Es argentino en Raleigh y cuenta cómo es vivir como migrante hoy en Estados Unidos: “Implica un desgaste terrible”
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El proceso migratorio hacia Estados Unidos suele pensarse como una promesa de muchas oportunidades, pero también se vuelve un camino lleno de desafíos. Federico Iannone, un argentino que vive en Raleigh, Carolina del Norte, ilustró ese contraste en un relato personal que resume lo mejor y lo peor de residir desde hace tres años en el país norteamericano.
El costo emocional de emigrar a EE.UU.: el testimonio de un argentino en RaleighPara Iannone, el primer impacto de emigrar a EE.UU. no tiene que ver con lo económico, sino con lo emocional. En esa línea, reconoció que vivir fuera de su país natal implica un desgaste que no siempre se anticipa previamente.
“Está buenísimo vivir acá, pero tener hijos y vivir en otro país implica un desgaste terrible”, dijo Iannone en un video de su cuenta de YouTube. Según describió, la distancia se vuelve más cruda cuando la rutina avanza, ya no se trata del entusiasmo inicial, sino de sostener la vida diaria en un entorno y cultura desconocidos.
“Para venir a vivir a otro país tenés que estar dispuesto a ponerle el pecho a todo, como en mi caso, que estoy a más de 13.000 kilómetros”, sostuvo. A eso se suma el peso de construir redes desde cero. “Hay que aprender a vivir sin tus amigos, sin tus afectos, sin tus hijos”, aseguró.
Además, señaló que la migración implica aceptar que muchos vínculos quedan atrapados en la distancia. Consciente de que su visión puede sonar dura, Iannone matizó: “Quiero que entiendan que decir esto no significa ser malagradecido por todo lo que EE.UU. me ha dado”.
Vivir en Carolina del Norte: lo que un argentino valora del orden y la seguridad en EE.UU.El argentino afirmó que, si hay un punto donde Estados Unidos se destaca, es en la previsibilidad. “Acá hay reglas”, resumió. También señaló que la “ausencia de caos” facilita la concentración en metas de mediano y largo plazo, especialmente para quienes llegan con aspiraciones de progreso profesional.
El orden también se traduce en seguridad y rutina familiar. Para Iannone, ese equilibrio compensa parte del sacrificio emocional. La clave, según planteó, está en comprender que no se trata de una vida “fácil”, sino de una vida “posible”: sin grandes sobresaltos, pero también sin los imprevistos que, desde su mirada, caracterizaban su día a día en la Argentina.
Lo que EE.UU. le enseñó tras emigrar: memoria, trabajo y adaptaciónPor otra parte, Iannone admitió que al llegar sintió que todo le resultaba ajeno, pero con el paso del tiempo desarrolló dos grandes aprendizajes. El primero es aceptar que el vínculo con la Argentina cambia: el país se idealiza, se extraña y se sufre desde lejos.
“Estados Unidos te enseña a valorar tu país de origen, pero también te enseña a tener memoria, porque uno recuerda por qué se fue de Argentina”, reflexionó el hombre.
El segundo aprendizaje tiene que ver con el trabajo. Para él, EE.UU. funciona como un terreno fértil para quienes buscan estabilidad laboral y están dispuestos a adaptarse. No para conseguir un ascenso inmediato, pero sí un camino progresivo y previsible, siempre ligado al esfuerzo personal.
En este sentido, Iannone remarcó que vivir y trabajar en EE.UU. con un salario en dólares no se traduce automáticamente en que te sobre el dinero. Según sostuvo, la clave del éxito está en el esfuerzo y el trabajo duro detrás.
El balance final del migrante argentino sobrevivir en Estados UnidosEn su balance final, Iannone evitó cualquier idealización. Reconoció que encontró en Raleigh un espacio donde construir una vida, pero insistió en que ese logro no es gratuito.
“Tenés que saber que vas a renunciar a muchas cosas. Y que la familia que formaste en EE.UU. no tiene nada que ver con la que dejaste”, explicó el migrante argentino.
Para Iannone, lo mejor y lo peor de ser migrante convive, sin posibilidad de separar una cosa de la otra. La posibilidad de progreso, por un lado, y la renuncia afectiva, por otro, forman parte de un mismo proceso. Su reflexión sintetiza esa dualidad: vivir en Estados Unidos en 2025 puede abrir puertas únicas, pero también obliga a cargar con una distancia que nunca desaparece del todo.