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Mariano Puerta en Roland Garros, a veinte años de la final con Nadal y el escandaloso doping

PARÍS (enviado especial).- Garúa. El viento agita las copas de los árboles. Cada tanto y con timidez, los rayos de sol se derraman sobre el cada vez más coqueto predio de Roland Garros, en el d...

Mariano Puerta en Roland Garros, a veinte años de la final con Nadal y el escandaloso doping

PARÍS (enviado especial).- Garúa. El viento agita las copas de los árboles. Cada tanto y con timidez, los rayos de sol se derraman sobre el cada vez más coqueto predio de Roland Garros, en el d...

PARÍS (enviado especial).- Garúa. El viento agita las copas de los árboles. Cada tanto y con timidez, los rayos de sol se derraman sobre el cada vez más coqueto predio de Roland Garros, en el distrito XIV de la capital francesa. Tras el derrumbe en 2020 del viejo Court 1, en su momento bautizado como la Plaza de Toros por su forma cilíndrica y donde el público estaba prácticamente cara a cara con los jugadores, es el Court 14 el escenario que, de cierta manera, asumió el legado. En el extremo oeste del complejo, es el más pequeño de los estadios del torneo, una caja de resonancia con capacidad para 2500 espectadores.

Es la primera jornada del segundo Grand Slam de la temporada, el primero con Rafael Nadal retirado. En la primera fila de una de las cabeceras del court 14, fronteriza al elegante boulevard d’Auteuil, hay un hombre de barba candado, gorra blanca, buzo gris y pantalón de jogging verde de una marca deportiva italiana que sigue con atención los detalles del partido entre el argentino Mariano Navone y el 28° preclasificado, Brandon Nakashima. Observa, en particular, lo que hace este último, el estadounidense. Aplaude con moderación y gesticula en la misma línea; cada tanto, cuando Nakashima gana un punto estando de su lado, suelta un “¡Vamos!”, en español. Vaya paradoja: pasa inadvertido en medio del público. Pensar que, probablemente, muchos de los que están allí lo vio competir hace veinte años en la final del torneo, en el Philippe-Chatrier. El hombre es Mariano Puerta.

Cordobés de la localidad de San Francisco, se encumbró como una de las valiosas piezas de la Legión, el grupo de tenistas albicelestes nacidos entre 1975 y 1982 que a partir de 2000 logró grandes resultados en el tour y recobró la popularidad del tenis en la Argentina después de Guillermo Vilas, José Luis Clerc y Gabriela Sabatini. Esa generación de talentosos tenistas tuvo una cuenta pendiente, la conquista de la Copa Davis, y una mancha, los casos de doping. Fueron siete en total y Puerta fue protagonista en dos de ellos, siendo el primer reincidente de dopaje de la historia del deporte de las raquetas.

Hace casi dos décadas, el 5 de junio de 2005, Nadal ganó la primera de las catorce Copas de los Mosqueteros que atesora, al derrotar a Puerta en la final por 6-7 (6-8), 6-3, 6-1 y 7-5. En octubre de ese mismo año, apenas cuatro meses después de que Zinedine Zidane le entregara el trofeo al español, se hizo oficial el caso de doping de Puerta, por etilefrina, en una prueba correspondiente a la definición ante Nadal. Recibió una pena de ocho años reducida a dos y la orden de devolución de los premios del semestre, aproximadamente US$ 887.000.

Puerta, en su alegato ante los tribunales y la prensa, contó que, minutos antes de la final en París, se sentó en el restaurante de los jugadores junto con la actriz Sol Estevanez, por entonces su mujer, y luego fue a cambiarse para el partido. En ese lapso, su esposa bebió agua con gotas de Effortil, una medicación que utilizaba para los dolores menstruales y que contenía etilefrina. Luego, mientras ella se encontraba en el baño, Puerta regresó a la mesa y se sirvió, en el mismo vaso, agua de una botella que llevaba consigo. Y que así fue cómo, según explicó, ingresó en su cuerpo la sustancia prohibida, que se receta para tratar la presión arterial baja, pero también tiene como efecto ser un estimulante cardiorrespiratorio y, por esa razón, está incluida dentro de la lista de materiales prohibidos. La aclaración siempre llamó la atención... Hasta que, en agosto de 2020, en un reportaje con LA NACION, Puerta finalmente confesó que el alegato utilizado para tratar de que le redujeran el castigo “fue mentira”.

Ser el protagonista del caso de doping más escandaloso de la historia del deporte argentino después del de Diego Maradona en el Mundial de Estados Unidos 1994 fue un impacto para Puerta y alteró sus días. Tras jugar el Masters de 2005, cumplió la sanción y volvió a competir en junio de 2007 en el Challenger de Sassuolo. Jugó poco y su último partido oficial fue en Lima, en noviembre de 2009. Trabajó diez meses como entrenador de Brian Dabul y, con extremo perfil bajo, se radicó en Estados Unidos, donde trabajó tratando de recuperarse de los severos problemas financieros. Se aisló. Hasta la impactante entrevista con LA NACION, muy pocos conocían qué estaba haciendo.

Después de un tiempo entrenándose con el coach argentino Eduardo Infantino, Nakashima empezó un período de prueba con Puerta desde fines de octubre de 2023. Ese ensayo, que también incluía al italiano Davide Sanguinetti (este año dejó el equipo para sumarse al de la kazaja Elena Rybakina), se prolongó. Durante este período se observó una valiosa maduración de Nakashima: a principios de mes llegó a su mejor ranking (29°). Es más: el californiano lo elogió. “Mariano y yo hemos estado trabajando bien juntos, tanto este año como el pasado. Ha sido de gran ayuda, no solo en polvo de ladrillo, sino en todas las superficies. Me ha ayudado a desarrollar mi juego y me ha dado más claridad para afrontar los partidos. Ambos estamos contentos con nuestra situación actual”, declaró en abril pasado, según la web de ATP.

La presencia de Puerta en Roland Garros durante el domingo plomizo, veinte años más tarde de la final y, encima, la misma jornada en la que, a poca distancia de su posición, recibió un homenaje Nadal en el court central por su legendaria carrera, tiene una carga simbólica enorme. Puerta se mantuvo inalterable durante el partido que terminó ganando Navone por 7-6 (7-2), 4-6, 6-1 y 6-2. Escuchó cómo una buena porción del público -argentinos, en su mayoría- hizo típicos cantos futboleros alentando a Navone; es probable que en esos momentos se le hayan cruzado recuerdos de sus partidos en la Argentina. En un momento se escuchó una ovación proveniente del estadio Suzanne-Lenglen, el segundo en importancia del club y giró su cabeza hacia allí por unos segundos, apenas. Vaya curiosidad: un puñado de butacas por encima de su posición, un muchacho vestía una remera blanca con una foto estampada de Nadal, pero no de cualquier Nadal, sino el de la remera verde sin mangas, cuando conquistó el Abierto de Francia por primera vez… ante Puerta.

En mayo de 2015, al cumplirse diez años de la final, LA NACION le preguntó a Nadal que sintió al saber que a su rival le había saltado el doping. “A mí no me generó nada enterarme del doping, porque tenía el trofeo en casa. Pero a todos los que les quitó la posibilidad de competir por el título, entiendo que les habrá generado rabia. Creo que ese es el sentimiento que provocó en todos los adversarios que fue dejando por el camino. En mi caso, si no tuviera el trofeo por haber perdido con alguien que hizo trampa, la sensación hubiera sido totalmente distinta. Pero bueno, el partido en sí fue especial, fue el triunfo en mi primer Grand Slam. Todo lo otro fue posterior, no tuvo ningún impacto en el partido para mis sensaciones. Si tuvo impacto en él, no lo sé”, dijo Rafa.

Algunas imágenes de la definición de Roland Garros 2005 aparecieron este domingo en la pantalla gigante del Philippe-Chatrier, durante el emotivo homenaje a Nadal. Unas horas antes, Puerta terminó de observar la derrota de Nakashima, se levantó de la butaca, subió los escalones hasta la salida y se marchó rumbo al vestuario. En ese momento, LA NACION intentó acceder al extenista, pero éste apenas giró su cabeza y apuró el paso, con un bolso (y la raqueta) colgado en un hombro. ¿Pensando en qué? Sólo él lo sabe.

Puerta le contó a LA NACION en 2020 que estuvo años sin leer ninguna nota porque cada temporada, en la época de Roland Garros, resultaba inevitable que le llegaran notificaciones y recuerdos (que le hacían mal). Esta vez fue su trabajo el que lo llevó a París una vez más, un sitio que lo marcó para siempre.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/tenis/mariano-puerta-en-roland-garros-a-veinte-anos-de-la-final-con-nadal-y-el-escandaloso-doping-nid25052025/

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