Monotributo: claves del impuesto que está bajo la lupa del FMI y del equipo económico
CÓRDOBA.- El monotributo lleva 27 años operando en la Argentina como la forma más visible de “pagar impuestos” para millones de pequeños contribuyentes, aunque detrás de esa formalidad de ...
CÓRDOBA.- El monotributo lleva 27 años operando en la Argentina como la forma más visible de “pagar impuestos” para millones de pequeños contribuyentes, aunque detrás de esa formalidad de bajo costo hay un régimen masivo de muy baja intensidad contributiva, que genera trayectorias previsionales débiles y anticipa mayores presiones sobre el sistema jubilatorio. El ministro de Economía, Luis Caputo, está trabajando en alternativas; el Fondo Monetario Internacional había pedido “armonizar” el Régimen Simplificado para Pequeños Contribuyentes.
El 80% de los monotributistas revisten en las tres categorías más bajas del impuesto que unifica en una cuota mensual fija IVA y Ganancias, junto con aportes previsionales y de obra social. El componente impositivo se organiza en 11 categorías según ingresos brutos anuales (y en el caso de locaciones o prestaciones de servicios, en ocho).
A este noviembre, los montos correspondientes en $4.183 mensuales para la categoría A y escalan hasta $306.724 mensuales en la categoría H.
Las economistas Laura Caullo y Guadalupe Galíndez del Ieral de la Fundación Mediterránea analizan que hay escasas recategorizaciones y “poca migración” al régimen general, lo que refuerza fenómenos de “enanismo fiscal”.
Con la lupa puesta en lo previsional, el aporte jubilatorio varía según la categoría. Desde agosto último, va desde $13.663 mensuales en la categoría A hasta $43.129 en la categoría H, montos otorgan derecho a la Prestación Básica Universal (PBU) y permiten computar años de servicio dentro del SIPA. Sin embargo, aun con esta progresividad, están considerablemente por debajo de lo que aportan autónomos y asalariados formales.
Como consecuencia, la mayoría los monotributistas acceden a la jubilación mínima, “profundizando un desacople estructural entre aportes y prestaciones”, dicen las economistas. Para dimensionar la brecha, con los montos de junio se requería el aporte de casi 28 monotributistas para financiar una jubilación mínima con bono ($374.724). El aporte promedio es de apenas $13.519.
Mientras que un trabajador en relación de dependencia aporta en promedio el 11% de su salario y un autónomo alrededor de 5%, para un monotributista es 0,9% en términos equivalentes. “Esta contribución casi simbólica explica por qué el monotributo genera trayectorias previsionales extremadamente débiles y por qué quienes pasan buena parte de su vida laboral dentro de este esquema no logran acumular aportes suficientes para acceder a una jubilación mayor”, señala el informe.
Otro punto importante que profundiza este problema, es que el régimen muestra un proceso de envejecimiento. La baja participación de jóvenes indica que la puerta de entrada al mercado laboral ya no es este régimen, sino la informalidad.
El grueso de los aportantes se concentra en entre 30 y 49 años, que explican casi la mitad del total de adherentes. Son quienes están en una etapa clave para acumular densidad de aportes previsionales, pero que lo hacen dentro de un esquema que, por su diseño, genera contribuciones muy bajas y prestaciones futuras subsidiadas.
El reporte subraya: “Esta combinación de aportes insuficientes y trayectorias laborales prolongadas también anticipa un aumento estructural del gasto previsional, cuya magnitud será más significativa a medida que la demografía ejerza mayor presión sobre el sistema".
Del trabajo también se desprende que 10% de los ocupados aporta por este régimen, con picos del 20% en CABA y registros altos en Entre Ríos (15%), Córdoba (12%), Santa Fe y La Pampa (11%). En el norte la incidencia es baja, lo que refleja alta informalidad.