MaÃz 2025/26: un negocio cuya viabilidad está en estrés por las polÃticas públicas
La respuesta sobre la viabilidad del maÃz esta campaña depende, cada vez más, del marco de polÃticas públicas y del nivel tecnológico aplicado. Si bien continúa siendo uno de los cultivos mÃ...
La respuesta sobre la viabilidad del maÃz esta campaña depende, cada vez más, del marco de polÃticas públicas y del nivel tecnológico aplicado. Si bien continúa siendo uno de los cultivos más adoptados en las rotaciones por su aporte agronómico, su rol en la sostenibilidad del sistema y su demanda diversificada, los márgenes están bajo una creciente presión.
Según estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, para la próxima campaña agrÃcola la probabilidad promedio de cubrir costos a nivel paÃs es de apenas 53%. Esta proyección considera los precios de insumos actuales, los valores futuros a cosecha y el nivel vigente de Derechos de Exportación (DEX). En la práctica, esto significa que, en la mitad de los casos, el productor necesitará obtener rindes muy por encima del promedio zonal para cubrir sus costos y alcanzar una rentabilidad positiva.
Este resultado no sorprende si se considera el contexto actual: derechos de exportación del 12% (9,5% de alÃcuota reducida en forma temporal), costos crecientes en insumos y servicios, y una carga fiscal elevada sobre la producción primaria. Todo ello configura un entorno que desincentiva la adopción de tecnologÃas y limita el acceso a paquetes más eficientes y sustentables.
SimulacionesFrente a esta coyuntura, simulaciones realizadas por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires bajo distintos escenarios de polÃtica muestran un contraste significativo. Si se reduce la alÃcuota de derechos de exportación a 0%, la probabilidad de cubrir costos mejora a 71%. Y si este cambio se acompaña con un salto en la adopción tecnológica —como mayor fertilización, uso de hÃbridos de alto potencial, siembra variable y manejo por ambientes—, esa probabilidad se eleva por encima del 80%. En términos agronómicos y económicos, se trata de una mejora significativa de los márgenes, que además permite capturar mejor el potencial productivo del cultivo.
Los impactos macroeconómicos de este salto productivo son sustanciales: la producción nacional podrÃa crecer 30%, con exportaciones adicionales por US$ 2400 millones y más de 40.000 nuevos puestos de trabajo hacia 2026/27. Además, se fortalecerÃa la competitividad sistémica de la cadena agroindustrial, desde la provisión de insumos hasta el procesamiento y el agregado de valor en origen. La reactivación de eslabones intermedios permitirÃa, a su vez, dinamizar economÃas regionales y generar nuevas oportunidades para el desarrollo industrial ligado al agro.
En este escenario desafiante, es importante destacar algunos avances que pueden marcar una inflexión. La Argentina ha comenzado a mejorar su polÃtica pública agropecuaria y de inserción internacional, con señales de mayor apertura y diálogo con los mercados. A la vez, la estabilización de variables macroeconómicas y la reducción de la inflación son muy positivos, al mejorar la previsibilidad y sentar las bases para una recuperación de la inversión productiva. Sostener este sendero será clave para fortalecer la competitividad del agro y permitir que cultivos como el maÃz desplieguen todo su potencial.
Sin embargo, la dinámica internacional también impone desafÃos, como la mayor volatilidad en los precios internacionales, influenciada por tensiones geopolÃticas, barreras comerciales y una demanda global que comienza a mostrar señales de desaceleración en algunos mercados clave.
En este contexto, Brasil, Uruguay y Paraguay proyectan aumentos de producción superiores al 30% en la próxima década. La Argentina, que tiene condiciones competitivas, se arriesga a perder participación relativa si no adapta su marco de incentivos y no promueve mejoras estructurales en logÃstica, instrumentos de mitigación de riesgo agropecuario, acceso a nuevas tecnologÃas y financiamiento, entre otras variables.
El entornoEn sÃntesis, la viabilidad del maÃz como negocio depende cada vez menos de los precios internacionales y más del entorno local. Un esquema de polÃticas e incentivos que mejore los márgenes, reduzca la carga fiscal efectiva y estimule la inversión tecnológica puede transformar al cultivo en un motor de crecimiento sostenido. No se trata solo de sembrar maÃz: se trata de sembrar condiciones para que la producción sea rentable, competitiva y sustentable en el largo plazo.
El autor es gerente de Estudios Económicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.