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La primera ofrenda pública (¿involuntaria?) del arte contemporáneo a Ozzy Osbourne, líder de Black Sabbath

Ayer, al mismo tiempo que el patrón metal del mundo se desplomaba con la noticia de ...

La primera ofrenda pública (¿involuntaria?) del arte contemporáneo a Ozzy Osbourne, líder de Black Sabbath

Ayer, al mismo tiempo que el patrón metal del mundo se desplomaba con la noticia de ...

Ayer, al mismo tiempo que el patrón metal del mundo se desplomaba con la noticia de la muerte de Ozzy Osbourne (1948-2025), frontman de Black Sabbath y uno de los íconos de la cultura pop de posguerra, en Colección Amalita ultimaban los detalles de la inauguración de este jueves. Una exhaustiva exposición de archivo (1955-2017) con más de 380 piezas, la mayoría inéditas, exhibidas en forma de series bajo la mirada aguda del curador Rafael Cippolini. Si bien muchos collages en papel del joven Londaibere (principios de los 70) daban cuenta de iconografía rocker, esta exhumación realizada por el ensayista no pudo tener mejor timing.

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En el primer módulo de Yo soy Esto. Londaibere en 13 series se destaca un collage de unos dos metros de largo donde salta a la vista una cabeza recortada de Ozzy salpicada en estilo dripping. El gesto demencial característico del “príncipe de las tinieblas” en años de hair metal (el pelo lacio de los 70 había dejado paso a un brushing a tono con los 80) enmarcado por un título que bien pudo haber sido recortado por el artista de la revista Metal: “El tributo de Ozzy, RANDY VIVE!”. Increíble pero real, en Buenos Aires, muy lejos de Birmingham donde murió a los 76 años, este papel de Londaibere de 1988 es la primera ofrenda (¿involuntaria?) pública del arte contemporáneo al cantante que demostró que, en efecto, cualquiera puede cantar rock and roll aunque nadie más que él pudo ser Ozzy.

El titular al que Londaibere recurrió para enmarcar la cabeza cortada de Osbourne (cuyo mayor extremo acaso fue descabezar a un murciélago en vivo) hacía referencia a la muerte joven de Randy Rhoads en un accidente aéreo en marzo de 1982. Rhoads se había convertido en el guitar hero del comienzo solista de Ozzy tras su traumática salida de Black Sabbath en 1979 y los solos que grabó para clásicos como “Crazy Train” o “Mr Crowley” (el tributo del cantante al ocultista inglés) ya son parte del patrimonio sonoro del siglo XX. La cabeza del ícono heavy metal sobresale por su tamaño en una suerte de cielo donde las salpicaduras de pintura son interrumpidas por escenas de futbolistas de los 80. De Boca, de River y de la selección Argentina. Fuera de contexto, son como ángeles y es notable que el punctum de la escena se fije en esa sonrisa rígida donde la cara de la voz de Black Sabbath aparece salpicada por la mayor concentración de dots rojos. Como la sangre que dejó el imaginario descabezamiento del collage o una interpretación del infierno privado que puso a Ozzy al borde del abismo por el abuso de la cocaína y el alcohol. La primera exhibición del rostro de Osbourne en un espacio de arte después de su muerte se deja ver en el módulo de apertura al que Cippolini rotuló como la “serie de chongos y oficios”. Está claro que Londaibere no trabaja sobre el fútbol como cultura popular sino que los jugadores forman parte de su iconografía homoerótica así como los ídolos pop, los rugbiers y los fisicoculturistas estilo Charles Atlas que pululan por los papeles. Una obra más pequeña da cuenta de una imagen contemporánea a este Ozzy donde se pueden ver recortados y pegados al Diego Maradona de Boca Juniors junto al wing izquierdo Hugo Perotti.

Tan consternado por la muerte de Osbourne como sorprendido por la coincidencia, Cippolini señala que algo de esto se había anticipado en el texto de sala en el que había estado trabajando en las últimas semanas. Así se lee en Colección Amalita: “(…) Fue un experto en encontrar las recurrencias, lo que motivara deseo: así aparecen, enseguida, los chongos estereotípicos (rockeros como Elvis, Bowie, Robert Plant, Ozzy Osbourne), y también deportistas (…)”. De ese paréntesis donde el curador incluyó a Ozzy ayer solo pudo despedirlo vía X el cantante de Led Zeppellin, también nacido en Birmingham y acaso su mayor competencia en el hard rock de los 70. Este cruce de heavy metal y fútbol de los 80 puede leerse como una apropiación gay de Londaibere sobre dos universos muy caracterizados por la homofobia, al menos hasta que Rob Halford, la voz estridente de Judas Priest, salió del closet en los 90.

En el inventario Londaibere, este collage aparece rotulado como “Díptico El Abrazo. El gesto”. La fecha es circa 1988 y la descripción señala: “Escenas varias de jugadores de fútbol y Ozzi Osbourne. Dripping en amarillo y naranja”. Había permanecido guardado en la planera grande, cajón 4. Salió justo a tiempo, además, porque a partir del anuncio de la despedida de Black Sabbath y de Ozzy Osbourne con el show Back to the beggining el 5 de julio, el club Aston Villa de Birmingham (cuyo arquero es Dibu Martínez) promocionó una nueva remera con los nombres de Ozzy y Black Sabbath en la espalda. Osbourne era un dedicado fan del Aston Villa, cuyos colores púrpura y negro se llevaban muy bien con el alma gótica del cantante.

Este collage que se exhibe a partir de mañana en Puerto Madero le hubiera encantado a Ozzy (en el cielo con diamantes del fútbol argentino) y acaso el mensaje del artista en su cut and paste deba ser releído ahora así: “El tributo de Londaibere. OZZY VIVE!”

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/la-primera-ofrenda-publica-involuntaria-del-arte-contemporaneo-a-ozzy-osbourne-lider-de-black-nid23072025/

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