El beso de la mujer araña, en Mar del Plata: política, recuerdos del Hollywood clásico y la afirmación de la diversidad
MAR DEL PLATA.- Parece haberse hecho costumbre de la gestión artística que se hizo cargo del Festival Internacional de Cine desde el año pasado inaugurar la muestra con una novedad musical. En 2...
MAR DEL PLATA.- Parece haberse hecho costumbre de la gestión artística que se hizo cargo del Festival Internacional de Cine desde el año pasado inaugurar la muestra con una novedad musical. En 2024 eligieron Emilia Pérez y ahora acaba de tocarle a El beso de la mujer araña, un título mucho más cercano a la identidad porque se inspira en los personajes creados por Manuel Puig en su célebre novela homónima.
Esta nueva versión, que llegará a los cines argentinos el jueves 8 de enero, se distingue de las anteriores precisamente por su carácter musical. Su director, Bill Condon, adaptó a la pantalla la obra de Broadway estrenada en 1992 con partitura de John Kander y letras de Fred Ebb, la misma exitosa pareja creadora de Cabaret y Chicago.
El experimentado Condon regresa con esta película a un género que conoce a la perfección: escribió el guión de Chicago (ganadora del Oscar a la mejor película en 2002) y fue autor y director de Dreamgirls (2006) y La bella y la bestia (2017). Esta renovada mirada a los personajes creados por Puig tiene como protagonistas al mexicano Diego Luna (como Valentín Arregui, el revolucionario encarcelado por sus ideas en una cárcel argentina bajo un gobierno dictatorial), al actor queer de origen latino Tonatiuh Elizarrazaz (como Luis Molina, el personaje de William Hurt en la versión dramática dirigida por nuestro compatriota Héctor Babenco en 1985) y a Jennifer Lopez, en un papel clave dentro de la estructura del musical y mucho más abierto del que encarnó Sonia Braga en aquella película.
Condon y Tonatiuh (así lo conoce todo el mundo en Hollywood) son las figuras invitadas extranjeras más destacadas de este año en el festival marplatense y dialogaron mano a mano con LA NACION en la soleada tarde de viernes en la Ciudad Feliz después de presentar la película en la gala inaugural del jueves por la noche.
-A diferencia de la novela de Puig y del propio musical de Broadway, ustedes sitúan el comienzo de la acción en la Argentina de 1983, en plena lucha contra la dictadura. Inclusive se menciona explícitamente que 30.000 personas fueron asesinadas o encarceladas.
CONDON: -Como todos saben, la novela no está ambientada en la Argentina, nunca se especifica el lugar. La novela habla de los años 70, cuando fue escrita, pero él nunca dice en qué país transcurre. Y en el musical, escrito a principios de los 90, también está esa idea de situar la acción en los 70. Nunca creí que la idea de Puig de no mencionar un país específico funcionaría, aunque siempre te estás preguntando cuándo y dónde ocurrió todo. Cuando Héctor Babenco adaptó la novela en 1985 la ambientó en Brasil y fue como una película contemporánea.
-Y dramática, no un musical como el de ustedes.
CONDON: -Exactamente. Por eso pensé que tenía sentido ambientarla en la Argentina. ¿Por qué elegí 1983 en vez de 1975? Fue una especie de reconocimiento al hecho de que los musicales siempre tienen un final feliz. Pasa hasta con Amor sin barreras, con toda su tragedia. Además, en 1983 cayó la Junta Militar y se sintió como ese atisbo de esperanza fuera algo importante para agregar a la trama.
-Además de la estructura musical, ¿es o no esta versión una película política?
CONDON: -Creo que sí. Todo es político en el fondo. En el musical vemos a un hombre fuerte, que a la vez es el más rico y tiene a todos bajo su control. También la sensación de que el grupo, la comunidad entera, están bajo amenaza y la Mujer Araña llega para ayudarlos. Y los personajes de Armando y Aurora son un reflejo de Molina, que decide quedarse en el lugar y ayudar a la gente que lucha contra el poderoso.
-Lo pregunto porque me estoy anticipando a la reacción de los espectadores argentinos, que seguramente estarán atentos a la fidelidad del entorno y la ambientación con los hechos reales ocurridos en ese tiempo.
C0NDON: -Yo también la tengo como director estadounidense haciendo una película ambientada literal y específicamente en la Argentina. La hicimos en inglés, pero con un grupo de muchos actores argentinos, uruguayos y de distintos países latinoamericanos. Esta es una película panlatina, así que nunca pretendería algo totalmente auténtico o que iba a hacerse en español. Recuerdo grances conversaciones con Diego Luna, que como una verdadera fuerza del cine mexicano tiene ideas muy desarrolladas por este tema. Y una vez hablamos con él sobre hacerla no en español, sino tratando de encontrar una especie de sonido argentino que todos compartirían.
-¿Y a qué conclusión llegaron?
CONDON: -La idea original de Diego era: “No pretendas que sea una película estadounidense, es un musical”. Igual me interesa saber algo. Cuando hablás de fidelidad a los hechos reales, ¿a qué te estás refiriendo?
-Por ejemplo, a que la dictadura militar argentina en 1983 estaba en retroceso. Sobre todo después de la derrota en Malvinas.
CONDON: -Lo sé. Aunque es 1983 y la Junta está a punto de caer, hay gente protestando en las calles. No fue hasta 1983 que fue vaciada la cárcel de Caseros, ¿verdad? Aunque sí hubo grietas en la armadura, la caída final ocurrió en 1983.
-Tonatiuh, ¿cuál fue tu primera acercamiento a esta historia y a sus personajes?
TONATIUH: -Lo primero que hice fue leer el guión. Y luego le pregunté a Bill qué quería lograr dentro de ese mundo. La oportunidad que me dio Molina fue poner en el centro a una persona de género queer o sin género como protagonista. No me importaba que el público lo percibiera como hombre o mujer. Quería que todos se enfocaran en su corazón, su espíritu y su alma. Fue mucho el esfuerzo.
-¿Lo lograste?
TONATIUH: -Lo primero, no es broma, fue perder algo de peso. Estaba gordo en ese momento. Y después estaba la construcción del personaje. Por un lado Molina, ubicado en algún lugar de este espectro sin género. Y por el otro Kendall Nesbitt, otro personaje que interpreto, que es el clásico hombre de Hollywood. Ahí le pregunté a Bill qué películas quería citar y qué estrellas quería emular.
-¿Qué nombres surgieron?
TONATIUH: -Naturalmente quise tener la esencia de Gene Kelly y Fred Astaire, o el cabello de Errol Flynn. Hasta que me pregunté qué actor de la época seguía dentro del armario como un alma torturada. Ahí pensé en Montgomery Clift, que fue mi línea de apoyo para Kendall. Con esto y con Molina viviendo su sueño de estrella de Hollywood sentí que podía interpretar todo el espectro de género en dos horas.
-Hay influencias muy fuertes del musical clásico de Hollywood en esta película. Sobre todo el uso del technicolor como un homenaje muy visible al cine de Vincente Minnelli.
CONDON: -Absolutamente cierto. Tuvimos dos influencias muy conscientes: Minnelli y George Cukor. El gran uso que ellos dos hacían del color, del diseño y del movimiento de cámara para expresar emociones. Y agrego otra cosa, porque siempre fuimos conscientes de que todo parte del recuerdo de Molina. También hay pequeños elementos de telenovela en el personaje.
TONATIUH: -Cada actor interpreta a tres personajes distintos y desde ese lugar Bill nos regaló a los actores algo muy raro: rodamos dos películas por separado, aunque esos mundos no se cruzaron casi nunca. Eso nos permitió, por ejemplo, vivir la realidad de un estilo de actuación específico de proscenio en los años 50. El tramo dramático, a su vez, se filmó en secuencia cronológica y eso nos permitió crear la intimidad que viven Molina y Valentín. La primera vez que Molina y Valentín se ven en la película fue la primera vez en que Diego y yo estuvimos completamente en personaje.
-Una parte de la película fue filmada en Uruguay. ¿Consideraron en su momento la posibilidad de filmarla en la Argentina?
CONDON: -Queríamos hacerlo, pero en ese momento no pudimos por culpa de una gran fluctuación en el tipo de cambio. Esta es una película independiente y el estudio seguía luchando contra nosotros en un momento porque no confiaba que el presupuesto previsto se mantuviera para cuando llegáramos aquí. Eso fue a finales de 2023.
-Empezó a hablarse de Tonatiuh como actor de cine a partir de esta película. ¿Qué significó para vos haberla hecho?
TONATIUH: -No puedo leer el futuro, pero sí decirte que en estos últimos seis meses todos los días se sentían como si yo fuera Hannah Montana. No es habitual encontrar personajes queer de tanta relevancia y la mayoría de las veces no quedan en manos cuidadosas. Me siento muy responsable por la visibilidad que tiene este personaje en un momento en que nuestra comunidad está siendo atacada.
-¿Hablás solo de los Estados Unidos o también más allá de esas fronteras?
TONATIUH: -Creo que es algo mundial, pero en los Estados Unidos, mi país, hoy a las personas trans se las llama terroristas. Sentí con esta película la responsabilidad de hacer justicia a esta comunidad y de humanizarla, porque las fobias nacen del miedo a lo desconocido. Tenemos la oportunidad de mostrarle durante dos horas a muchas personas que tal vez no estén abiertas en ese sentido a conocer a alguien como Molina. El mejor regalo que nos hace el arte es rompernos el corazón y recordarnos a qué comunidad pertenecemos. No recuerdo haber experimentado antes algo así.
-¿Qué pueden decirme de Jennifer Lopez y su aporte a esta película?
TONATIUH: -Jennifer es fantástica. Hay dos Jennifers. Una es, como sabes, esta super mega estrella masiva. Fue emocionante bailar y cantar con ella. Y luego está la persona aguda, rápida, emocional, a la que llegas después de conocerla. Ella es una amante del arte. Como Diego y como yo, creo que cumplió en esta película el sueño de cualquier artista: interpretar a múltiples personajes, retroceder en el tiempo, transformarse. Y además pudo ponerse en los zapatos de Rita Hayworth y Marilyn Monroe.
-Detrás de las cámaras aparecen como productores Matt Damon y Ben Affleck.
CONDON: -Tonatiuh está aquí gracias a ellos. Una de las primeras cosas que les dije fue que quería un actor queer para interpretar a Molina. Y eso era algo innegociable. Me respondieron: “Todo lo demás está cubierto, simplemente encuentra a la mejor persona”. Ellos mismos, que también son creadores, entendieron que la película viviría o moriría a partir de esa elección.
-Tonatiuh, además de actuar, cantás y bailás. ¿Tuviste que mejorar alguna de estas habilidades para la película?
TONATIUH: -“¡Tengo que bailar con Jennifer Lopez, será mejor que me prepare!”. Y después me tocó bailar un tango con Diego. Cuando rodamos en Uruguay visitamos algunas milongas, en Buenos Aires y en Montevideo. Cuando vi a esos bailarines hubiese dejado todo por tener una segunda toma. Los bailarines de tango son simplemente fenomenales.
-¿Es cierto que esta película cierra una especie de trilogía del cine basado en los musicales de Kander y Ebb?
CONDON: -Lo vengo diciendo así. Hay una conexión real entre Sally Bowles en Cabaret, Roxie Hart en Chicago y Molina en El beso de la mujer araña. Los tres personajes soportan vidas frustradas y de alguna manera también desesperadas. A la vez, se mueven dentro de sus fantasías y encuentran la felicidad y la realización personal en el show business. Yo no participé en Cabaret, pero escribí Chicago y dirigí El beso de la mujer araña. Mataría por ver un día en alguna cartelera un triple programa con todas ellas juntas.