Hace 1700 años fue sede de un hito de la Iglesia y hoy no queda nada: Iznik, la pequeña ciudad turca que visitó el Papa
IZNIK, Turquía.– No queda nada. Ya no existe esa estratégica ciudad del Asia Menor conocida como Nicea, donde hace 1700 años se produjo un acontecimiento que, más que un simple acuerdo teoló...
IZNIK, Turquía.– No queda nada. Ya no existe esa estratégica ciudad del Asia Menor conocida como Nicea, donde hace 1700 años se produjo un acontecimiento que, más que un simple acuerdo teológico, fue un hito que marcó la historia de la Iglesia: un momento en el que todo el mundo cristiano pudo unirse, aunque solo fuera brevemente, y profesar un solo credo.
Sólo hay ruinas de excavaciones arqueológicas de una antigua basílica cristiana, de San Neófito, construida hace 1600 años, destruida en un terremoto y cuyos restos fueron descubiertos, sumergidos en un lago, casi por casualidad en 2014, gracias a fotografías aéreas. Pero en una “época dramática, en la que las personas se ven sometidas a innumerables amenazas a su propia dignidad”, el papa León XIV quiso volver a este lugar de enorme simbolismo, donde tuvo lugar el Primer Concilio de Nicea, desde donde lanzó un enérgico reclamo de unidad.
“La reconciliación es hoy un llamamiento que surge de toda la humanidad afligida por los conflictos y la violencia. El deseo de plena comunión entre todos los creyentes en Jesucristo va siempre acompañado de la búsqueda de la fraternidad entre todos los seres humanos”, clamó, tras llegar en helicóptero a orillas del lago de Iznik, como se llama la pequeña ciudad que surgió en lo que fue Nicea.
La primera oración ecuménica de un Papa, León XIV, junto a otros líderes cristianos, en Iznik, donde tuvo lugar hace 1700 años el Concilio de Nicea
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Luego de recordar que en este hoy desconocido rincón del planeta, donde los cristianos -divididos desde el cisma de 1054-, dejaron atrás peleas y se pusieron de acuerdo sobre el Credo que se profesa actualmente, el Papa estadounidense insistió en su exhortación.
“Existe una hermandad universal, independientemente de la etnia, la nacionalidad, la religión o la opinión. Las religiones, por su naturaleza, son depositarias de esta verdad y deberían animar a las personas, a los grupos humanos y a los pueblos a reconocerla y practicarla”, aseguró. “El uso de la religión para justificar la guerra y la violencia, como cualquier forma de fundamentalismo y fanatismo, debe ser rechazado con firmeza, mientras que los caminos a seguir son los del encuentro fraternal, el diálogo y la colaboración”, enfatizó.
¿Por qué fue importante Nicea?Fue su predecesor, Francisco, quien había planeado peregrinar hasta Iznik, la zona donde existió Nicea y hoy es una pequeña ciudad agrícola de 20.000 habitantes, puesta a nuevo para esta histórica visita.
¿Por qué fue importante Nicea? Fue aquí, a 150 kilómetros al sudeste de Estambul, un lugar nunca antes pisado por un Pontífice, donde tuvo lugar un primer “macroevento” ecuménico. Este resolvió las persistentes disputas teológicas del siglo IV d.C. y dejó una impronta imborrable en la identidad cristiana.
Se denominó “ecuménico” porque fue el primero en reunir a unos 300 obispos de todas las regiones del Imperio Romano con un solo objetivo: alcanzar un consenso universal en la Iglesia. Y fue aquí que los padres conciliares utilizaron por primera vez la expresión “Nosotros creemos”.
El papa Silvestre I era entonces el pontífice reinante, pero no pudo asistir por su avanzada edad y envió a dos representantes. El concilio, que comenzó el 20 de mayo del año 325, había sido convocado por el emperador Constantino, doce años después de su legalización del cristianismo (313).
León XIV llegando a Iznik, la antigua Nicea
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El objetivo principal fue intentar resolver la controversia arriana: en Alejandría, un sacerdote llamado Arrio comenzó a cuestionar la naturaleza divina de Jesús. Argumentaba que Jesucristo no era realmente divino y de la misma naturaleza que Dios Padre: una confusión, definida “arriana” que comenzó a extenderse rápidamente, causando inestabilidad política y división. Constantino le envió un emisario, pero Arrio no cambió de opinión, por lo que se consideró necesario convocar un Concilio que finalmente condenó las ideas de Arrio y formuló el Credo de Nicea.
En la sobrecogedora oración ecuménica sobre una pasarela a orillas del lago y ante un flamante complejo tipo museo levantado para contemplar las ruinas de la antigua basílica, León XIV, que desde que fue electo dejó en claro que el gran problema actual no es el secularismo, sino el arrianismo -creer que Jesucristo no es Dios-, aludió a una suerte de nuevo arrianismo que se vive hoy.
Como había hecho al día siguiente de su elección, el 9 de mayo, en la misa junto a todos los cardenales en la Capilla Sixtina, advirtió del “riesgo de reducir a Jesucristo a una especie de líder carismático o superhombre, una tergiversación que al final conduce a la tristeza y la confusión”.
Lo acompañaban, en ese momento, decenas de otros líderes cristianos, entre los cuales, el Patriarca ortodoxo de Constantinopla, Bartolomé I. El gran ausente era el Patriarcado ortodoxo de Moscú, peleado con el de Constantinopla por su respaldo a la separación de la Iglesia ortodoxa ucraniana de la oficial, que no envió a ningún representante.
En una segunda jornada de su primer viaje internacional dedicada a la minoría cristiana de Turquía -país musulmán-, por la mañana León XIV tuvo su primer baño de multitud al reunirse con buena parte de los católicos en la catedral del Santo Espíritu de Estambul. Allí fue vivado por los presentes, la mayoría extranjeros.
“Esperábamos la visita de Francisco, que sabemos que no pudo ser y lo lindo fue que el papa León aceptó el testimonio y vino en su lugar, para celebrar también estos 1700 años de Nicea”, dijo a LA NACION Alfonso Samuner, docente de La Plata que vive en Estambul desde hace 8 años, más que entusiasmado ya que logró estar muy cerca del Pontífice.
“Me transmitió una grandísima paz, llevábamos a un niño discapacitado que es hijo de una española y un turco y el Papa vino a saludarlo con un abrazo muy cariñoso... Y lo lindo también es que nos miraba y nos alentaba en la gran diversidad que tenemos en Turquía, donde hay diferentes ritos, idiomas, culturas y proveniencias”, destacó. Samuner, que enseña español, contó que en Turquía viven unos 200 argentinos, muchos de ellos casados con locales.
El Pontífice también fue vivado cuando visitó un hogar para adultos mayores que desde hace más de cien años manejan las Hermanitas de los Pobres. En las dos ocasiones, recordó a Francisco, que llamaba a la Iglesia a mantener una lógica de la pequeñez y a cuidar a los mayores, porque “los ancianos son la sabiduría de un pueblo, una riqueza para los nietos, para las familias, para toda la sociedad”. Más tarde se reunió privadamente con el gran rabino de Turquía, David Sevi, en un encuentro de quince minutos en la delegación apostólica de Estambul.
En Iznik, lugar de enorme importancia para los cristianos, pero donde hoy sólo hay mezquitas y ya no queda ni una Iglesia cristiana, sino tan sólo ruinas, cuando León XIV llegó por la tarde de una jornada soleada, no tuvo ninguna gran bienvenida. En una pequeña ciudad renovada para la ocasión y que espera a partir de ahora que haya turismo, en medio de impresionantes medidas de seguridad, con el tránsito cerrado y vallas, sólo se veían algunos curiosos subidos a techos de un restaurante de la costanera cercano a la zona de la ceremonia y unos pocos invitados.
Es más, poco antes de que aterrizara su helicóptero, el canto del muecín de una mezquita rompió el silencio en el área preparada para la oración ecuménica de conmemoración, haciendo sentir con fuerza el paso de la historia.