El cadáver de la mujer desaparecida enterrado, dentro de una bolsa, y su novio quedó detenido por el femicidio
NECOCHEA.- La buscaron por tierra, con personal a pie y a caballo, y también con perros entrenados para rastreo. Por mar con un guardacostas de Prefectura Naval Argentina y un bote semirrígido du...
NECOCHEA.- La buscaron por tierra, con personal a pie y a caballo, y también con perros entrenados para rastreo. Por mar con un guardacostas de Prefectura Naval Argentina y un bote semirrígido durante más de dos días. Finalmente, a Débora Damaris Bulacio del Valle, de 39 años, la encontraron muerta a primera hora de esta tarde, enterrada junto a un espejo de agua lindero a un sector de playas inmediato al camping del Parque Miguel Lillo, a donde había llegado este último fin de semana junto con su novio, detenido este lunes y ahora acusado de femicidio.
A Ángel Andrés Gutiérrez, de 32 años, se lo considera autor de este crimen que se habría cometido durante la madrugada de este domingo, luego de que otros acampantes los vieran discutir muy fuerte, con algunos claros indicios de violencia física, según testimoniaron ante los investigadores.
Un encargado del camping lo vio salir solo y, por aquellos incidentes, sospechó lo peor y dio aviso a la policía, que encontró al ahora imputado cuando hacía dedo a la vera de la ruta 86, con intenciones de alejarse de la zona. Quizás, con destino a Barker, en el partido de Tandil, donde él y la víctima del femicidio vivían.
El fiscal Walter Pierretegui, a cargo de la investigación, confirmó que el cadáver corresponde a Débora Bulacio y que estaba con la ropa puesta. La autopsia se realizará esta tarde, a las 17, y recién allí se determinará de qué manera fue asesinada.
El cadáver estaba enterrado muy cerca de donde un día antes se habían hallado algunas prendas ensangrentadas que se reconocieron como pertenecientes a Bulacio. Se aguardará el resultado de la autopsia para determinar las causas de muerte. Se pudo conocer que el cuerpo estaba en posición casi fetal, dentro de una bolsa, y enterrado en un sector de superficie blanda, próximo al denominado Lago de los Cisnes, donde se realizan actividades recreativas con embarcaciones menores.
El fiscal Pierretegui confirmó, con el hallazgo del cuerpo, los indicios que lo habían llevado a cambiar la carátula de la causa de averiguación de paradero a femicidio. Había tenido en cuenta el relato de varios testigos que dieron fe de las fuertes discusiones de la pareja, e indicios que le permitieron confirmar que la pareja caminó durante la madrugada del domingo hacia la playa cercana, de donde Gutiérrez regresó sin compañía.
Pierretegui también recibió las prendas de la víctima con supuestas manchas de sangre y al acusado, durante el peritaje médico forense posterior a su detención en la ruta, se le encontraron lesiones compatibles con expresiones físicas de defensa, en este caso, de Débora.
Este martes, a la mañana, también se había encontrado la carpa con la que la pareja oriunda de Barker se había instalado en lo que debió ser una salida de paseo y descanso y terminó de forma sangrienta.
La zona donde se había concentrado este rastrillaje es inmediata al frente marítimo, destacada por un conjunto de dunas y por sobre todo una abundante forestación que da forma a este reconocido Parque Miguel Lillo. Es un extenso predio municipal de 640 hectáreas y casi un millón de árboles que componen una geografía compleja para los responsables de esta búsqueda.
Hermanas y una tía de Bulacio estaban presentes en la zona cuando funcionarios judiciales y policiales les confirmaron el hallazgo del cadáver. Debieron ser asistidas por un equipo de emergencias médicas.
Esos familiares afirmaron que había antecedentes de violencia de parte de Gutiérrez y reiterados episodios de celos hacia quien era su compañera.
“Lo que más nos preocupó es que este lunes no llamó a su hijo, cuando era su cumpleaños”, contó Natalia, hermana de Bulacio, que viajó hasta Necochea para tomar contacto con las autoridades judiciales y policiales antes del dramático hallazgo.
Este viaje de la pareja, según explicó Natalia Bulacio, se había anunciado a los familiares. La relación entre ambos era tan conocida para ellos como los episodios rayanos a la violencia, que aparecían como una constante.
Un audio que trascendió en las últimas horas y que correspondería a la víctima, enviado por aplicación de telefonía a una de sus tres hijas, ratificaría las discusiones que escucharon los acampantes que declararon en la causa. “La verdad es que la vengo pasando súper mal”, comentó Débora en ese mensaje enviado horas antes de su desaparición.
El encargado del lugar vio a González irse solo del camping, aproximadamente a las nueve de la mañana del domingo. Después de eso llamó 911. El fiscal ordenó el secuestro de los discos que registran las imágenes de las cámaras de seguridad el predio.
Durante la búsqueda también se advirtió una rotura del cerco perimetral que delimita el camping. No se descarta que pueda tener que ver con este episodio que se investiga, aunque aún no se pudo determinar.
Hasta el momento no se pudo recuperar el teléfono celular de Bulacio. Los llamados que se realizaron para contactarla tienen como respuesta sonidos que indicarían que está apagado.
El rastrillaje, que tuvo como última incorporación los perros expertos en búsqueda de personas y cadáveres, continuó hasta primeras horas de la tarde, cuando se confirmó el hallazgo del cadáver.
Gutiérrez está detenido, acusado por homicidio agravado por el vínculo y violencia de género. Permanece alojado en una sede policial de Necochea y, asistido por un defensor oficial, se negó a declarar tanto cuando la causa se abrió como averiguación de paradero como cuando se lo imputó por el femicidio, que lo expone a una pena de prisión perpetua.
Este es el segundo episodio con aires de tragedia que vive Necochea en menos de dos semanas. El anterior también se dio muy cerca del mar, pero en este caso en zona céntrica, cuando dos adolescentes de 16 y 17 años se enfrentaron en una pelea. Uno de ellos murió por herida de arma blanca provocada con un cuchillo o punta que le fue acercada por otros que, allí presentes, alentaban la disputa.