Cuba diezmado: su principal figura quedó retenida en La Habana y sufrió como nunca ante la Argentina
Aguantó casi todo el partido como pudo: cerca de 38 minutos. El pivote Marlon Díaz (2,02 metros) estaba agotado. Tuvo que luchar contra los 2,15m de Francisco Caffaro y los 2,11m de Juan Fernánd...
Aguantó casi todo el partido como pudo: cerca de 38 minutos. El pivote Marlon Díaz (2,02 metros) estaba agotado. Tuvo que luchar contra los 2,15m de Francisco Caffaro y los 2,11m de Juan Fernández. Por supuesto que el orgullo no le alcanzó a un seleccionado de Cuba diezmado. La exigencia con una rotación acotada hizo mella en las piernas. Y la Argentina lo pasó por arriba. Le sacó 56 puntos (105 a 49). Golpeados en lo físico y en lo anímico. Lo primero, por varias bajas por lesiones y motivos personales. Lo segundo, por un hecho que erosionó en el espíritu del equipo: la ausencia de Karel Guzmán, la figura en el primer encuentro, hace cuatro días, en La Habana. Había hecho 22 puntos. Era el sostén en el juego y mucho más. Pero la Federación Cubana de Baloncesto decidió que no viaje. Nadie dice las razones y su futuro es incierto. “Claro que nos afectó. Es uno de los jugadores más importantes de nuestra selección”, se lamentó Díaz.
Al pasar, se escucha un lamento: “Viejos vicios del régimen. No se puede hacer nada”. Parecen explicaciones de otro tiempo. Cuba llegó a Buenos Aires con nueve jugadores. Se sumó a último momento Joan Gutiérrez y alcanzó así a 10 de los 12 que pueden presentarse en planilla. Ni siquiera estaba en el plantel. Hace unos días había jugado con Gimnasia de La Plata un partido de la Liga Argentina, contra Villa Mitre. De apuro se lo llamó. Era necesario para llegar a un número más decoroso en su segundo partido de la eliminatoria para el Mundial de Qatar 2027. ¿Qué pasó con Guzmán? Nada se sabe. Pero por lo bajo se cuenta que por una declaración suya cuestionando a la Federación de Baloncesto de su país quedó retenido en La Habana.
“¿Qué pasó con Karel?”, es la pregunta para Marlon Díaz, que no se muestra incómodo, pero sabe que mucho no puede decir.
-Hubo un pequeño incidente, pero él siempre quiere defender la camiseta.
-¿Hablaron con él?
-Sí. Está muy afectado. Quería estar acá, pero está apoyándonos desde la distancia.
-¿Ustedes pudieron conversar con la dirigencia de la Federación para que no se quede fuera del equipo?
-Nunca estuvo fuera del equipo.
-¿Y por qué no viajó con ustedes?
-No se le entregó el pasaporte.
-¿Saben por qué?
-Son temas que no sabemos exactamente por qué pasan.
-¿Y creen que podrán contar con él en las siguientes ventanas?
-Obviamente, es muy importante.
“No pudo venir por cuestiones de papeles”, fue el escueto mensaje del entrenador cubano Osmel Planas.
Karel Guzmán es un alero de 1,95m que juega desde hace seis temporadas en el equipo Cluj Napoca, de la primera división de Rumania. También es conocido aquí en la Argentina. Estuvo dos años en Olímpico, de La Banda. ¿Qué fue lo que hizo que motivó que le retuvieran su pasaporte?, ¿algo tan grave?
Nadie lo sabe, pero muchos sospechan que fue por una declaración en la conferencia de prensa después del primer juego contra la Argentina en La Habana. Dijo lo siguiente: “El esfuerzo que hacemos por venir a jugar por la selección a pesar de dejar lo que queremos no es muy bien valorado por la Federación. Nosotros tenemos familia afuera. Formamos parte de un club afuera. Si no hacemos las cosas bien ahí, no podemos avanzar y crecer como jugadores. La Federación Cubana tiene que darse cuenta y mirar esos casos. Nosotros llegamos aquí con la mejor disposición, pero las cosas que nos afectan son extra, por fuera del baloncesto. Yo llevo 11 años jugando por la selección y realmente, antes nos faltaban jugadores. Ahora los tenemos. En los últimos años hemos perdido una clasificación a la siguiente fase por cosas que no tienen que ver con el baloncesto. Creo que eso también nos decepciona. A veces no nos sentimos motivados para seguir formando parte del equipo”.
El régimen es mucho más laxo con los permisos para que los deportistas cubanos obtengan contratos en el exterior y eso dio una idea de que las cosas habían cambiado. Pero la rigidez interna no se modificó en nada. Guzmán, aunque no lo dijo públicamente, tuvo que pagarse su pasaje desde Europa para poder competir con su selección. Estaba molesto. Sintió que pese a que son un gran equipo, no pueden luchar con las mejores armas por falta de apoyo.
Ya no hay limitaciones para que los atletas cubanos se desempeñen en el exterior, pero todos los contratos deben ser aprobados por las respectivas federaciones, manejadas por el gobierno. En este caso, la Federación Cubana de baloncesto.
Es una política que se creó para evitar la deserción permanente de atletas en las competencias internacionales, que pedían asilo político para poder salir del país para volcarse al profesionalismo.
No es el único caso vinculado con diferencias con el estado. Según informes internacionales, Michel Espinosa Rodríguez hace unos meses solicitó su baja de las convocatorias de la selección cubana por motivos personales. Dalia Henry Hernández, la presidenta de la Federación, emitió por eso una sanción para regular su salida del país por dos años.
El sistema de negociación de las federaciones con los deportistas para que puedan incursionar en el profesionalismo comenzó en los 90. El primer caso en nuestro país fue el de Lázaro Borrell en 1997, que dejó la isla para ser profesional recién a los 25 años gracias a un acuerdo entre Obras Sanitarias y el Inder (organismo cubano para el deporte).
En su primera Liga Nacional fue arrollador y promedió 29,8 puntos por partidos. Había llegado junto con su compatriota Ángel Caballero. Se decía, por entonces, que ambos debían tributar en impuestos en Cuba una gran parte de sus ganancias profesionales. Nunca se ventilaron los detalles del acuerdo ni se supo que porcentaje de sus sueldos debían devolver al estado cubano.
Cansado, en 1999, Borrell desertó cuando jugaba con su selección durante el torneo Preolímpico de Puerto Rico, por una oferta para jugar en la NBA con Seattle Supersonics. Fue el segundo cubano en la máxima competencia norteamericana, después de Andrés Guibert.
El precio del camino profesional suele ser el destierro. No poder volver. Alejarse de la familia. Es el costo que muchos deportistas cubanos eligieron pagar en las últimas décadas.
También en nuestro país fue muy conocida la historia de Ruperto Herrera, que desertó y fue campeón de la Liga Nacional con Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia, en 2006. Su caso tenía un “agravante” para las autoridades. Su papá, del mismo nombre, era un prominente dirigente deportivo y muy cercano a Fidel Castro.
Además de Guzmán, faltaron varias figuras. Yoanki Mencia, que también jugó en la Argentina en Gimnasia de Comodoro, fue desafectado de su equipo en España, Leyma Coruña, por una denuncia de violencia doméstica. Howard Sant Roos, de Murcia, adujo problemas personales. Y Jasiel Rivero, de Estrella Roja, de Belgrado, está de baja por lesión.
El problema no termina allí. Si Cuba llegara a avanzar a la segunda etapa en la eliminatoria, podría medirse con Puerto Rico o los Estados Unidos, por ejemplo, países que suelen negarle los visados a los deportistas.
“Tenemos un muy buen equipo, pero nos faltan demasiados jugadores. Ya estamos trabajando para que no pasen estas cosas”, dice Planas. Parece resignado.