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El secreto nutricional que esconden las moras de la vereda

Basta mirar con atención para descubrir las moreras: crecen libres en veredas, baldíos, bordes de monte o patios antiguos, como parte de un paisaje generoso que, año tras año, nos ofrece dulces...

El secreto nutricional que esconden las moras de la vereda

Basta mirar con atención para descubrir las moreras: crecen libres en veredas, baldíos, bordes de monte o patios antiguos, como parte de un paisaje generoso que, año tras año, nos ofrece dulces...

Basta mirar con atención para descubrir las moreras: crecen libres en veredas, baldíos, bordes de monte o patios antiguos, como parte de un paisaje generoso que, año tras año, nos ofrece dulces frutos de verano altos en nutrientes.

Aunque solemos llamarlas a todas “moras”, no son todas iguales. Las del género Morus nacen de árboles caducifolios de copa amplia y enorme sombra; las Rubus, en cambio, como las zarzamoras, trepan o se extienden a ras del suelo, en alambrados y cercos.

En conjunto, conforman una dupla perfecta: la morera (árbol) da estructura al jardín y refugio, las zarzamoras lo recorren con su fuerza móvil y rastrera. Ambas ofrecen frutos y hojas que nutren el cuerpo, el paisaje y la mesa.

En cada una de esas pequeñas frutas violetas se concentran pigmentos valiosos –antocianinas, polifenoles, taninos, vitaminas C y K, y fibra– que no solo aportan color, sino una poderosa acción antioxidante y antiinflamatoria.

Nos protegen del estrés oxidativo típico del calor y del sol, y acompañan el bienestar cardiovascular

Sin embargo, el verdadero tesoro de esta especie no termina en el fruto: sus hojas también cuentan historias.

En la medicina tradicional china y en la ancestral de América Latina, se usaban como digestivas para aliviar la tos, refrescar el cuerpo y regular la glucosa.

Hoy sabemos que esos efectos se deben a compuestos como el DNJ (que ayuda a equilibrar los niveles de azúcar) y a sus taninos, que favorecen la digestión y cuidan el hígado.

En verano, cuando el cuerpo demanda hidratación, antioxidantes y reparación celular, las moras –en fruto o en hoja– ofrecen un remedio natural, funcional y delicioso.

Llevarlas del jardín a la cocina es más que un gesto gastronómico: es una manera de estar en sintonía con la naturaleza, de escuchar lo que la temporada nos propone.

Moras en el jardín

Integrar moreras (Morus spp.) o zarzamoras (Rubus spp.) en el jardín es una invitación a pensar en sistemas vivos. Las moreras aportan estructura y sombra; las zarzamoras, dinamismo y textura.

Se pueden combinar con flores comestibles –como caléndulas, borrajas o violas–, para que cada una aporte sabor, color y biodiversidad

Entre sus raíces, los cubresuelos aromáticos como el orégano, el tomillo o la menta ayudan a mantener la humedad y atraen polinizadores.

Sus hojas, frescas o secas, pueden aprovecharse para infusiones o pulverizarse y usarse como polvo vegetal en preparaciones dulces o saladas.

La clave está en cerrar el círculo: lo que no se cosecha vuelve al suelo como compost, y lo que sí se cosecha nutre nuestro cuerpo y da color a la cocina. Así, el jardín se convierte en un organismo vivo, donde lo ornamental y lo comestible se entrelazan, y donde cada estación deja a su paso su sabor y su enseñanza.

Cómo usarlas en la cocina

Puede hacerse una mousse liviana con base de yogur que convierte a la mora en protagonista, con el valor agregado del polvo de sus hojas.

Ingredientes:

-Moras frescas, 300 g

-Azúcar (para el merengue), si usas moras silvestres, 50 g, si usas zarzamora, 100 g

-Claras de huevo, 2

-Agua, 35 ml (para el merengue italiano)

-Yogur griego, 180 g

-Ralladura de limón, 1 cdita.

-Hojas de morera tiernas o menta para decorar en forma de polvo.

Lavar las moras, escurrirlas y procesarlas hasta obtener un puré. Reservar.

En una olla pequeña, combinar el azúcar y el agua. Calentar hasta llegar a 118-120°C, formando un almíbar ligero. Mientras tanto, batir las claras a punto de nieve suave. Verter el almíbar caliente en hilo sobre las claras mientras se baten a velocidad media-alta hasta obtener un merengue firme, brillante y tibio. Mezclar suavemente el yogur griego con el puré de moras y la ralladura de limón. Incorporar.

Para el polvo de hojas: lavar y secar hojas jóvenes de morera. Colocarlas en una bolsa de género (lienzo). Llevarla a la sombra o en un lugar seco y oscuro, donde corra aire. Mover la bolsa una vez al día, hasta que estén completamente secas. Molerlas finamente en mortero o procesador. Espolvorear sobre mousse, yogur, ensaladas o frutas frescas para aportar color y aroma.

También podemos hacer una ensalada de moras, queso y hierbas.

Ingredientes:

-Moras frescas, 150 g

-Verdes mixtos (rúcula, berro, lechuga, espinaca)

-Ricota de oveja, 150 g

-Hojas de menta, hojas pequeñas de morera (opcional, finamente cortadas)

-Sandía fresca, 1 base por ensalada

-Aceite de oliva extra virgen, 2 cdas.

-Aceto balsámico o vinagre de vino, 1 cda.

-Mermelada de moras, 1 cdita.

-Sal y pimienta, a gusto

-Opcional: nueces partidas

Mezclar las hojas verdes, la menta y las moras. Desmenuzar la ricota sobre la ensalada. En un bol pequeño, emulsionar el aceite con el vinagre, la mermelada de moras, la sal y la pimienta. Aderezar justo antes de servir. Terminar con algunas hojas de morera finas o con polvo de moras.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-jardin/el-secreto-nutricional-que-esconden-las-moras-de-la-vereda-nid13122025/

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