Jorge Polaco, el director censurado en democracia que cultivó un cine provocador, político y monstruoso
“Pareciera que ciertas actitudes de la vida están destinados a los lindos y a las lindas y hasta cierta edad”, dice Jorge Polaco en un tramo del documental realizado por María Onis que lleva ...
“Pareciera que ciertas actitudes de la vida están destinados a los lindos y a las lindas y hasta cierta edad”, dice Jorge Polaco en un tramo del documental realizado por María Onis que lleva su nombre y se estrena este sábado 24 de mayo en el espacio Cacodelphia, por cierto, un refugio porteño de la buena cinematografía.
Acaso esa frase del realizador encierre, si se toman sus palabras literal y simbólicamente, una posible definición de su obra. Jugó con la sintaxis de los cuerpos, como un territorio semántico donde explorar significados. La desnudez como posibilidad expresiva. Hizo estallar el concepto de belleza hegemónica y se atrevió a darle entidad a la vejez como una zona de deseos y sexualidades activas. Pero fue mucho más.
Recuperó a Isabel “Coca” Sarli y se convirtió en una suerte de Armando Bo resignificado y disruptivo. Trabajó con Margot Moreyra, una mujer mayor que todos llamaban “Margotita” y cuya esencia reivindicó un lugar de valoración para la ancianidad. Sus personajes, y posiblemente sus actores, estaban algo “corridos del eje” del “deber ser” y los parámetros de “normalidad” imperantes. Jorge Polaco también transitaba un andarivel muy propio.
Es dificultoso organizar en definiciones el universo de Polaco. Su cine fue provocador y vanguardista. Mezcla de pop, rock, kitsch y camp. Así era él. Su obra lo expresaba. Lo suyo no estaba destinado a las masas; no hacía concesiones en busca de fervores masivos.
Algo adelantado a su tiempo, fue el único director cinematográfico censurado durante la democracia debido a las denuncias en torno a su film Kindergarten, que contenía escenas que, según el criterio de los acusadores, se reñían con la moral.
“Polaco trajo la monstruosidad, lo queer, la belleza de la vejez, lo kitsch, el grotesco y, como le llama Federico Klemm, ‘la estética del mal gusto’. En los años ´80, postdictadura, todo esto era totalmente novedoso; hablaba de política, pero en otro registro, no era el cine político serio de denuncia, era un engendro inclasificable”, dice a LA NACION la directora María Onis, quien fue alumna del realizador cuando estudiaba cine.
Onis cursó la carrera de guion en la Universidad del Cine. Su largometraje Ínsula (2019) compitió en los festivales Visions du Reel, BAFICI y Festival Internacional de Cali; entre 2007 y 2009 trabajó en la compañía alemana Dorky Park, Además, fundó María Onis y su Conjunto Almohada, agrupación que editó dos álbumes, Almohada (2011) y Pompas de Jamón (2013).
“Polaco está muy vigente, porque fue un vanguardista y lo sigue siendo, porque sus películas cuestionan casi todo lo establecido, las construcciones sociales, lo hegemónico de los cuerpos, la familia, las religiones, la identidad. Y lo hace, en general, desde el humor, desde donde se puede ingresar casi sin decidir, hasta que de golpe se vuelve dramático y macabro como en ¿Quien mató a Baby Jane?“, señala la realizadora. ”Uno se ríe del absurdo hasta que un espejo te recuerda que también sos o serás eso, entonces la risa se convierte en drama”. La directora grafica con precisión no sólo la poética de Jorge Polaco, sino también aquello que genera en el espectador receptor de ese corpus enajenado.
Intentar encuadrar la obra de Polaco sería una simplificación, aunque, desde ya, no son pocos los tópicos que acompañaron desde sus primeros cortos hasta sus largos definiendo conceptos y estéticas. ¿Sobre qué versaba su cine? Seguramente sobre la posibilidad de la libertad ejercida de manera expandida.
El cineasta jamás habló sobre su propia sexualidad. No era necesario. Trascendía las nimiedades morbosas y se plantaba seguro de sí. Era él, sin más. “No entendían su humor, ni el registro actoral grotesco con el que trabajaba, lo tildaban de cine sucio y mal hecho”, recupera María Onis. De incomprendidos está hecho el mundo de la creación artística. Vicent Van Gogh, en vida, vendió una sola obra.
Una miradaLa gráfica del documental que lleva su nombre muestra a un Jorge Polaco de cabellera extensa y barba prominente. Una suerte de Jesucristo. Desde su paganismo, el director se crucificó a su modo, en su ley. Fue despreciado, incluso, por determinados círculos dentro del biósfera de la cinematografía.
El documental Jorge Polaco ya fue visto en la edición 2024 del BAFICI y en los festivales de La Habana, Kerala (India), Lasa (San Francisco), SA Indie (Sudáfrica), Pebbles Underground (Estados Unidos), BANGIFF (Bangkok Thai International) y FICPBA (Provincia de Buenos Aires), entre otros espacios. Además de la voz del propio Polaco, en el film de Onis también se escuchan los testimonios de primera mano de Graciela Borges, Federico Klemm, Esther Díaz, Goyo Anchou, Ricardo Manetti, Pablo Sala, Fernando Noy, Sandra Torlucci, Adrian Cangi, Claudio Minghetti y Cristina Posleman.
“Admiré siempre el cine de Polaco. Hay toda una generación sub 40 que no lo conoce y que creo que se fascinaría con su obra. Es único en el cine argentino, lo han querido comparar con Pedro Almodóvar y él se despegó totalmente de esa idea. Y, a veces, con John Waters. Lo cierto es que inventó su propio estilo que tiene la gloria delirante latinoamericana y es difícil de clasificar, a diferencia de Waters y Almodóvar”, sostiene la directora.
La narrativa de Jorge Polaco fue muy propia. Una construcción dialogal que apartaba a los personajes de un cotidiano realista. Lo onírico atravesaba la atmósfera de sus relatos.
El director, nacido un 20 de noviembre de 1946, se inició filmando cine independiente en formato Súper 8. Margotita, fue uno de sus primeros cortos, rodado en 1983. Tres años después, llegaría a las salas de cine Diapasón, su primer largometraje.
De eso no se habla“Fui testigo de su esplendor y su ocaso a partir de la censura de Kindergarten. Fue tan injusto y absurdo lo que pasó que pensé que había que contarlo. Además, se ejerció una condena social por el juicio a él, a los protagonistas Graciela Borges y Arturo Puig y a Argentina Sono Film“, explica Onis.
“Obscenidad, corrupción de menores y ultraje al pudor” fueron algunos de los cargos que debió afrontar Jorge Polaco cuando intentó dar a conocer públicamente a esta película rodada en 1989, que narra el cruce entre un padre viudo de un niño de ocho años y una maestra.
Algunas escenas del film despertaron la ira de los sectores más conservadores, pero el director se plantó ante las instituciones sociales, políticas y religiosas. Lo suyo no fue la subordinación.
Podría decirse que Polaco también apeló a lo revulsivo como una forma de canalizar sus procesos expresivos. Kindergarten recién pudo verse en el año 2010, en una exhibición especial en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
Actrices fetichePliegues, primerísimos planos de pieles ajeadas. Uñas sin manicura, pies rugosos. Hizo de la “antiestética” su estética. Aquello que nadie mostraba, él lo esgrimía. Se plantaba de bruces contra una sociedad que suele descartar a la ancianidad o confinarla a roles que dejan de lado la posibilidad activa de su intimidad.
“Polaco decía que la gente, en el cine, no quería ver viejos desnudos, pero que era lo mismo que veían en el espejo de su casa y lo rechazaban en la pantalla. Era su forma de criticar la adoración por la juventud de nuestra cultura y reivindicar todas las formas de belleza”, afirma Onis.
Un corto sobre la recordada actriz Berta Singerman también va en busca de recuperar esos nombres insoslayables de la historia de la cultura argentina.
En 1996, su película La dama regresa devolvió a la pantalla grande a Isabel Sarli, quien fuera el ícono del cine erótico en décadas anteriores. Absolutamente kitsch, la película también se convirtió en un homenaje a esa mujer que fue referente de un tipo de cinematografía desdeñada en su tiempo, aunque muy popular.
El material, rodado en gran parte en el barrio porteño de La Boca, también apeló a cierta lógica circense y a darle un lugar de valor a artistas drag queens. Nuevamente, la sexualidad y el abordaje de la simbología de los cuerpos juega un rol esencial en el ideario argumental. Una madura Isabel Sarli, luego de años de ostracismo, se atrevió a mostrarse nuevamente como una mujer deseante y deseada, como en su juventud, pero sin perder ese halo de ingenuidad que, contradictoriamente, siempre la acompañó.
“Es muy triste ver como el mundo trata de sacarse a los viejos de encima, así que nada más actual que la adoración de Polaco por ellos”, finaliza la directora María Onis, convencida de la necesaria recuperación y revalidación que debe hacerse sobre la obra de su colega.
“Cuanta cantidad de imaginación hay que proveerse para seguir insistiendo en esta vida”, se le escucha decir a Jorge Polaco en el documental de próximo estreno. El director insistió hasta su final, prematuro, acontecido en 2014, cuando contaba con 67 años.
Había dejado una huella propia, polémica, resistida y adorada. Fue un distinto. Y eso, a veces, no se perdona.
Para agendar: Jorge Polaco, de María Onis. Funciones, sábados 24 y 31 de mayo, a las 19. Sala: Cine Arte Cacodelphia (Av. Presidente Roque Sáenz Peña 1150).