Lo último Escuchar artículo

Ejecuciones, tortura y la lucha contra la impunidad: Bucha, la ciudad ucraniana marcada por la masacre

BUCHA, Ucrania.- Un torso quemado. Manos con las uñas pintadas que salen de la tierra. Gente torturada en sótanos. Brazos atados. Zapatos infantiles desparramados. Civiles trasladando cuerpos....

Ejecuciones, tortura y la lucha contra la impunidad: Bucha, la ciudad ucraniana marcada por la masacre

BUCHA, Ucrania.- Un torso quemado. Manos con las uñas pintadas que salen de la tierra. Gente torturada en sótanos. Brazos atados. Zapatos infantiles desparramados. Civiles trasladando cuerpos....

BUCHA, Ucrania.- Un torso quemado. Manos con las uñas pintadas que salen de la tierra. Gente torturada en sótanos. Brazos atados. Zapatos infantiles desparramados. Civiles trasladando cuerpos.

En el interior de la iglesia principal de Bucha, una exposición permanente de fotos es un viaje a lo inimaginable que vivieron los que caminan sin apuro por esta tranquilo suburbio de Kiev, y un recordatorio a todos los ucranianos sobre el extremo que puede alcanzar vivir bajo la ocupación rusa en su propio territorio. De los 28 puntos del plan de paz original tal vez los que más indignación despiertan son la amnistía a los crímenes de guerra y la cesión de soberanía. Hay cerca de cuatro millones de ucranianos viviendo hoy en los territorios ocupados, con sus libertades restringidas y sometidos a un proceso de rusificación.

Y en ningún otro lugar de Ucrania persiste esa necesidad de que los rusos paguen por sus actos tanto como en este lugar, que en los primeros días de la invasión fue el escenario de una masaEjeccre que parecía que no iba a volver a verse en suelo europeo.

Viajar a Bucha y a Irpin, una localidad conocida por su histórica resistencia, es también recordar lo cerca que estuvo la guerra de Kiev en las primeras semanas. Estos dos suburbios al norte de la capital ucraniana, a menos de 30 kilómetros de distancia de la capital, eran elegidos por gente que quería una vida más tranquila y con más contacto con la naturaleza –algunos van y vuelven a diario para trabajar–, gente que escapaba del caos de la ciudad y que nunca imaginó lo que le esperaba.

En los primeros días de la invasión soldados rusos penetraron desde Bierlorrusia para intentar entrar a Kiev desde el norte y uno de los primeros objetivos fueron tomar Bucha e Irpin, y también el cercano aeropuerto de Hostomel, clave para la logística ucraniana. Después de un mes las fuerzas ucranianas lograron recuperarlas, pero cuando los rusos se retiraron las imágenes dieron la vuelta al mundo: civiles muertos en la calle con disparos, cuerpos quemados, personas con las manos atadas, signos de tortura.

Las calles de Bucha, una ciudad de 50.000 habitantes, hoy lucen muy distintas. Madres pasean a sus hijos en cochecito, vecinos caminan lento por veredas dónde antes estaban los cuerpos. La vida cotidiana parece haber vuelta a la normalidad, pero el dolor todavía se siente en el aire. La mayoría de los daños que dejó la invasión rusa fueron restaurados, pero en la pared exterior de la principal iglesia de la ciudad, San Andrés, todavía pueden verse las marcas de los disparos y las explosiones.

Allí esperan el padre Andrii Halavin, párroco de la iglesia, y Dmytro Hapchenko, administrador del ayuntamiento de Bucha. Están con el cuerpo encogido por una temperatura que apenas supera a los 0°C, cuando todavía falta un mes para el comienzo del invierno.

Hapchenko recuerda cómo en los primeros días Rusia bloqueó todas las entradas de la ciudad y no permitió a los ciudadanos evacuar de manera segura. No había electricidad, agua, ni gas. Todos los negocios estaban cerrados. La gente cocinaba afuera en sus jardines y vivía en los sótanos esperando la oportunidad de evacuar.

“Fueron los días en los que los más trágicos eventos tuvieron lugar y civiles fueron asesinados en las calles”, relata Hapchenko.

Los rusos también les prohibieron moverse por la ciudad. Hapchenko señala una calle y dice que allí estaban el hospital y la morgue. Para el 10 de marzo había una gran cantidad de cuerpos y empezó el problema de la conservación y se decidió enterrarlos en el terreno de la iglesia. Se cavó una gran fosa, donde ese primer día se enterraron 67 cuerpos. Tras un mes de ocupación, voluntarios o familiares seguían trasladando cuerpos a este lugar, donde finalmente pudieron contar 116.

“Tras la ocupación, durante tres meses exhumamos los cuerpos de esta fosa común y otras en la ciudad para intentar establecer lo que exactamente le sucedió a esas personas”, dice Hapchenko.

Hay 43 cuerpos enterrados en el cementerio local que solo tienen números y no pueden establecer quiénes son. Hay 21 personas desaparecidas que no saben dónde están ahora. En ese momento 35 civiles fueron capturados por los rusos y enviados a prisiones en Rusia y aún siguen cautivos. Uno de los detenidos murió en una prisión rusa y les devolvieron el cuerpo.

“Nuestra ciudad, Bucha, fue una de las más hermosas de la región de Kiev y fue una tragedia enorme para nosotros ver lo que sucedió durante la ocupación. Así que durante estos tres años, casi completamente restauramos nuestra ciudad”, dice Hapchenko.

Hapchenko pide pasar al interior de la iglesia para ver la exposición de fotos que muestra los horrores de la ocupación. Es difícil mantener la vista en algunas.

“Todos esos eran los civiles que fueron asesinados, aunque no tenían armas y no mostraron signos de resistencia. La investigación muestra que algunos fueron asesinados solo por tener fotos que habían obtenido de canales muy populares de Telegram o de otras redes sociales. Muchos murieron en sus autos intentando escapar de la ciudad y así es exactamente como la mayoría de nuestros hijos murieron. En total, 12 niños murieron”, lamenta.

Ahora los investigadores intentar determinar qué pasó. Hapchenko dice que hasta ahora tienen aproximadamente 100 casos penales terminados en los que pudieron identificar a los autores de esos crímenes. Son soldados rusos que dispararon a los civiles en las calles. Esos casos fueron enviados a países europeos y a los medios internacionales para que se hagan públicos. A los responsables pudieron identificarlos gracias a testigos, a las cámaras que había en la ciudad y también por las tarjetas SIM de los teléfonos.

“La policía investigó también el caso de una calle en la que 17 civiles fueron torturados, y se pudo identificar un oficial ruso de apellido Kim que dio esas órdenes criminales de torturar y matar a la gente en esa calle”, dice Hapchenko. Los testigos confirmaron que fue él quien dio la orden de que esos cuerpos se colocaran sobre un tanque, fueran transportados a otra ubicación y sean quemados.

Al principio los rusos entraban y salían de la ciudad, pero a partir del 3 de marzo cuando la ocupación se volvió más radical, se volvió peligroso estar en la calle. Mucha gente fue asesinada mientras cocinaba en sus patios. “Una vez yo me quedé sin leña para la calefacción así que salí para cortar un poco con una motosierra y escuché algo silbando cerca de mi sombrero, cuando miré para arriba me di cuenta que eran balas. Solo por escuchar el sonido de algo empezaban a disparar”, recuerda.

Detrás de la iglesia ahora hay un memorial en el que están los nombres de los 561 muertos identificados con nombre, pero la cifra no es definitiva. Entre los nombres y por las fechas de nacimiento se puede ver que hay jóvenes, ancianos, mujeres, niños, no hay una categoría que prevalece.

“Principalmente, las personas murieron de disparos de bala en las calles, fueron asesinados en sus autos, alcanzados por un francotirador, torturados hasta morir, y también empezaron a aparecer más y más cuerpos en los bosques”, explica Hapchenko.

“También encontramos 13 personas en el bosque que fueron torturadas y asesinadas por disparos. Los rusos los sacaban de las calles, los llevaban a sus posiciones en el bosque, los mataban y los enterraban”, agrega.

También hubo gente mayor con condiciones médicas que no pudieron acceder a sus medicamentos y murieron como consecuencia del agravamiento de su salud. Hubo una mujer que tuvo un infarto y nadie le pudo brindar asistencia y para el final del día murió y la enterraron en su patio. Hay un caso de dos hermanas de edad avanzada. Una de ellas todavía podía caminar así que salió a buscar comida y fue alcanzada por un francotirador y la otra que no podía moverse murió de hambre.

“Vamos a seguir investigando la muerte de cada persona cuyo nombre se ve en el memorial, queremos preservar su memoria y encontrar a la gente responsable de su muerte”, dice Hapchenko, que cambia su gesto cuando se le pregunta por el acuerdo de Trump, que entre los 28 puntos contempla una amnistía.

“Murieron 16 amigos míos en Bucha. Estos crímenes deben ser castigados. El mundo entero debe saber los nombres de las personas que violaron la ley humanitaria, la convención de Ginebra y mataron a civiles inocentes. Es un crimen que un chico de 14 años tenga que ver como matan a su padre. Y si se decide una amnistía no detendremos la investigación, y aunque no sean procesados judicialmente, habrá por lo menos cierta justicia histórica si el mundo sabe los nombres de esas personas. En los próximos años los rusos deben hacerse responsable de todo lo que hicieron aquí”, concluye.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/ejecuciones-torturas-y-la-lucha-contra-la-impunidad-bucha-la-ciudad-ucraniana-marcada-por-la-masacre-nid26112025/

Comentarios
Volver arriba