cuando protagonizó en París Tío Vania, de Anton Chejov, y El cuidador, el simbólico material de Harold Pinter.
RaícesMultifacético e infatigable, acaba de realizar funciones de Tango lejaim, un espectáculo que, varios años atrás, montó para AMIA y aún sigue representando en diversos espacios del país y el exterior. “Cuento la historia de los judíos en el tango e incluso interpreto temas creados en el gueto, donde se compusieron 35 tangos”.
-¿Cómo llegó el género a ese territorio?
-Desde los prostíbulos de acá lograron penetrar allá.
Además de aquellas piezas originales, Chernicof suele interpretar “Cambalache” en hebreo y “Mano a mano” en idish.
-Su familia, ¿padeció el Holocausto?
-No. Mi padre nació en La Pampa, un gaucho judío, y, mi “vieja” nació en Ucrania, pero, al año, su familia fue expulsada por el comunismo, porque mi abuelo tenía minas de carbón y estaba en muy buena posición. Viajaron seis años hasta que recalaron en la Argentina. Por eso, lo que sucede hoy en Ucrania me toca muy fuerte, porque, el primer pueblo que atacó (Vladímir) Putin fue el lugar donde nació mi mamá.
Tres matrimonios y tres hijos que enumera con indisimulable orgullo: “Javier, que vive en Alemania y es músico; Mariano se encuentra radicado en Italia y trabaja en el área del diseño industrial; y Solana, que se quedó en nuestro país, está al frente de Gitana Cine. Viajo una o dos veces por año a Europa, ya que tengo dos nietos alemanes y dos italianos y dos nueras de esas nacionalidades”.
-¿Tres matrimonios?
-He sido un travieso importante.
-Lo reconoce.
-No solo lo reconozco, me enorgullece.
-¿Esas travesuras son las que costaron los matrimonios?
-No.
View this post on InstagramSu vocación nació a partir de la influencia de su madre “le decíamos ´Nuna´, fue una de las mejores pianistas que tuvo nuestro país; pero también hubo algo innato, era muy chico cuando y, con las manos, generaba sonidos golpeando las mesas”.
Más allá de las inclinaciones por el arte de su familia, lo cierto es que el matrimonio Chernicoff tenía una farmacia muy conocida en el barrio de Versalles y, con los años, fundó otra en Barrio Norte. “Sufrí mucho con esa mudanza, me había criado en las calles de tierra y cambiar de barrio fue duro”.
-Hasta lo saludaban los colectiveros de la Línea 106.
-A los ocho años ya tomaba esa línea hasta Corrientes y Malabia y ahí combinaba con el subte hasta Pasteur, era el camino que hacía para ir a Hebraica.
-¿Por qué lo conocían todos los conductores?
-Porque, seguramente por miedo, viajaba en el estribo de la puerta que estaba pegada al chófer. Hablaba, contaba historias. Pasó la vida y, después de los veintipico, cuando volví a tomar el 106, el colectivero me preguntó “¿sigue tocando el piano tu mamá?”, “¿siempre te peleás con tu hermana?”.
A los diez años, comenzó a asistir a un taller de expresión que incluía clases de cerámica, pintura, títeres y actuación, “pero, sobre todo, jugábamos al fútbol, siempre fui un futbolero empedernido”.
Fanático de Boca Juniors, durante años integró el equipo de los actores con colegas como Carlos Andrés Calvo, Ricardo Darín, Darío Grandinetti, Aldo Barbero, Hugo Arana y Adrián Martel, entre otros. “Siempre digo que, antes que actor, soy exjugador de fútbol”.
En el programa La mitad más uno creó el personaje de Bosterix. Es muy poco frecuente toparse con alguien con semejante producción sobre sus espaldas. Pianista, cantante, actor. Hizo de todo. “No renuncio a nada y no niego nada”. Ni siquiera haber hecho footing con “Dios”.
View this post on InstagramFue profesor titular de la cátedra de Interpretación en el Conservatorio Nacional, “donde también enseñaban (Agustín) Alezzo, (Carlos) Gandolfo, (Augusto) Fernandes”. Lejos de todo prejuicio, mientras desarrollaba esa tarea docente, aceptó el convite para ser parte de un espectáculo en el teatro Maipo. “Mi debut en la revista fue con José Marrone, Alberto Olmedo, Javier Portales y las hermanas (Norma y Mimí) Pons”.
-¿Cómo tomó el mundo académico del Conservatorio su incursión en un género tan popular como la revista?
-Les encantó a todos.
-¿Padeció el prejuicio de cierto entorno intelectual?
-En realidad, le entusiasmaba mucho más a la gente de la revista que yo fuese docente que a la inversa.
-La revista porteña ha sido un género muy valioso, donde emergieron notables artistas y fue un espacio de denuncia, rebeldía y erotismos validados en tiempos de censuras.
-Alfredo Alcón, luego de ver la revista en el Maipo en la que yo trabajaba, pasó a saludarme por el camarín y me dijo “eso que hacés vos, yo no lo puedo hacer”.
-La revista era un género muy dificultoso, desafiante.
-Ahí aprendí a no temerle miedo a nada.
Un millón de amigosSe codeó con las personalidades más diversas. Hay que creerle cuando enumera nombres ilustres que fueron parte de su cotidianeidad. “Daniel Rabinovich fue un hermano de la vida”. El histórico integrante del grupo de humor y música Les Luthiers, le confesaba “si no te conociera y no supiera que las historias que contás son reales, diría que sos un cuentero”.
-Rememore una de esas experiencias de cuentero que no miente.
-Era el actor fetiche del director Augusto Boal, me quería mucho, manteníamos grandes charlas. Recuerdo que, una noche, me encaró con un “hacete un asado para Vinicius”, porque sabía que era buen asador.
-¿Se concretó la propuesta?
-No solo eso, al asado no solo vino Vinicius, sino también Toquinho.
-Nada menos que Augusto Boal, Vinicius y Toquinho juntos en su casa.
-Así fue. Vinicius apareció con una copa de whisky. Me contó que, cuando se levantaba, se bañaba para largar toxinas y, luego, se servía el primer whisky. Así, con un vaso en la mano, continuaba todo el día, cargando whisky como si fuese nafta para el auto. Se quedó cuatro horas en casa y me agradeció la botella de whisky que le regalé. En ese asado también estuvieron Rodolfo Mederos, quien tocó el bandoneón, y Daniel Rabinovich. Cuando Mederos terminó de tocar el fuelle, Vinicius le dijo cuatro veces “filho da puta”.
Cuando habla, sorprende con sus anécdotas y con la familiaridad con la que menciona a figuras icónicas de la cultura del mundo. Seductor de la palabra, también sorprende con algunas reflexiones inesperadas: “Tengo mucho respeto por Cristo”.
-Ampliemos.
-Es un ídolo popular. Tengo un chiste al respecto.
-¿Puedo conocerlo?
-Cinco hombres judíos determinaron, a lo largo de la historia, qué era lo importante para cada época. Moisés dijo “todo es ley”; luego vino Cristo, quien sostuvo “todo es amor”; más tarde surgió Marx, quien proclamó “todo es dinero”; Freud afirmó “todo es sexo”; y, finalmente, el judío Einstein concluyó “todo es relativo”.
-De las celebridades que conoció, ¿quién lo sorprendió?
-Fui muy amigo de Joan Manuel Serrat, comimos asados en mi casa de Buenos Aires, me visitó en Villa Gesell y hasta me dedicó una función en Barcelona.
Años de plomoComo actor transitó la televisión, el teatro y el cine, pero jamás descuidó su faceta de músico. Cuando compuso una canción para su hijo, el tema compitió en el Festival Internacional de la Canción -ese mismo donde se consagró “Balada para un loco” de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer). “Gracias a que los militares escucharon ese tema, me levantaron la prohibición que tenía desde hacía dos años y me permitieron seguir actuando”.
-¿Cuál fue el argumento para prohibirlo?
-Un chiste que hacía contra los militares en mi espectáculo Yo, argentino. En ese show hice debutar a Susú Pecoraro, quien era alumna mía en el Conservatorio. Luego de esa prohibición, a partir de 1978, pude hacer El rafa y Operación ja ja.
-A lo largo de su vida y con tantos éxitos en su haber, ¿cómo se ha manejado con el dinero?
-Gané muy bien, pero nunca fui un actor del establishment.
-¿Qué significa eso?
-Mi hijo, el que vive en Alemania, una vez me dijo: “No tenés colegas, sino compañeros, porque no hay nadie que invente un espectáculo, lo escriba, hable con el productor, lo actúe, arme giras y viaje por el mundo”.
-No es errada esa mirada.
-Siempre me las tuve que rebuscar, tuve épocas de ganar bien y otras, no tanto, pero, como decía mi querido Gogó Andreu, “hambre, nunca pasé”.
-Ha tenido una vida atípica.
-No hace mucho me di cuenta que mi vida fue hermosa, cuando remás no te das cuenta de eso. Siempre me impulsó el hambre de hacer. Soy actor desde hace 61 años y jamás se me ocurrió cambiar de oficio.
-¿Pensó en el retiro?
-Jamás. Además, ahora estoy cosechando la siembra de tantos años.
-¿Cómo vive el paso del tiempo?
-Hago mucha gimnasia, bailo tango. He ido a todas las milongas, Canning, Sin Rumbo, Sueño porteño, El beso. También me gustaba participar en las milongas de París, Roma y Madrid.
-¿Qué lo motivó a hacer todo lo que hizo?
-Me corrió el hambre de hacer y ser querido, andá a saber qué cosa de mi infancia me movió a buscar eso. Mi amigo Víctor Heredia siempre me decía “nos dedicamos a esto para que nos den bola las minas”.
View this post on InstagramLos parroquianos del bar de Parque Centenario lo observan y él se enorgullece, por eso reniega de sus colegas que se calzan los lentes negros para que el público no los identifique.
-Un rasgo histérico...
-Eso es, histeria pura. Un actor dijo “me pongo anteojos negros porque, para verme, la gente tiene que pagar”.
-¿Le interesa lo que hoy ofrece la grilla televisiva?
-Casi nada de lo que veo en la televisión me gusta.
Lejos de establecer competencias, encontró en sus pares a varios referentes de fuste: “Le decía a Pepe Soriano, de quien he sido muy amigo, ´cuando sea grande quiero ser como vos´. Un genio, era comediante, actor dramático, tocaba instrumentos, cantaba”.
-¿Se siente reconocido por el público?
-Caminando con él por la avenida Corrientes, mi hermano Roberto Fontanarrosa me dijo, “hay dos actores que la gente los saluda como si fuesen familiares, Alberto Olmedo y vos”. Recuerdo que me lo comentó luego que una señora se cruzara con nosotros y me gritara “Rudy, qué gordo que está, es la buena vida”. Me hablaba como si fuera mi tía.
Antes de la despedida, reconoce que no siempre la vida en el exterior fue color de rosa: “En París fui muy feliz y muy desdichado. Ensayando El cuidador me caí del escenario y me lastimé la cadera de tal forma que tuve que regresar a Buenos Aires para operarme. Ese momento fue bisagra, estaba anclado en París, como dice el tango, sin guita, a punto de separarme y con la cadera rota”.
-¿Dolieron los divorcios?
-La primera separación me golpeó fuerte. Me había casado para toda la vida, como se acostumbraba en esa época, pero no sucedió. Con los años, uno se va acostumbrando a esos sinsabores.
-¿Está solo?
-Y sin apuro, pero nunca se sabe...
Para agendarHumor a la carta. Miércoles 19 de noviembre a las 20. Palacio Libertad (Sarmiento 151, CABA).