Joana Marcús: “No es que los jóvenes no leen, sino que no leen lo que los adultos quisieran”
A los once años, ...
A los once años, Joana Marcús escribió su primera historia. No tenía grandes ambiciones, solo curiosidad. Dos años después, a los 13, comenzó a publicar sus escritos en Wattpad (la plataforma online donde cualquier usuario puede subir contenido, y también comentar el de otros) con la naturalidad con la que una adolescente escribe un diario: sin pensar en lectores, sin imaginar que, años después, su nombre sería sinónimo de fenómeno editorial.
Nacida en Mallorca en 2000, su camino literario comenzó en la virtualidad, pero pronto dio el salto al papel, y desde entonces no ha dejado de crecer. Hoy, con más de un millón de ejemplares vendidos en el mundo, es una de las autoras más leídas en lengua española por el público juvenil, y la escritora juvenil más vendida después de J.K. Rowling en España.
En el marco de la presentación de su última bilogía, Extraños —compuesta por los títulos Etéreo y Sempiterno, publicados por el sello Montena—, la autora está de visita en Buenos Aires, donde agotó en apenas dos minutos las 300 entradas para el evento que tendrá lugar mañana en el complejo C Art Media. También arrasó con la convocatoria para la firma de ejemplares que se realizará el jueves en El Ateneo Grand Splendid: las 400 ubicaciones disponibles también se agotaron en un par de minutos, dejando en evidencia la enorme expectativa que despierta entre sus lectoras.
Extraños es una bilogía del género romantasy, protagonizada por Victoria, una joven marcada por la soledad y el abandono, y Caleb, un ser “etéreo” que no es del todo humano. Ambientada en un mundo donde lo sobrenatural convive con lo cotidiano, la historia explora temas como el dolor, el trauma, el deseo y la construcción de la identidad. Lejos de ser un romance convencional, la saga profundiza en los vínculos disfuncionales, la redención y los límites de la memoria y del destino. Con una narración intensa y emocional, Marcús se aleja del registro más luminoso de sus primeras novelas para adentrarse en un universo más crudo y vertiginoso.
En entrevista con LA NACION, la autora de 25 años habla sobre sus inicios, sobre su adolescencia -sufrió bullying por parte de sus compañeros de colegio, lo que hizo que dejara de publicar en Wattpad por dos años-, sobre el vínculo con sus lectores, el salto de la autopublicación al mundo editorial y los prejuicios que aún pesan sobre la literatura juvenil. También reflexiona sobre cómo la exposición cambió su cotidianidad y su proceso de escritura.
-Agotaste las entradas de ambos eventos en cuatro minutos. ¿Te esperabas algo así?
-La verdad, no sé dónde estaban mis expectativas, pero te aseguro que no estaban en “dos minutos para 700 entradas”. Me acuerdo que al principio, cuando lo hablábamos con la editorial, manejábamos números grandes, pero preferí limitar un poco la cantidad para que cada persona pudiera tener su espacio y su momento. Aun así, pensé que iba a quedar un margen de entradas libres —como suele pasar—, y no: en dos minutos ya estaba todo agotado. Fue una locura.
-Ya te había pasado algo similar en la Feria del Libro 2023...
-Claro, pero esa vez era la feria, con todo el contexto que implica. En este caso es un evento independiente, y no tienes tan claro si va a haber gente que quiera venir, hacer una fila, esperar durante horas... Siempre sorprende. El recibimiento en Buenos Aires está siendo increíblemente cálido.
-Eso dice mucho también del entusiasmo de los jóvenes por la lectura, ¿no? A veces se escucha que son quienes menos leen...
-Ese prejuicio se repite mucho, pero es completamente falso. Cualquiera que diga que los jóvenes no leen es porque no se ha tomado el trabajo de hablar con ellos o mirar las estadísticas. El mercado juvenil creció muchísimo, sobre todo durante la pandemia. No es que no lean: lo que pasa es que no leen lo que los adultos querrían que leyeran. Cada uno consume aquello con lo que se identifica, con lo que se siente cómodo, y los jóvenes, lógicamente, van a leer juvenil. Lo que hay detrás de ese prejuicio no es una falta de lectura, sino una mirada que no termina de reconocer al género juvenil como parte del fenómeno literario en general.
-¿Sentís que el género juvenil está subestimado, que carga con ciertos estigmas?
—Sí, totalmente. Pero creo que poco a poco estamos empezando a romper ese estereotipo. Cada género tiene sus fortalezas, sus debilidades, sus lugares comunes, y eso no lo hace ni mejor ni peor. No hay un barómetro que mida qué literatura es válida y cuál no. Hay libros escritos para diferentes públicos, y eso también es valioso.
Muchas veces se critica la literatura juvenil porque no responde a los parámetros de lo que se considera “alta literatura”, pero no se trata de competir en ese terreno. Un lector joven probablemente no disfrute una obra clásica del mismo modo que de un libro pensado desde un lenguaje y una experiencia más cercana a la suya. Y eso no lo invalida. Al contrario: habla de una literatura que sabe a quién se dirige.
Siento que estamos en un proceso de visibilización. Muchas de las autoras y autores que empezamos escribiendo en internet estamos saliendo de esos márgenes, publicando en papel, llegando a más espacios. Y todo eso ayuda a que el género gane legitimidad. Es cuestión de seguir insistiendo, de no soltar.
-¿Cómo fue el salto de publicar en digital a pasar al papel con una editorial?
-Al principio fue surreal. Cuando recibí el primer mail de la editorial pensé que era una broma de mis amigos. Literalmente. Dejé a alguien de Penguin Random House esperando una respuesta durante un mes porque estaba convencida de que no era real -cuenta entre risas-. En ese momento nadie salía de internet. No era una cuestión de autoestima, era que no sucedía, no era habitual. Era un sueño, pero muy lejano.
Cuando empezamos a trabajar juntos, me sentí un poco abrumada. Sentía que una editorial muy grande estaba apostando por mí y que tenía que estar a la altura. Ya tenía muchos lectores, sí, pero no era el nivel de exposición que tengo ahora. Sentía cierta presión. Pero la experiencia fue mucho más suave de lo que imaginaba. En ningún momento intentaron cambiar mis historias o hacerlas encajar en otro formato. Sabían que ya había una voz construida y me ayudaron a mejorarla sin intervenir de forma invasiva. Fue un trabajo muy respetuoso.
-Contaste públicamente que sufriste bullying durante tu adolescencia. También hablás bastante de salud mental y, además, estás por terminar la carrera de Psicología. ¿Sentís que tenés una responsabilidad particular con los temas que abordás por el tipo de lectoras que te siguen?
-Sí, sin duda. Me falta solo hacer las prácticas para terminar la carrera, pero ya tengo los créditos y el trabajo final. Y con respecto a la pregunta, lo siento más allá incluso del rol de autora: tiene que ver con el hecho de que tengo un público muy joven. Es verdad que hay lectoras de muchas edades, pero el grueso va de los 13 a los 25. Y una persona de 13 años puede estar topándose con ciertos temas por primera vez en su vida a través de un libro mío. Eso implica una responsabilidad enorme.
Tengo mucho cuidado con cómo expongo los problemas, pero al mismo tiempo intento no aleccionar. No me gusta cuando me hablan en tono paternalista, cuando me dicen qué está bien y qué está mal. Entonces lo que trato de hacer es escribir desde la mayor objetividad posible, para que cada lector forme su propia opinión, pero siempre con respeto. Hay temas que no pueden ser tratados a la ligera ni usados como trama secundaria. Requieren profundidad, cuidado, protagonismo.
Pero fuera de eso, intento ser yo misma. Creo que el mejor ejemplo que uno puede dar es justamente ese: ser auténtico. Que si te gusta un tipo de libro, está bien. Si eres de determinada manera y eso incomoda a otros, también está bien. No puedes cambiar para agradar a todo el mundo.
-Tenes una comunidad de lectores muy activa en redes sociales. ¿Te influye la opinión de ellos a la hora de escribir?
-Quizá quedo fatal diciendo esto, pero no me dejo influir demasiado. Siempre sentí que no podía escribir pensando en gustarle a todo el mundo. Mi trabajo es exponer una historia; después, cada quien decide si le gusta o no. Pero si empezara a atender cada sugerencia o crítica, me volvería loca. Hay muchas voces, muy distintas, y sería imposible complacerlas a todas. Por eso trato de poner cierta distancia: escucho, leo, tomo nota, pero al final la decisión es mía. Es la única forma en la que siento que puedo sacar la mejor versión del libro.
-Esta bilogía la escribiste en Wattpad, pero ahora la editaste para su publicación en papel. ¿Cómo fue reencontrarte con tu voz de hace unos años?
-Es como leer el diario de tu yo de 17. Hay momentos en los que me da ternura, otros en los que me muero de vergüenza. Pero también me pasa algo muy loco: a veces leo una escena y pienso “ojalá pase tal cosa”, y justo pasa eso, con las mismas palabras que imaginé. Eso me hace dar cuenta de que, aunque creamos que cambiamos, siempre hay algo del niño interior que sigue ahí, conectando. El proceso de reescritura me ayudó a comprender qué sentía entonces, a perdonarme algunas cosas, a ser una versión más amable de mí misma.
-Tenés 24 libros publicados. ¿Qué lugar ocupa “Extraños” en tu recorrido?
—Es el último libro que escribí completo en Wattpad. Me doy cuenta ahora de que es como mi “último trabajo de niña”, y eso me emociona. Es lindo, pero también me pone un poco triste: siento que ya no voy a poder conectar con esa versión de mí. En la universidad dejé de tener tiempo para escribir como antes, algunas historias quedaron inconclusas. Etéreo y Sempiterno representan un antes y un después. Escribirlas fue una forma de despedirme de esa etapa, de aceptar que ya no tengo 17. Ahora tengo que contar otras cosas.
—¿Qué sentís al volver a encontrarte cara a cara con tus lectoras?
—Muchísima ilusión. La última vez que vine ustedes acababan de ganar el Mundial. Me acuerdo que había un vuelo de Madrid a Buenos Aires lleno de fotos de Messi. Pero el público argentino es muy amable, muy pasional. Incluso si haces un chiste malo, te lo festejan. Siempre me hacen sentir bien. Sé que esta vez va a venir mucha gente nueva que no pudo estar en 2023. Estoy muy emocionada.
-¿En qué proyecto estás trabajando ahora?
-Bueno… la verdad es que no me dejan decirlo (risas). Para ser honesta, tengo mucha libertad: Antes de diciembre, Etéreo, todos los elegí yo. Siempre es una pregunta abierta: “¿Qué te apetece hacer ahora?”. Y eso lo valoro mucho. En este momento decidimos que, como en España es verano y hay una especie de receso, voy a tomarme agosto para descansar después de la gira. Cuando vuelva de las vacaciones, ya tomaré una decisión. Así que, oficialmente, todavía no hay nada… pero ideas, por supuesto, tengo.