Karla, un film que utiliza al cine como una poderosa herramienta de compromiso y memoria
Karla (ídem, Alemania/2025) Dirección: Christina Tournatzés, Guion: Yvonne Görlach, Fotografía: Florian Emmerich. Edición: Isabel Meier, Sonido: Alex Rubin. Elenco: Elise Krieps, Rainer Bock,...
Karla (ídem, Alemania/2025) Dirección: Christina Tournatzés, Guion: Yvonne Görlach, Fotografía: Florian Emmerich. Edición: Isabel Meier, Sonido: Alex Rubin. Elenco: Elise Krieps, Rainer Bock, Imogen Kogge, Torben Liebrecht, Katharina Schüttler, Robert Hunger-Bühler, Frank Vockroth y Carlotta von Falkenhayn. Calificación: solo apta para mayores de 16 años. Distribuidora: Mirada Distribution. Duración: 105 minutos. Nuestra opinión: buena
“Alguien me dijo una vez: ‘La corte no descubre la verdad, la negocia’”, le dice la veterana y experimentada secretaria del juez Lamy al propio magistrado cuando el reconocido hombre de leyes debe tomar una decisión que puede significar un punto de inflexión o un salto al vacío para su carrera y para la jurisprudencia misma. Corre 1962 y en la alemana ciudad de Múnich son varios los intentos del veterano magistrado en obtener un testimonio de Karla, quien con 12 años abandona el hogar y se presenta en la puerta de su despacho con una terrible denuncia que, empero, no puede terminar de pronunciar.
Porque Karla es una niña traumatizada por la violencia intrafamiliar que pareciera no terminar de enunciarse, pero cuyas secuelas van intuyéndose hasta el abismo mismo del horror y del miedo en una época donde la violencia era cubierta con los dudosos ropajes de la rigidez y las formas de un supuesto modo de crianza. De tal manera, el film desentraña un caso real basado en una experiencia familiar cercana de la guionista Yvonne Görlach y que es contada desde la perspectiva de la niña, pero además con un rigor que evita los golpes bajos y se centra tanto en su coraje como en un pormenorizado registro de época en donde la voz de los niños rara vez era escuchada. ¿Cómo atestiguar en un marco que no conceptualiza a los niños como sujetos de derecho? ¿Cómo lograr un testimonio cuando el sistema ni siquiera se encuentra preparado para su contención? ¿Cómo tomar validez de los dichos ante un entorno en el cual pesan tanto las tradiciones como el curso de la historia?
Estas son algunas de las preguntas que subyacen en la primera mitad de la ascética ópera prima de Christina Tournatzés, tanto probablemente en el pensamiento de muchos de los espectadores que tenga el film, como así también en la historia misma que enuncia dos partes claramente marcadas en su narración: por un lado, una primera mitad, rigurosa, pero un tanto árida, donde el relato se centra en los testimonios escasos, pero cada vez más contundentes de la menor ante el juez y como la progresión de entendimiento entre ambos consigue llevar a cabo el proceso casi imposible y, precisamente, una segunda que desarrolla (mucho más ajustadamente y con mejor desarrollo narrativo), propiamente los testimonios de los familiares y de algunos amigos de la joven Karla en la sala de audiencias.
Christina Tournatzés consigue con esta, su primera película, el abordaje de un tema doloroso, pero contado con un delicado equilibrio entre distancia y proximidad para que el relato de Karla logre movilizar conciencias ante un drama que se arrastra en la cotidianidad de muchas familias hasta el presente, tal como reza en los créditos finales el registro de Unicef y cuya lectura dan carnadura a la historia.
Pero, sobre todo, Karla consigue un debate inteligente sobre la aplicación de la ley cuando existen, a priori, más sospechas que pruebas y, por lo tanto, los detalles no abundan. Y es precisamente tanto en el contenido que narra como en el continente -o sea en como lo expresa- que queda en claro que esos detalles no importan.
Con un elenco impecable que resume todo lo notable que tiene de poderosa esta obra íntima, pero universal de Tournatzés, quien deja de lado lo degradante o la exposición vergonzosa de las víctimas (algo tan usual hoy), para utilizar al cine como una poderosa herramienta de compromiso, memoria, testimonio y, en algún sentido, como un delicado -y por momentos poético y sutil- acto de justicia.