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Crisis en Camioneros: renuncias de profesionales, caos administrativo y quejas de los afiliados por la cobertura médica

En los sanatorios de la obra social del gremio de los camioneros, lo primero que llama la atención es el escaso movimiento que hay a diferencia de cualquier otro hospital o clínica desde primera ...

Crisis en Camioneros: renuncias de profesionales, caos administrativo y quejas de los afiliados por la cobertura médica

En los sanatorios de la obra social del gremio de los camioneros, lo primero que llama la atención es el escaso movimiento que hay a diferencia de cualquier otro hospital o clínica desde primera ...

En los sanatorios de la obra social del gremio de los camioneros, lo primero que llama la atención es el escaso movimiento que hay a diferencia de cualquier otro hospital o clínica desde primera hora de la mañana. A la salida, los pacientes o sus familiares coinciden en que la atención de parte de los profesionales es “excelente”. Eso sí, siempre y cuando haya especialistas para la práctica que necesitan y haya turnos, de acuerdo con los testimonios relevados por LA NACION durante una recorrida por los prestadores que administra la esposa de Hugo Moyano. Añoran “lo que era hace años” esa cobertura.

Esta semana, empleados colocaron carteles en al menos dos de los sanatorios de la Obra Social de Choferes de Camiones (Oschoca) para denunciar el retraso en el pago de sus salarios. Pero afiliados con más de 15 o 20 años de aportes coincidían hoy que el problema no es nuevo: comenzó hace más de una década, ya en la gestión de Liliana Zulet, esposa del líder camionero, provocó –y sigue haciéndolo– renuncias de profesionales y causó un caos administrativo que se traduce en las distancias que tienen que viajar para atenderse, tramitar una autorización o ir a una guardia.

“Somos de Ciudad Evita y me mandan a la sede de Constitución por una autorización y a Caseros por una radiografía. La cobertura de los medicamentos bajó del 80% al 50% o 30% con lo que aportamos a la obra social todos los meses”, se quejó un matrimonio a la salida de la guardia sobre la calle Paraguay al 2100, en San Justo.

Es a la vuelta del Sanatorio San Justo, ubicado sobre la avenida Juan Manuel de Rosas al 3200 de esa localidad cabecera de La Matanza. “Tengo que pedirme el día en el trabajo para acompañar a mi esposa porque no se puede hacer todo en un solo lugar”, dijo el hombre al bajar la escalera de acceso a la guardia.

Mencionó que, con la viralización de los problemas con el pago de salarios de la obra social en los últimos días, aparecieron insumos como papel o volvieron a entregar radiografías. De hecho, llevaba una en su mano. En las consultas anteriores, si querían una copia, contó que tenían que tomar una fotografía con el celular.

En el área de consultorios externos de ese sanatorio, pacientes refieren que faltan especialistas en diabetes, neurología, kinesiología o reumatología, entre otros. “Hasta dentista falta. No hay guardia de pediatría”, explicó una afiliada con artritis que acababa de salir de una consulta con una médica clínica. Con su esposo, contaron que decidieron pagar de bolsillo la atención con un reumatólogo y un kinesiólogo para ella y con un gastroenterólogo para él. “Me pasan de miércoles en miércoles el turno porque hay un solo gastroenterólogo y no da abasto”, dijo él. LA NACION se comprometió a resguardar sus nombres.

“En la sede de San José , en Constitución, tenés las especialidades, pero está todo saturado. Por las recetas nada más me tengo que ir de San Justo hasta Constitución”, comentó la mujer.

Personal que esta semana reclamó por la falta de pagos, hoy salía del lugar sin querer referirse al tema o desconociéndolo. Lo mismo sucedió en el Sanatorio Antártida, de Oschoca, en pleno barrio porteño de Caballito. En la mole de nueve pisos, las autoridades optaron por hacer silencio ante la consulta de LA NACION en el lugar sobre los servicios que se están prestando en el lugar.

Ni en Oschoca ni en el sindicato querían referirse al funcionamiento de la obra social. Hasta en el gremio de la Sanidad, al que está afiliado el personal de los sanatorios, preferían esta mañana no hablar de la crisis que atraviesa la cobertura de los camioneros. “Hoy no hay ningún conflicto. Los sanatorios están funcionando bien”, indicaron. En realidad, según pudo conocer este medio durante la recorrida, lo que se logró resolver sería el pago de este mes y, así, como con otros financiadores y prestadores de servicios de salud, se irán llevando esos retrasos en los próximos meses.

Aun cuando en su sitio online la obra social incluye en su lista de centros el Sanatorio 15 de Diciembre, en el barrio de Liniers, a metros de la avenida Juan B Justo, en el lugar se dejaron de atender pacientes desde una inundación por una tormenta fuerte hace 12 años ya. “Se usa para tareas de administración”, respondió con amabilidad personal de seguridad.

La fachada en la planta baja está cubierta con maderas y hay que tocar un timbre en una puerta negra. Cuando el agua dañó el lugar, la atención pediátrica, de partos y obstetricia, con guardia las 24 horas, nunca se restableció y terminó trasladándose al Sanatorio San Justo.

“Tuve a mi hijos ahí”, recordó Daniel, otro afiliado. Acababa de dejar firmada en San Justo la internación de su padre, un camionero jubilado. “Pero me dicen que no hay cama”, lamentó. El medicamento que en algún momento proveían durante la internación, ahora le pidieron que lo compre y lo lleve cuando haya cama disponible. El padre tiene una enfermedad poco frecuente que vuelve la sangre más espesa. “Se atiende acá hace 15 años. En estos años se fueron los mejores profesionales”, agregó.

Daniel es hipertenso y se queja de que “no hay cardiólogo”, además de que faltan turnos y especialistas en las disciplinas que más necesitan los afiliados. “Todo es muy engorroso en esta obra social”, describió.

En el barrio porteño de Caballito, a metros del Parque Rivadavia, personal de seguridad controlaba al extremo el acceso principal al Sanatorio Antártida. Revisaban carteras, bolsos y mochilas. Pero no más de cinco pacientes pasaron por ahí pasadas las 9 y durante una hora. En los amplios sillones de la planta baja, familiares de pacientes internados aguardaban novedades. En el hall, se impone la enorme araña colgante de luces que acompañan los retratos de gran tamaño de Evita y Perón.

A la vuelta, los que se proyectaría como guardia o consultorios externos, según a quien se le pregunte, sigue sin habilitar, en construcción, a pesar de las sucesivas inauguraciones en más de una década y media de ese fastuoso centro de salud sobre la avenida Rivadavia. De su interior, pacientes refieren la categoría de sus instalaciones y equipamiento. A través de sus relatos, ahí se hacen cirugías, algunos estudios y hay internación. El chofer de la única ambulancia que se detuvo unos minutos en la dársena frente al acceso principal, retiró muestras en un contenedor.

“Los sanatorios de Liniers, Villa Martelli y Avellaneda no funcionan. Los afiliados de zona norte y zona sur tenemos que ir a atendernos a Burzaco o San Justo, donde faltan especialidades y los turnos son con mucha demora. Podés ir al mediodía y te dan un sobreturno, pero tenés que esperar a que te atiendan y eso puede ser horas. En la mano llevaba el resultado de una radiografía de tórax, que se había hecho después de un electrocardiograma y un análisis de sangre. ”La atención del personal es excelente, pero la obra social está mal. No es lo que era antes", dijo antes de seguir camino.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/crisis-en-camioneros-los-afiliados-anoran-lo-que-era-hace-anos-la-cobertura-medica-del-sindicato-nid14112025/

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