Lanús pone a prueba su ilusión contra Atlético Mineiro por la final de la Copa Sudamericana
ASUNCIÓN (Enviado especial).- “Al club hay que sostenerlo. Construir esta institución costó muchísimo a muchísima gente. Y destruirlo puede llevar muy poco tiempo en muy pocas manos. Unidos,...
ASUNCIÓN (Enviado especial).- “Al club hay que sostenerlo. Construir esta institución costó muchísimo a muchísima gente. Y destruirlo puede llevar muy poco tiempo en muy pocas manos. Unidos, Lanús es invencible, grande e imparable”. La frase de Emilio Chebel, primer presidente campeón de un torneo internacional con el Granate, la Conmebol 1996, cobra más fuerza que nunca hoy, pese al transcurrir de los años, mientras el regimiento bordó que componen caravanas de autos y micros llegan a los bocinazos a esta ciudad. Da la impresión de que todo vale, a la par del enjambre de aviones que desde esta madrugada aterrizaba en un aeropuerto con aires de avispero. A no dudarlo: si ellos pudieran revolearían las camisetas granates hasta por las escotillas.
Se trata de una final. Una más. La que hoy, a partir de las 17, animarán Lanús y Atlético Mineiro, de Brasil, dirigido por Jorge Sampaoli, en el estadio Defensores del Chaco, por la Copa Sudamericana. Cerca de 15.000 hinchas granates se movilizaban desde distintos lugares con los medios que el club tendió para sus hinchas: 60 micros y 18 vuelos chárter. A ellos habrá que sumarles los entusiastas que llegaban por su cuenta. Están convencidos de que este puede el lanzamiento definitivo para conseguir otro status de club. ¿Descabellado? Para nada.
Las primeras señales son buenas. Lo primero que se ve en el desembarque es un afiche con Marcelino Moreno y Eduardo Salvio. También están distribuidos por toda una ciudad con demasiada humedad. Ahí aparecen los de Carlos Izquierdoz y el arquero Nahuel Losada. El punto de reunión de los hinchas es la costanera. Hasta anoche se veían camisetas de Atlético Mineiro y Lanús que convivían sin ningún problema.
Mientras Asunción no podrá seguir su ritmo normal en un sábado único, los hinchas de Lanús sacarán cuentas. No serán buenas las conclusiones si se miden exclusivamente a partir de la cosecha. Pero, a buen entendedor… En ocho años, el Granate llegó a tres finales de torneos continentales. Vaya logro. De aquella hiriente Copa Libertadores 2017, con el hito de haber eliminado a River en las semifinales después de haber estado tres goles abajo en el marcador global, al desánimo de la Sudamericana 2020, en medio de la pandemia, cuya final se jugó en enero de 2021. Gremio sería demasiado rival y, años después, Defensa y Justicia, también.
Pero los hinchas de Lanús sacuden rápidamente la cabeza. ¿Finales? Sí, otra vez finales. Y en ellas de nuevo aparece un villano conocido, el de hoy, Atlético Mineiro.
La Copa Conmebol 1997 fue cruel para Lanús, que solo se metió en problemas contra el conjunto brasileño. El baile por 4-1 en el sur sacó lo peor de los granates y la gresca fue tan grande que el DT del Galo, Emerson Leao, se fue con la mandíbula rota de Arias –por entonces, hoy Cabrero– y Guidi. La mayoría del plantel argentino quedó detenido en la comisaría 1ª y, al día siguiente, tuvo que declarar en un juzgado local.
“Vino un abogado que nos mostró las imágenes y estábamos pegando como locos. Sobre todo, el Chupa López (Ariel). También revoleaba manos a lo loco Siviero (Gustavo). Nos dijo que dijéramos que nos estábamos defendiendo, pero… Además, como estábamos en Lanús, pensábamos que el juez nos iba a entender. Todo lo contrario. Fue durísimo”, recuerda siempre Oscar Ruggeri, que se retiró en el club al poco tiempo.
La contravención requirió algunas tareas sociales y, tras el 1-1 en Brasil, Lanús vio como la Copa se esfumaba. Ya estaba resignado desde antes.
El destino volvió a cruzarlos en 2014, por la Recopa Sudamericana. Atlético Mineiro, con Ronaldinho, como campeón de la Copa Libertadores. Lanús, de la mano de Guillermo Barros Schelotto, como vencedor en la Sudamericana 2013. En el sur, los brasileños se impusieron por 1-0. En Belo Horizonte, el Granate se impuso 3-2 con un gol sobre la hora de Lautaro Acosta. Pero el suplementario fue fatídico: con dos goles en contra, de los paraguayos Gustavo Gómez y Víctor Ayala, el Galo se impuso por 4-3.
“Ya ni me quiero acordar de esas finales. Son el pasado y hay que dejarlas ahí. En la primera sucedió un hecho extra del juego. En la segunda, si como en los tiempos anteriores hubieran valido los goles de visitante, nos hubiéramos llevado el título”, recordó a LA NACION el presidente de Lanús, Nicolás Russo, que no duda: “Éste es un partido bisagra para el club. Nos podemos recibir de grandes, principalmente, por la gente que vamos a llevar a Paraguay”.
Lo cierto es que hoy son tiempos distintos. Bien distintos. Russo camina de un lado a otro en el lobby del hotel y, con el celular “cosido” en la oreja, da indicaciones. De logística, de seguridad y hasta de gastronomía. Por enésima vez saluda a la distancia a Mauricio Pellegrino, entrenador del equipo. Le hace un guiño, como quien sabe que no puede fallar. Aunque nunca se lo dirá. Trata de conseguir algunas entradas extra, hasta que parece rendirse: “Basta, no doy más”.
La mirada de Izquierdoz"HOY ME TOCA VIVIRLO DESDE OTRO LADO" 🏆🇦🇷
🗣️ Carlos Izquierdoz comparó la final de la CONMEBOL #SudamericanaEnDSPORTS 2025 con la edición 2013, dónde Lanús fue el campeón del certamen.#FútbolTotal pic.twitter.com/95AtmpejYE
“Tenemos la ilusión de seguir creciendo. De desarrollar nuestro juego y ser nosotros mismos, pese a la complejidad del rival”, dijo Pellegrino, en la conferencia de prensa. A su lado, Izquierdoz comparó aquella Sudamericana, la de la vuelta olímpica, con la actual: “Son momentos distintos de mi carrera. Antes era uno de los jóvenes. Hoy me toca vivirlo del otro lado. La ilusión es la misma. En aquel equipo de 2013 y en el actual. Fue un recorrido hermoso. En las dos campañas dimos pasos firmes y ojalá termine de la misma manera. Estamos enfocados. Este equipo tiene un objetivo muy claro en la cabeza”. En el plantel queda otro héroe de 2013: Laucha Acosta, que busca su último título, a un paso del retiro.
Lanús sabe lo que es moverse ante un equipo brasileño. En los cuartos de final dejó afuera ni más ni menos que a Fluminense, también de Brasil, con sus arcas llenas de dólares tras haber llegado a las semifinales del Mundial de Clubes. En las semifinales le tocó la controvertida Universidad de Chile, que había pasado a Independiente en los escritorios, tras la barbarie en Avellaneda.
Con 32 años ininterrumpidos en la Primera División del fútbol argentino, a la que llegó de la mano de Miguel Ángel Russo, Lanús avanza unido. Se lo ve junto. Habrá que distinguir si es invencible.