Nuevas sensibilidades, nuevas texturas: la inteligencia artificial se ensambla con el arte para traer formas de expresión inéditas
Cuando la tecnología se entrelaza con el arte ocurren dos cosas: por un lado, surgen nuevas formas de expresión; por el otro, se genera una resistencia que rechaza los métodos alejados de la tra...
Cuando la tecnología se entrelaza con el arte ocurren dos cosas: por un lado, surgen nuevas formas de expresión; por el otro, se genera una resistencia que rechaza los métodos alejados de la tradición. Es, en definitiva, un ciclo humano que se repite a lo largo de la historia: lo novedoso se enfrenta a lo establecido y desencadena una tensión que da lugar a formas y discusiones inéditas. La fotografía es un claro ejemplo. Hoy es imposible desligarla del mundo artístico, pero le tomó años consolidarse como tal.
ArtLab, creado hace nueve años, tiene como objetivo ofrecer un espacio para la exhibición de obras que fusionan arte y tecnología, promoviendo así un diálogo más profundo sobre las tendencias emergentes. “Siempre recibimos las innovaciones tecnológicas como una oportunidad más; observamos su desarrollo con espíritu crítico, pero comprendiendo que son herramientas para la creatividad. Es un ámbito fundamental para esta comunidad”, explicó a LA NACION Gonzalo Solimano, fundador y director de ArtLab.
En este marco, cada jueves durante el mes de febrero la “neogalería” presenta la segunda edición de “Intersecciones del Futuro”, un ciclo de eventos que invitan al público a ver, pensar y debatir sobre la unión de los artistas con la inteligencia artificial, un dúo que crece con potencial y sin freno a nivel global. Los eventos, de acceso gratuito, contarán con la presencia de referentes del arte y la tecnología en diferentes conferencias y charlas interactivas.
“Este tipo de iniciativas son muy importantes en un contexto donde las verdaderas preguntas sobre la inteligencia artificial quedan opacadas por el dramatismo amarillista”, sostuvo para LA NACION Leo Balistrieri, cofundador y profesor de Laboratorio IA —un espacio de cursos anuales sobre generación de imágenes sintéticas—, quien expondrá el 13 de febrero.
Además, durante este periodo, el público podrá ver en exclusiva la obra exhibida de Sofía Crespo, una artista argentina radicada en Lisboa que trabaja con inteligencia artificial. Junto con el noruego Feileacan Kirkbride, forma parte de la dupla artística “Entangled Others”, cuyas obras convergen con la IA para explorar la evolución y representación de la vida orgánica. En ArtLab estarán tres de sus proyectos: Decohering Delineation, Sediment Nodes y Critically Extant.
Aunque el dúo ya llevó su obra a espacios internacionales, es la primera vez que Crespo puede hacerlo en la Argentina, lo que le genera gran emoción: “Es muy importante para mí formar parte del discurso artístico de mi país”, destacó para LA NACION. Su camino con la tecnología se delinea años atrás, en 2017, cuando pocas personas conocían el término inteligencia artificial. “Usar esta herramienta es algo que hago intencionalmente. Es un medio artístico para mí”, expresó.
El futuro del arte, todavía con interrogantesLa fusión arte-inteligencia artificial abre las puertas a todo un mundo nuevo de exploración: se pueden crear nuevas imágenes, nuevos sentidos, nuevas visualizaciones. El abanico de creación solo se expande. De hecho, de acuerdo con un informe de Market.us, se proyecta que el tamaño del mercado mundial de la IA en el arte alcance los 40.400 millones de dólares en 2033, frente a los 3.200 millones de dólares de 2023, con un crecimiento interanual del 28,9% durante el periodo de previsión de 2024 a 2033.
Agustina Rinaldi, curadora de arte que expuso en la primera jornada de “Intersecciones del Futuro”, señaló a LA NACION que en este nuevo ensamblaje también se redefine la crítica de las obras. “Quien observa valora cada vez más la intencionalidad del artista durante el proceso de experimentación con la tecnología; no hablamos de producción, sino de co-creación y desvelamiento”, comentó.
De la mano de la innovación, los procesos creativos traen obstáculos inéditos. En esta línea, Crespo cuenta que en su práctica los desafíos tienen que ver con la falta de datos y representaciones de muchas especies en los modelos de inteligencia artificial. Sin embargo, aclara que no es un problema que pueda trasladarse a todas las obras de los artistas que trabajan con IA y tecnología, ya que cada una varía de forma única.
Ahora bien, en el centro del debate sobre los desafíos aparece la cuestión de la autoría. Muchos modelos utilizados en la creación artística, como MidJourney o Stable Diffusion, están entrenados con obras que no fueron licenciadas ni autorizadas. Este lunes, Christie’s, una de las casas de subastas más prestigiosas de Nueva York, presentó una colección de arte generado con inteligencia artificial y recibió una denuncia en una carta abierta de artistas, quienes afirman que la tecnología detrás de esas obras está cometiendo un robo masivo, según reportó The Guardian.
“Muchas de las obras que planean subastar se crearon utilizando modelos de IA que se sabe que fueron entrenados con obras protegidas por derechos de autor sin licencia. Estos modelos, y las empresas que están detrás de ellos, explotan a los artistas humanos, utilizando su trabajo sin permiso ni pago para construir productos comerciales de inteligencia artificial que compiten con ellos”, dice la carta, firmada por más de 3000 artistas, entre ellos varios reconocidos.
Sobre este punto, Martín Carpaneto, cofundador y docente de Laboratorio IA, advirtió a LA NACION que, si bien el reclamo puede ser legítimo, el debate sobre la ética y la autoría siempre llega tarde. El artista explicó que los modelos actuales ya se entrenan con imágenes sintéticas autogeneradas, lo que le resta credibilidad a la denuncia.
Además, en un escenario con tantas posibilidades de creación original, replicar la imagen de alguien no parece ser lo más relevante. “Pudiendo mezclar todos los estilos, texturas y condiciones posibles, es difícil pensar que nuestro objetivo sea imitar el estilo de una persona”, reflexionó.
La resistencia es inevitable, pero también lo es la evolución. Catalina Ruiz, artista plástica argentina, afirmó que estos cambios son positivos, aunque su práctica esté lejos de la inteligencia artificial. En esta línea, destacó que incluso la difusión de obras generadas con IA puede incentivar a los humanos a crear piezas menos enfocadas en la técnica. “Puede nutrir y potenciar un arte con más expresión”, concluyó.