Cuando el demonio llama: fallido relato de un exorcismo
Cuando el demonio llama (Name the Demon, Estados Unidos/2024). Dirección: Carmelo Chimera, Nicholas Chimera. Guion: Carmelo Chimera, Nicholas Chimera. Fotografía: Jason Potter. Edición: Jason Po...
Cuando el demonio llama (Name the Demon, Estados Unidos/2024). Dirección: Carmelo Chimera, Nicholas Chimera. Guion: Carmelo Chimera, Nicholas Chimera. Fotografía: Jason Potter. Edición: Jason Potter. Elenco: Jessie Nerud, Danny Bohnen, Joe Castro, Jason Potter, Scotty Bohnen, Isabel Pastori. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Distribuidora: Terrorífico Films. Duración: 76 minutos. Nuestra opinión: regular.
Cuando el demonio llama intenta capturar la atención del espectador desde el planteo de cuestiones fundamentales de la vida humana, al mismo tiempo que pretende asustar con trucos clásicos del género. Pero un exceso de diálogos repetitivos, actuaciones flojas y una puesta en escena poco atractiva, la aleja de lograr estos objetivos.
Los guionistas y directores Carmelo Chimera y Nicholas Chimera parecen haber tenido la intención de hacer una película más cercana al drama, en el que se abordan cuestiones relacionadas con la fe, la salud mental, el abuso sexual y hasta los problemas maritales. Si suena a demasiado para abarcar en una película de una hora y cuarto de duración, por lo menos en este caso, lo es.
Para acercarse a estos temas, los cineastas eligieron tomar dos caminos muy establecidos del cine de terror. El rito del exorcismo, como representación del horror y evento que pone a prueba los límites del comportamiento humano, se convierte en el centro alrededor del que se organiza la trama.
En términos de estética, la elección del formato de found footage, lo que podría traducirse como “filmación o grabación encontrada”, dicta la forma que toma la narrativa y funciona como excusa artística para enfrentar los límites de una producción de bajo presupuesto.
Este subgénero que tuvo su auge a partir del estreno de El proyecto Blair Witch, de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez, en 1999, se basa en la idea de construir una ficción como si fuera la filmación de una serie de hechos reales, que luego fue encontrada y editada. No se circunscribe al terror (ni nació con El proyecto Blair Witch), pero la mayoría de los ejemplos más conocidos sí pertenecen a este género, al que se presta muy bien, por el valor agregado que la cualidad de “real” supone en la narración de sucesos terroríficos.
La construcción de esa supuesta realidad en Cuando el demonio llama resulta fallida, en su relato de la historia de una mujer joven, madre de una niña, que puede o no estar poseída por un demonio; su marido, que parece tener algunos secretos y es reacio a la intervención de la Iglesia; y los sacerdotes que llegan al hogar de esta familia para practicar un exorcismo.
Con la excusa de la presencia de un camarógrafo para documentar el exorcismo, se construye el film como un found footage. A esta altura sobreutilizado dentro del terror, la elección de este recurso parece ser un intento de suplir la capacidad de diseñar una puesta en escena potente y que genere ese efecto de terror buscado. Lo cual termina siendo contraproducente.
Se puede inferir que la limitación de recursos llevó a los Chimera a hacer una película con diálogo casi constante y un menor porcentaje de escenas de terror. De hecho, las escenas en las que aparece Anna, la mujer poseída, son las más cercanas a provocar un efecto de miedo. Esto se debe, en gran medida, a que la actriz que la interpreta, Jessie Nerud, es quien logra una actuación más vívida.
Las poco robustas actuaciones y los diálogos repetitivos que plagan el resto de la película expulsan al espectador de esa sensación de realidad a la que apunta el film desde su concepción como “documento”, que termina pareciendo solo una excusa para explicar los rasgos amateurs de la producción.
Como si fuera poco, Cuando el demonio llama tiene una maraña de ideas que nunca se desenreda y posibilidades narrativas que quedan flotando en el aire. Detrás del resultado final, se puede adivinar la potencialidad de una película más atractiva, con una mejor utilización de los recursos del género e ideas más claras.