El Museo del Escritor, con flamante sede, rescata la poesía de Francisco Luis Bernárdez
MADRID.— Además del Prado, el Reina Sofía, las Colecciones Reales y el Thyssen, Madrid tiene otro museo que atesora una colección invaluable: el Museo del Escritor, dirigido por los argentinos...
MADRID.— Además del Prado, el Reina Sofía, las Colecciones Reales y el Thyssen, Madrid tiene otro museo que atesora una colección invaluable: el Museo del Escritor, dirigido por los argentinos Raúl Manrique Girón y Claudio Pérez Míguez. Desde su nueva sede, celebran su nueva publicación: la reedición de los primeros poemas de Francisco Luis Bernárdez, hermano de Aurora Bernárdez, quien además fuera su gran amiga.
“Somos ratas de biblioteca que buscamos, buscamos y buscamos”, asegura Pérez Míguez desde la nueva sede esta prestigiosa institución. El Museo del Escritor se mudó hace unos meses a la Calle Hilarión Eslava 21 (a pocos metros de la casa donde vivió Benito Pérez Galdós y de la Casa de las Flores, donde habitó Pablo Neruda). Antes estaba ubicado a pocas cuadras de aquellas coordenadas, también en el barrio de Argüelles, pero el precio de alquiler no dejaba de aumentar. En esta dirección también funciona una librería, dos editoriales (Centro Editor y Del Centro Editores) y una galería de arte.
El acervo del Museo del Escritor, que comenzó con una vitrina a la calle en 2007 y actualmente expone 200 objetos al visitante, es invaluable (gran parte de la colección está guardada en seguros depósitos). Por ejemplo, la mayoría de los objetos que se expusieron hasta marzo en el Centro Cultural Recoleta en la muestra homenaje a Julio Cortázar pertenecen a su colección. En la actualidad, en la Feria del Libro de Granada, todos los objetos que se exponen en Escrito por mujeres, centrado en autoras españolas de la década del cincuenta, son propiedad del Museo del Escritor; en el Museo de la Universidad de Alicante esta institución prestó material de 38 autoras latinoamericanas hasta hace algunas semanas.
Una de las complejas e inconmensurables tareas que se propusieron Manrique Girón y Pérez Míguez cuando crearon el Museo del Escritor en Madrid fue la de rescatar la obra y el legado de grandes autores, en particular, argentinos. Desde la nueva sede de este prestigioso centro, conversaron con LA NACION sobre su último gran aporte al acervo literario nacional: la edición de los tres primeros poemarios de Francisco Luis Bernárdez, Tres libros de tiempos ultraístas (Centro Editor). Allí se pueden encontrar reunidas Orto (1922), Bazar (1922) y Kindergarten (1923).
La ciudad sin Laura (1938) es posiblemente el libro más célebre de Bernárdez (1900-1978), “un autor que le abrió las puertas a muchos de los poetas que vinieron después”, dice Manrique Girón sobre este intelectual que tuvo un lugar destacado durante la eclosión de las vanguardias, fue diplomático y colaborador de LA NACION. Incluso una de las composiciones en esta flamante edición “Poemas de mi tierra”, está dedicada al diario (“al más sólido prestigio del periodismo de mi patria”). Además de tener acceso al archivo y a la correspondencia de Bernárdez, esta publicación es también “una deuda moral”, dice Pérez Míguez que tenían junto Manrique Girón hacia su gran amiga Aurora Bernárdez, hermana del poeta y quien fuera pareja de Julio Cortázar.
Hijo de inmigrantes gallegos, Bernárdez nació en Buenos Aires y se mudó con su familia a los 20 años a España, donde permaneció cuatro antes de regresar a la Argentina. Bernárdez fue un gran amigo de sus amigos, entre los que se encontraban Ramón del Valle Inclán, Leopoldo Marechal y Jorge Luis Borges. El autor de Ficciones escribió a Bernárdez cuando falleció un poema llamado “Epílogo”, publicado en La Prensa, un largo lamento que clama su presencia: “Ya cumplida la cifra de los pasos/que te fue dado andar sobre la tierra, digo que has muerto. Yo también he muerto./Yo, que recuerdo la precisa noche/del ignorado adiós, hoy me pregunto: ¿Qué habrá sido de aquellos dos muchachos/que hacia mil novecientos veintitantos/buscaban con ingenua fe platónica/por las largas aceras de la noche/del Sur o en la guitarra de paredes/o en fábulas de esquina y de cuchillo/o en el alba, que no ha tocado nadie,/la secreta ciudad de Buenos Aires?/Hermano en los metales de Quevedo/y en el amor de numeroso hexámetro,/descubridor (todos entonces lo éramos)/de ese antiguo instrumento, la metáfora,/Francisco Luis, del estudioso libro,/ojalá compartieras esta vana/tarde conmigo, inexplicablemente,/y me ayudaras a limar los versos”.
“Estos libros son inconseguibles, no los tiene ni la propia familia. Solo se consiguen en coleccionista. Esta edición ha repetido íntegramente el contenido de las primeras ediciones”, sostiene Pérez Míguez sobre estos poemas de vanguardia, ultraístas, en particular. Bazar, por ejemplo, tiene un prólogo de Ramón Gómez de la Serna (“yo le ruego que si me ha pedido usted el prólogo con sinceridad más que para unir mi firma a la suya, para unir mi criterio al de usted al final del poema, en vez de FIN ponga un cartel más de LIQUIDACIÓN”) y un retrato realizado por Cándido Fernández Mazas.
“Paco”, como le dicen Manrique Girón y Pérez Míguez con cariño a Bernárdez, tuvo un solo hijo, quien falleció y ha sido la nuera del poeta, Margarita de Lara, quien permitió y autorizó la publicación de esta edición. “Este libro es el reflejo de una época, de todo un grupo de artistas que frecuentó Bernárdez. Los poemas son preciosos, frescos, tiernos. Hay poemas dedicados a la Argentina, a Almafuerte, a Lugones y otros a Galicia, a los campesinos gallegos a la pobreza de la aldea. Son versos de juventud y es lógico que, cuando uno madura, encuentra otro estilo”, explica Pérez Míguez.
Incansables, anticipan que en breve publicarán en la colección que poseen Nuevos Cuadernos de la Quimera un libro de Luisa Valenzuela y también otro libro sobre la correspondencia entre Cortázar y Carlos Fuentes. “El único problema que hace compleja la actividad cultural es el económico. Todo lo demás es apasionante”, asegura Manrique Girón.