Con la nueva ley migratoria, Portugal deja de ser la puerta de entrada a Europa para miles de argentinos
Portugal, el país que durante años funcionó como puerta de entrada a Europa para miles de migrantes, complicó definitivamente esa vía. Hace un año ya había aplicado una primera reforma que d...
Portugal, el país que durante años funcionó como puerta de entrada a Europa para miles de migrantes, complicó definitivamente esa vía. Hace un año ya había aplicado una primera reforma que dificultaba la llegada de extranjeros, pero la nueva ley —aprobada hace apenas un mes— terminó con aquellas facilidades. Para los argentinos que están allí, la incertidumbre y las largas esperas se convirtieron en parte de la vida cotidiana.
Alexis Salinas es mendocino, tiene 33 años y dejó la Argentina porque sentía que “el país se estaba viniendo abajo”. Vendió los negocios que tenía y decidió empezar de cero en Portugal. Vive allí desde hace dos años y medio. Llegó en un momento en que la manifestação de interesse —el mecanismo que permitía solicitar la residencia tras conseguir empleo y estar al día con la Seguridad Social— seguía vigente.
Ese sistema fue eliminado el 3 de junio de 2024. Su eliminación forma parte de una reforma más amplia de la política migratoria, cuyo objetivo es crear un modelo más “ordenado” y “controlado”. El gobierno portugués lo había calificado como un “abuso excesivo” que desbordaba su capacidad de respuesta.
Desde entonces, quienes quieran residir en el país deben realizar todos los trámites en sus países de origen antes de viajar y solo pueden ingresar cuando cuentan con el visado correspondiente.
“A los seis meses de haber llegado conseguí que viajara mi esposa y mis dos hijos. Conmigo había venido mi mamá”, recordó Salinas. Ahí empezó el proceso de residencia, que no fue sencillo. “Se demoró mucho en llegarme, no sé por qué. Hice todo en tiempo y forma, y pagué rápido. Mi vieja pagó después que yo y, sin embargo, le llegó primero su cartón”, sostuvo.
Cuando finalmente obtuvo la documentación, inició el reagrupamiento familiar. “Hablé con una abogada para meter los papeles de mis hijos y de mi esposa. Me dijo: ‘Tenés que hacerlo ya porque todavía no cambió la ley’. Cargamos todo rápido. Tuve que pagar 150 euros a la abogada y después 530 euros a la Agencia para la Integración, Migración y Asilo (AIMA)-es el organismo del gobierno portugués que se encarga de todos los asuntos relacionados con la inmigración y el asilo en Portugal- La plata salió de mi banco, pero no entró a la AIMA… no sabemos dónde está”, contó.
Sin embargo, la nueva ley, que entró en vigor el 23 de octubre pasado, endureció el reagrupamiento familiar. Antes bastaba tener un título de residencia válido; ahora, la norma exige dos años de residencia en el país para solicitarlo, salvo en casos excepcionales como hijos menores o incapaces, o cónyuges que ya se encuentren en territorio portugués. También quedan exceptuados los trabajadores altamente calificados y los titulares de golden visas.
Salinas lleva más de dos años viviendo en Portugal, pero solo desde hace pocos meses está legalmente en el país. “Estoy pasando un poquito heavy con esta situación. No sé cuánto tiempo —semanas, meses— voy a tener que esperar. No sé si me lo van a aceptar, aunque cargué todo antes de que cambiara la ley”, dijo.
La incertidumbre es un denominador común entre las familias argentinas. Verónica Ayala, veterinaria de profesión de 45 años, llegó en marzo de 2023. “Vine porque era uno de los países más fáciles de entrar sin tener otro pasaporte”, explicó.
La inseguridad fue el motivo de su partida: “En menos de cuatro años nos entraron a robar cuatro veces en la veterinaria. A mi marido le robaron dos veces la moto de la puerta de casa”.
Nueve meses después llegaron su marido y dos de sus hijos, pero el mayor —que se había quedado en la Argentina para terminar la escuela— recién viajó en 2025.
El primogénito llegó algunos meses antes de que cambiara la ley. En ese entonces, una persona mayor de edad podía ser reagrupada con su familia si se demostraba que era dependiente, y una de las maneras más simples de acreditar esa dependencia era que estuviera estudiando. Pero, al no ser residente, la universidad resultaba muy costosa; por eso, la única opción viable fue que terminara la secundaria en Portugal.
Para lograrlo, Verónica tuvo que iniciar una serie de trámites, un proceso lento dentro de un sistema que ya era burocrático y que ahora se volvió aún más rígido. “Acá es todo muy, muy, muy burocrático. Te dicen: ‘Ah, pero tiene que estar traducido’, ‘ah, pero tiene que estar legalizado’. Y te lo van diciendo por partes. Llevo muchísimo tiempo con la apostilla, la traducción y el analítico. Ayer entregué los papeles. No sé cuánto va a tardar ni si van a aceptar su proceso”, relató.
Si finalmente su solicitud no es aceptada, no podrían presentar un nuevo pedido: al ser mayor de edad y con la nueva ley en vigor, ya no puede acceder al reagrupamiento.
En ese escenario, regresar a la Argentina aparece como la única alternativa. “Si no lo podemos reagrupar, sí, nos volveríamos. Vinimos para estar todos juntos”, dijo Ayala. “Imaginate volver a empezar en la Argentina, todo de zero, sería muy difícil”.
A partir de ahora, la nueva ley también establece límites estrictos para quienes ingresen o permanezcan de manera irregular en el país: se rechazará cualquier visado de residencia, de búsqueda de trabajo calificado o de estadía temporaria a toda persona que haya entrado o permanecido ilegalmente en Portugal. Ese rechazo puede extenderse hasta siete años en los casos en que el Gobierno considere que existió una amenaza grave al orden, a la seguridad pública o a la seguridad nacional.
Nerea Bosyk llegó hace tres meses como turista. Se fue de la Argentina, como muchos, por motivos económicos y de inseguridad. “Entré como turista porque intenté durante seis meses sacar un turno para la visa de búsqueda laboral y nunca fue posible”, explicó.
Sin posibilidad de volver al país para iniciar un trámite —porque volver a ingresar nuevamente como turista ya no es una opción y podría ser considerado ingreso irregular—, quedó atrapada en un limbo. “Llegué en agosto y esto se sancionó en octubre. No veía una salida para regularizarme. Al no venir con un documento legal, sin visado de trabajo, se estaba poniendo cada vez más difícil”, contó.
La opción que encontró fue tramitar una residencia por estudio a través de un estudio jurídico. “Todo fue pago: honorarios de abogados, curso, matrícula. Era la única oportunidad”.
Aun así, la falta de residencia la excluye del mercado laboral formal. “Muchos trabajos ya me rebotaron porque no tengo documentación por AIMA. Estoy bastante limitada y sujeta a trabajos informales, que sí tuve, pero muy esporádicos”.
Asimismo, la reforma también endureció los visados laborales, que ahora estarán destinados exclusivamente a profesionales altamente calificados. La lista oficial aún no fue divulgada por el gobierno portugués
Daniel Vásquez llegó hace 19 meses y eligió Portugal porque era el país más accesible para obtener una residencia sin pasaporte europeo. Pero al aterrizar, la manifestação de interesse ya había sido eliminada. “La sacaron de un día para el otro y quedamos un montón de personas en la nebulosa, sin una respuesta y sin una herramienta”, explicó.
Ahora, con la nueva complejidad para solicitar un visado y la exigencia de contar con un oficio altamente calificado —sumado a que tampoco puede volver a la Argentina a iniciar el trámite sin arriesgarse a quedar inhabilitado por ingreso irregular—, quedó con muy pocas opciones. “Sé que hay mucha gente como yo, pero me preocupa… me gustaría estar legal”, dijo.
Igual que Bosyk, evalúa una visa de estudio: “La visa de estudio es lo más factible a corto plazo. Lo que haría es estudiar portugués y aplicar”.
A todas estas complicaciones que trajo la nueva ley se suma un dilema estructural: el colapso de la entidad encargada de regularizar migrantes, la AIMA. La agencia arrastra demoras significativas desde hace varios años y terminó por saturarse con la avalancha de pedidos antes de que la reforma entrara en vigor. Muchos extranjeros llevan años esperando su cartón de residencia, sin poder salir del país ni realizar trámites básicos.
La experiencia de Esteban Campostrini, de 31 años, muestra las dificultades del sistema. Llegó con una working holiday. “Vine por las facilidades que había para sacar visas de estudio. Entré con una working holiday que me permitía estudiar y trabajar, y después vi que podía hacerme la residencia y me quedé”.
Presentó su pedido antes de la reforma. “Hace más de un año que pagué y tuve mi cita con AIMA, y aún no me llegó el cartón”, relató.
La demora complica trámites básicos. “Mi carnet de conducir está por vencer y para hacer el cambio necesito el cartón físico. También me impide obtener préstamos inmobiliarios. Mi idea es proyectar mi vida acá, pero toda esta burocracia es agotadora”, explicó.
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Luis Ribeiro atravesó un camino similar. “Llegué en marzo de 2023 como turista y en menos de cuatro meses ya tenía todos mis documentos y había presentado la manifestação”.
Pero recién un año después le dieron una cita, para diciembre de 2024. Vivió 18 meses sin un documento legal que acreditara su residencia, pese a que “desde el día uno trabajé en blanco y pagué segurança social”.
“Nadie te da respuestas, nadie te dice nada; solo es esperar. No podía salir del país porque no tenía un comprobante válido para el resto de Europa”. Su título de residente llegó recién en junio: 26 meses después de haber pisado Portugal.
Además, las autoridades analizan extender el tiempo mínimo de residencia para solicitar la ciudadanía portuguesa: el plazo pasaría de cinco a siete años para ciudadanos de la Unión Europea y de la CPLP, y de cinco a diez años para los demás países. Una señal más de endurecimiento que agrega preocupación a quienes ya estaban en proceso.