Brasil al Mundial, el mejor regalo de cumpleaños que recibió Ancelotti en su primer encuentro con los “torcedores”
Ganó, cumplió el objetivo y se quitó las múltiples sombras que rodearon el recorrido en las eliminatorias. Brasil resolvió con agilidad un juego que en el análisis asomaba complejo, derrotó ...
Ganó, cumplió el objetivo y se quitó las múltiples sombras que rodearon el recorrido en las eliminatorias. Brasil resolvió con agilidad un juego que en el análisis asomaba complejo, derrotó 1 a 0 a Paraguay y se clasificó para el Mundial 2026, que se disputará en Estados Unidos, México y Canadá. Con dos partidos para el cierre de la aventura, el inicio del ciclo de Carlo Ancelotti resultó de menor a mayor con el empate en el estreno con Ecuador y el éxito frente a los guaraníes, en su presentación frente a los torcedores. Sin estrellas, sin un brillo excesivo, pero con la firmeza de empezar a descubrir un camino renovador, Brasil ya tiene el boleto para romper el hechizo, ese que señala que no levanta la copa desde 2002 a pesar de ser la selección que coleccionó cinco títulos del mundo.
Otro escenario, otra versión. Un puñado de correcciones en la alineación y una actitud que se asimila más a la historia de Brasil. La posición en el campo de juego de Casemiro resultó el termómetro de donde el Scratch deseaba jugar el partido: arriba, en campo rival, empujando al rival contra su área. No modificó el dibujo táctico Ancelotti, respecto al estreno con Ecuador, en Guayaquil: el 4-3-3 es una marca registrada, pero los intérpretes de la partitura en el estadio Neo Química Arena, de Corinthians, expresaron un corte ofensivo. Desparramados en ataque, sin posiciones fijas: apenas Raphinha, que regresaba a la formación después de cumplir con una fecha de suspensión, se mantuvo más tiempo recostado sobre la banda derecha; el resto, Matheus Cunha, Martinelli y Vinicius Jr. intercambiaba lugares con la intención de desacomodar a la defensa de Paraguay, que se agrupaba para amurallar el arco defendido por Roberto Fernández.
Del tránsito cansino en Guayaquil a la explosión en San Pablo. El cambio de oxigeno que generó el arribo de Ancelotti trastocó el sentir del público, que guardó la mirada inquisidora que arrastraba en las eliminatorias para desempolvar el apoyo y el empuje en un partido en el que Brasil tenía la oportunidad de sellar la clasificación para el Mundial. La presión de las jornadas de descontento –en particular tras la sonora goleada de Argentina y los empates frente a Uruguay y Venezuela- dio espacio al contagio para que el espíritu del equipo no decayera, aun cuando no podía desbloquear los caminos.
Brasil no tiene la magia, el jugador estrella de otras épocas. El conductor que con su juego exquisito alumbraba a sus compañeros. Ahora la verdeamarela reparte las funciones y desde las bandas lanza sus mejores destellos: desde la derecha Raphinha se presenta como el ejecutante más destacado; Vinicius Jr. es el encargado de buscar el desequilibrio por el sector izquierdo, aunque frente a Paraguay el futbolista de Real Madrid irrumpió con insistencia por el centro del ataque y dejó la línea para la velocidad de Martinelli. La marca escalonada, el orden táctico de los guaraníes –un registro de las formaciones que prepara el seleccionador argentino Gustavo Alfaro- se interpuso como un muro difícil de derribar. Paraguay achicaba los espacios hacia atrás, juntaba piezas, y el Scratch no tenía luces para plasmar el dominio en la red.
Movilidad, cambio de ritmo, la escalada de los defensores laterales, empujar al rival a cometer errores era la propuesta para ser protagonistas. La fortaleza defensiva de Paraguay, que llegó con un invicto de nueve partidos –cinco victorias y cuatro empates- se resquebrajaba: Cáceres no logró acorralar a Martinelli como lo hizo en Asunción con Vinicius Jr.; Omar Alderete y Junior Alonso no enseñaban la misma prestancia que en septiembre, cuando Alfaro dirigió su primer encuentro y se estrenó con un triunfo 1-0. Los volantes externos Diego Gómez y Miguel Almirón, dos futbolistas que sobresalen para atacar y acompañan en la marca, pero no la sienten, estaban más atentos a defender que a atacar.
Ronaldo, Romario, Adriano, Careca, Luis Fabiano… delanteros centros que resolvían situaciones, ganaban partidos y eran temidos por las defensas rivales. Brasil no tiene un goleador de esas características y la oportunidad de gol que desperdició Matheus Cunha, tras una habilitación de Martinelli, una muestra de esa ausencia: el delantero que la próxima temporada jugará en Manchester United bajó con la cabeza el balón, cuando la jugada pedía martillar al arco.
Explotar un error se convirtió en la ventana para abrir el marcador, encaminar la victoria y redondear la clasificación: Raphinha juntó a tres rivales y cuando la pelota parecía perdida, Alderete intentó dar un pase atrás y habilitó a Matheus Cunha; el atacante de la Premier League cedió a Vinicius Jr, que de atropellada rompió el cerco y marcó el 1-0 cuando el primer tiempo daba sus últimos compases.
El resumen de Brasil-ParaguayLa desventaja no agitó a Paraguay, que mantuvo la postura de equipo conservador. Un robo de pelota en campo rival de Diego Gómez y la habilitación a Antonio Sanabria, la mejor oportunidad de riesgo que generó la Albirroja; el remate del atacante cayó en las manos de Alisson Becker, uno de los cuatro futbolistas que se repitieron de aquel tropiezo en el Defensores del Chaco, junto a Vinicius Jr., Bruno Guimaraes y el capitán Marquinhos. Una acción de pelota detenida –el juego aéreo siempre es una vía que explotan los guaraníes- tampoco resultó el camino para revertir un juego que siempre se presentó incómodo.
Brasil controló el tiempo y el espacio y tuvo un par de oportunidades para aumentar el marcador. Faltó la estocada para darle un mejor marco a la victoria, aunque con el justo triunfo sostuvo el puntaje ideal en el estadio Neo Química Arena –seis victorias, con 18 goles y apenas uno encajado- y logró el premio más ansiado: clasificarse al Mundial y sostenerse como la única selección del planeta fútbol que jugó todas las Copas del Mundo.