Juan Minujín: de filmar con Angelina Jolie a ser el “fotógrafo” de Menem y el nuevo villano de División Palermo
Hace diez días ...
Hace diez días se llamaba Olegario Salinas. Hoy es Martín “Milton” Gauna y pronto volverá a ser Guillermo Coppola. Pero ahora es Juan Minujín el que habla con LA NACION sobre sus proyectos, el que estuvo recorriendo festivales de cine con Angelina Jolie y el que fue de manera espontánea al hospital Garrahan en muestra de apoyo. El actor es una de las incorporaciones de la segunda temporada de División Palermo, la serie de Netflix dirigida y protagonizada por Santiago Korovsky con Martín Carbajal, Pilar Gamboa, Charo López y Daniel Hendler.
A menos de una semana de haber llegado de Europa, en donde estuvo grabando la segunda temporada de Coppola, el representante, el también protagonista de la serie de Menem contó cómo recibió la convocatoria para sumarse a la ficción de la guardia urbana, en donde interpreta a un divertido villano. Además, contó detalles de su trabajo en Sin Sangre, la película en la que lo dirige Angelina Jolie: “Fue muy cercana siempre, la verdad que muy rápidamente se te va esta imagen que uno tiene de ella como un ícono, y empieza a ser una compañera de trabajo”. Por otro lado, analizó la situación actual del sector en el que trabaja: “Me duele y me da muchísima pena porque entiendo que todo tiene más que ver con encontrar una especie de enemigo en la cultura que otra cosa”.
—División Palermo, la segunda serie que estrenás en menos de un mes...
—Sí. La verdad que contentísimo, me gusta lo que hace Santiago Korovsky, había disfrutado mucho como espectador de la primera temporada y tanto a él como a Martín Garabal los quiero y los admiro un montón. Siempre tuve ganas de trabajar con ellos, así que cuando me invitaron a participar de esta segunda temporada estaba feliz, no lo dudé. Grabamos hace bastante, en mayo o junio del año pasado.
—¿Qué expectativas tenés? Porque te vamos a ver en un rol muy diferente a como te vimos hace diez días en Menem.
—Sí, es un código de comedia muy distinto uno del otro y un código de actuación también muy distinto. La verdad que en División Palermo fue muy lindo y muy interesante ver cómo trabaja Santiago, que estaba codirigiendo y a la vez actuando y es el creador y escritor. Él es el que lleva mucho el tono y por dónde ir y me gustó mucho seguirlo y acompañarlo en eso.
—El humor de División Palermo es bastante particular, o te dejás llevar y te reís y no te importa nada, o te incomoda y no te gusta. ¿Cómo te llevás?
—A mí me gusta mucho, disfruté la primera temporada y me parece que un poco el chiste que tiene División Palermo es que juega justamente con eso, con lo que es políticamente correcto y se ríe de eso y a la vez los protagonistas son parte de esas mismas minorías con las cuales se hace humor y me parece que está buenísimo.
—Volviste esta semana de Europa, ¿estabas grabando la segunda temporada de Coppola, el representante?
—Sí, hay un par de capítulos que transcurren en Nápoles y terminamos de grabar ahí. Está terminado el rodaje, el viernes pasado se cerró.
—Falta para poder verlo, pero acabás de estrenar dos series, estás en un gran momento laboral, ¿cómo es esto de estar en tantos lugares?
—Fue una coincidencia que estén tan pegados los estrenos, la verdad que son dos plataformas distintas y se pegaron un poco. Pero sí, tengo como la suerte de poder estar en varias cosas, todas me gustan mucho, tenía muchas ganas de hacer Menem, tenía muchas ganas de hacer División Palermo y Coppola es un proyecto en donde estoy más presente todavía, con lo cual formo parte más desde el arranque. Me gusta mucho poder transitar diferentes géneros y estilos expresivos.
Vivencias—Y diferentes peinados, ¿estás rapado por Coppola?
—Me pelaban todos los días a cero para poder poner las diferentes pelucas. Transitamos 40 años en la vida de Guillermo Coppola y eso es una de las marcas de esta nueva temporada, entonces son muchas pelucas distintas para cada período.
—¿Y cómo es para vos esto de jugar con tantas épocas?
—Es interesante, es muy distinto hacer una época que uno vivió como los 90, que yo era adolescente y lo recuerdo bastante, a hacer una película de época de los años 40 que yo no lo conocí, o la película de Lucrecia Martel Zama que es en 1780. Hay que investigar mucho, imaginar mucho algunas cosas y documentarse, y eso es una parte del trabajo que a mí me encanta, es de las que más disfruto, te diría.
—De las épocas de Menem o del Coppola de la primera temporada, ¿tenés registro o te acordás cómo vivías esa época?
—Yo soy del 75, terminé el secundario en 1992, con lo cual Menem había asumido en el 89, la mitad de mi secundario fue con Menem, y después el resto de mi vida, los 90, los transité mucho, en ese período que uno pasa de la adolescencia a la adultez, tratando de empezar a independizarse, a trabajar y todo eso, así que sí, lo viví y recuerdo.
—¿Fue un poco reencontrarte con ese Juan de los 18, 20 hacer cosas de los 90?
—Fue revisitar un poco ese momento, en Menem verme en los personajes más jóvenes como el de Valentín Waine que hace de mi hijo. Yo en la adolescencia estaba en las antítesis de Menem, totalmente opuesto a todas las políticas de Menem, y al Menemismo, así que fue interesante revisarlo ahora desde otra perspectiva. Te diría que lo tenía mucho más presente a él que a Coppola a quien tuve que investigar mucho más.
—Tal vez mediáticamente lo empezamos a conocer a mediados de la década del 90 con el escándalo del jarrón...
—Pero inclusive de todo eso me acordaba poco, no le di mucha bola. Sí por supuesto a Maradona, pero de Guillermo tuve que leer e investigar mucho más. A Menem lo tenía más fresco porque cambió un poco el destino de la Argentina.
Estrenos y polémicas—Con ambas ficciones basadas en la vida de... surgieron polémicas, ¿cómo lo tomás?
—Me parece normal y sobre todo un personaje tan cercano, que vivió hasta hace tan poco, que tiene tantos allegados y familiares que están vivos, es inevitable que siempre haya polémica, y que alguien diga “esto fue así”, “esto no fue así”, “me gusta este enfoque” o “no me gusta”. Me parece que es parte de lo que imaginábamos que iba a pasar. De todas maneras no es un documental, es una serie de ficción basada en la vida de este expresidente.
—Estamos ante una ola de biopics y de ficciones basadas en hechos reales. En cambio, División Palermo es una historia original.
—Me encanta, me parece espectacular. Admiro mucho cómo escribe Santiago y todo ese grupo y las ideas originales me gustan porque te dan mucha libertad.
—Biopics, ideas originales y también un spin off, ¿cómo un ex Marginal, pudiste espiar algo de En el barro?
—Estoy al tanto porque tengo mucho vínculo tanto con Sebastián Ortega como con Pablo Culell y amigos del equipo técnico que participaron y creo que va a ser una bomba, que va a estar buenísima. Leí algunas cosas de los guiones.
—Mucha gente empezó a ver El Marginal luego de que se supiera de esta ficción estaba en proceso, ¿lo sentís en la calle?
—Veo mucho reconocimiento por El marginal y mucho afuera también. Te diría que en España o en los Estados Unidos y en algunos otros países de América Latina el 90% de las veces que alguien me dice algo es por El marginal. Es una serie que viajó mucho, que nosotros mismos no sabíamos que estábamos haciendo algo que iba a terminar como con cinco temporadas, y siendo original de Netflix, y con una remake en los Estados Unidos y en México. Esos proyectos que dan en la tecla, con un timing justo y me alegra muchísimo que siga su camino con esta versión en la cárcel de mujeres.
Angelina Jolie y “una experiencia espectacular"—¿Y Sin Sangre la película que hiciste con Angelina Jolie como directora la podremos ver en la Argentina?
—Se estrenó en septiembre del año pasado en el Festival de Toronto, y después a partir de ahí hizo una gira por diferentes festivales, no sé muy bien cuál será el destino, no creo que se estrene comercialmente acá en la Argentina, pero supongo que la podremos ver en alguna plataforma. Fue una experiencia espectacular, es una película que está buenísima, súper interesante.
—¿Cómo es tu papel?
—Está basada en una novela de Alessandro Baricco y transcurren dos tiempos distintos. Es sobre la guerra y las secuelas humanas, afectivas y psíquicas que deja. Angelina tiene ya varias películas sobre la guerra y es un tema que ella aborda muy bien, con mucha sensibilidad. Mi personaje está en el pasado, en el momento en el que es la guerra y la post guerra muy reciente. Ella como directora además tiene un encuadre muy interesante sobre esas temáticas y es una gran activista de los derechos de la mujer y de los refugiados.
—¿Y cómo fue para vos trabajar con ella? ¿Sos cholulo o te olvidabas de que estabas trabajando con Angelina Jolie?
—Fue muy especial, no por ser cholulo, sino porque es una persona que tiene un background, una sensibilidad artística, una carrera y un conocimiento de la industria y de la técnica enormes. Cuando uno tiene la suerte de cruzarse con alguien con ese bagaje es lindo porque además ella es una persona muy abierta, una directora muy sensible y muy cercana a los actores.
-¿Y cómo fue en el set?
-Fue muy cercana siempre, la verdad que muy rápidamente se te va esta imagen que uno tiene de ella como un ícono, y empieza a ser una compañera de trabajo, una directora con la que uno está compartiendo el set doce horas por día y estás viendo y tratando de resolver los miles de problemas que uno tiene allí y las inquietudes que uno tiene como actor. Ella está tan volcada y tiene tanta humildad y tanta inteligencia, que uno entra en esa sintonía. Cuando uno tiene un poco más de perspectiva, más de distancia, ve más cosas y te enriquece también trabajar afuera con otros equipos técnicos, con otras culturas de la actuación, otros modelos de trabajo.
Por el Garraham—Esta semana estuviste en el Garraham apoyando la lucha de los médicos, ¿por qué fuiste?
—Venía hablando con algunos médicos, me pedían de hacer un video y les dije que cuando volviera de viaje los quería visitar y conocerlos, sin pensar en nada más que acercarme y entender humanamente por dónde está pasando el otro, me parece que es la manera de cambiar la mirada en un montón de cosas. Mucha gente me decía “el Garrahan está muy mal hace un montón” y la verdad es que sí, pero lo que está pasando ahora es que no tienen canal de diálogo, no pueden hablar con nadie y están siendo atacados desde la misma dirección del hospital.
—¿Cómo ves la situación?
—Difícil. Hay ciertas cosas con las que deberíamos como sociedad poder ponernos de acuerdo, por ejemplo con que un hospital como el Garrahan, que hace tantas operaciones, consultas, atiende a chicos de todo el país y asesora a médicos de otros hospitales, que es de referencia en toda América Latina, tiene que funcionar y bien y que todos deberíamos querer que a un bebé que le tienen que poner una vía le tienen que poner material bueno y no que se rompa diez veces. Y que esos médicos, el personal administrativo y bioquímicos, todos puedan estar abocados a los quehaceres del hospital y la atención de los pacientes y no estar angustiados viendo cómo hacen para conseguir recursos o tener otro trabajo porque no les alcanza. No es solo por los médicos, un hospital funciona con mucha gente, camilleros, enfermeros, administrativos... Entonces ahí es donde yo digo, deberíamos poder ponernos de acuerdo en esas cosas. Ahí veo que tenemos mucho por hacer y dejar de estar peleando y viendo si apoyar al Garrahan es atacar al Gobierno.
—¿Y lo que pasa con la cultura?
—Me duele y me da muchísima pena porque entiendo que todo tiene más que ver con encontrar una especie de enemigo en la cultura que otra cosa, porque obviamente el presupuesto del Instituto Nacional del Teatro, imaginate lo que le puede hacer al PBI de un país como la Argentina. La cultura, el teatro, el cine, la poesía, la danza, es lo que nos da un patrimonio de identidad enorme. Recién estábamos hablando de Menem, ¿quién va a contar esa historia? Somos nosotros mismos y esa gente se forma en las universidades de cine que hay acá y estos directores que ahora todos aplaudimos y que las plataformas los toman para hacer trabajos, sus primeras películas las hicieron gracias al Incaa. Las plataformas probablemente no agarren un director de 20 años para hacer su primera película, lo tiene que ayudar Estado como pasa en todos los países.
—¿Cómo sigue tu año?
—Vacaciones. Hice una película en España a principio de año, Coppola, y por ahora, paro un poquito.