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Pablo Rago: su rol en una serie que dará que hablar, la declaración amorosa de Griselda Siciliani y la convivencia con su novia

Hace casi 50 años que Pablo Rago no para de trabajar: empezó a los 4, cuando quedó seleccionado en un casting, por pura casualidad (si es que las casualidades existen). Desde entonces fue parte ...

Pablo Rago: su rol en una serie que dará que hablar, la declaración amorosa de Griselda Siciliani y la convivencia con su novia

Hace casi 50 años que Pablo Rago no para de trabajar: empezó a los 4, cuando quedó seleccionado en un casting, por pura casualidad (si es que las casualidades existen). Desde entonces fue parte ...

Hace casi 50 años que Pablo Rago no para de trabajar: empezó a los 4, cuando quedó seleccionado en un casting, por pura casualidad (si es que las casualidades existen). Desde entonces fue parte de éxitos que quedaron en la memoria colectiva de los argentinos como Clave de sol, Amigos son los amigos, Inconquistable corazón, Kachorra o Gasoleros en televisión. Y en cine fue parte de las dos películas argentinas ganadoras del Oscar, La historia oficial y El secreto de sus ojos. Pero él nunca se la creyó; después de todo, el éxito siempre estuvo yendo y viniendo en su vida.

Ahora Rago vuelve a la ficción con Yiya, una serie de 5 capítulos que puede verse por Flow, a partir del 13 de noviembre. Allí el actor interpreta al narrador de la escalofriante historia, un periodista que investigó el caso y entrevistó varias veces a Yiya Murano. “Este escritor siguió el caso allá por los ’90 y tuvo la oportunidad de hablar con ella cuando estaba internada en el geriátrico. No lo pude conocer porque cuando empezamos a grabar la serie yo estaba terminando Esperando la carroza en teatro y estrenando Sala de espera, y nunca tuve tiempo de juntarme”, le cuenta Pablo Rago a LA NACION. También habla de su relación con su hijo Vito, de 23 años, y de la familia ensamblada que formó con su novia Tamara.

-¿Seguiste el caso?

-Sí, claro. Todo el mundo hablaba de eso en una época. Me acuerdo que una vez Yiya fue invitada a lo de Mirtha Legrand y apareció con masitas… Hacer un chiste de eso siempre me deja un poco afuera. No sé si queda gracioso, sobre todo pensando en lo que hizo, y además hay un montón de suposiciones que nunca se corroborarán… En los ’90 tuve la oportunidad de trabajar con su hijo Martin, en Telefe, porque hacía efectos especiales. Y era un personaje muy egocéntrico como la madre, y quería colgarse de esa historia que apenas conocíamos por la tele y por los diarios. Me acuerdo muy bien de haber charlado una tarde con él.

-¿Cómo fue la experiencia de compartir escenas con Cristina Banegas?

-Espectacular porque nunca había trabajado con Cristina ni me la había cruzado en ningún lado. Y es todo un lujo. Trabajamos mucho en el día a día con ella, que tiene una gran sabiduría para actuar… Era mirarnos y entendernos. Las escenas son bastante cortas, entonces decíamos: “Bueno, no te voy a creer nada en esta y tratá de convencerme”. Y hacía el revés, una buenísima persona que no me quería convencerme de nada (risas). Fue todo un placer. Jugábamos mucho… El día que se den cuenta de eso no me pagan más (risas). Fue una re linda experiencia. Y más allá de hacer todas las escenas con Cristina, lo más divertido es lo que sucede afuera, cuando charlas con los compañeros. Es lo que suele pasar en los ratos de espera de una filmación. La pasé súper y la serie está muy bien… De alguna manera es estática, porque no vemos las acciones y las tenemos que imaginar, pero está sostenida con un elenco muy lindo y muy bien filmada por Mariano Hueter, a quien conocí hace muchos años haciendo El legado, en Canal 9.

-¿Tenés algún proyecto?

-Estoy grabando una serie para Netflix con producción de Underground, El tiempo puede esperar. Es la historia de un chico que viaja en el tiempo; arranca en 1995, tiene un grupo de amigos, una novia, y de pronto, por un hecho que no se explica, desaparece y vuelve a aparecer treinta años después. Pero está igual que cuando desapareció, y en cambio para sus amigos, su novia, sus padres pasaron treinta años. Es una comedia romántica, al estilo Cien días para enamorarse, y con un elenco bastante parecido, porque están Carla Peterson, Luciano Castro, Verónica Llinás, Juan Leyrado, Jorgelina Aruzzi.

-Sos un actor que siempre tuvo trabajo... ¿Dijiste que no muchas veces?

-Varias. A veces me hago problemas y mi novia me dice: “¿Te preocupa tener que elegir entre tres cosas?. Imaginate al que tiene que elegir entre cero". Obviamente cada vez pasa menos, sobre todo en lo audiovisual porque casi no hay producciones. Pero la verdad es que los productores y directores siempre me tienen en cuenta. Siempre estoy ahí, en la terna para algún personaje.

-Te conocen muchas generaciones….

-Es cierto, y lo loco es que se renueva el público. Cuando se estrenó la película Campamento con mamá, que hicimos con Natalia Oreiro, me fui unos días a la playa de vacaciones y de pronto había niños que me perseguían para pedirme fotos… Niños que, por supuesto, no sabían ni mi nombre, ni que había estado en El secreto de sus ojos, pero me conocían por esta nueva película.

-¿Alguna vez te la creíste?

-Nunca. El primer éxito grande fue Clave de sol y la pasé muy bien. Llenábamos teatros, no podíamos bajar de un micro porque las chicas nos arrancaban la ropa y los pelos. Y nunca lo padecí, al contrario. Algunos compañeros sí lo padecieron porque el objetivo era ser un actor consagrado; me acuerdo haberle dicho a Leo (Sbaraglia), varias veces antes de bajar un micro: “Somos Los Beatles y vos sos John Lennon, disfrutá” (risas). Porque a él le costaba un poco más y lo entiendo porque estaba estudiando con Agustín Alezzo y sus raíces estaban en el teatro. Le costaba entrar al éxito masivo, pero para mí fueron muy divertidos esos tres años de Clave del sol.

-Después vino Amigos son los amigos, otro exitazo…

-Sí, pero ahí hice la plancha porque el seguidor estaba en Carlín (Calvo). Y yo disfruté el éxito de costadito. Tenía mi grupo de amigos que eran un poco más grandes, con los que salíamos casi todo el tiempo. Disfrutaba, pero también era muy responsable en el colegio y en el trabajo.

-¿Te preguntaste alguna vez si actuar era lo que querías?

-Quizá a los 15, cuando estaba haciendo Clave de sol. Mucha gente me decía que había perdido la infancia, que no tuve una vida normal. Y la verdad que tuve una vida normal para alguien que hacía lo que yo hacía… Lo que no me parecía normal era que a los 15 años alguien no conociera un estudio de televisión (risas). Pero en un momento les planteé a mis viejos qué hubiera pasado si no me gustaba actuar y qué pasaba con todo este tiempo perdido, entre comillas, haciendo novelas, películas o publicidades. Y me di cuenta que ya tenía una experiencia de 10, 12 años a mis 15 y eso no le pasaba a mucha gente. De alguna manera, no digo que tuviera la vida resuelta, pero supe lo que quería.

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-No es fácil que alguien tan joven sepa qué quiere…

-No, y lo veo con mi hijo Vito, que tiene 23 años y le cuesta mucho elegir qué hacer de su vida. Está trabajando en el área de marketing de una financiera, pero todavía no sabe bien qué quiere. Y está bien que sea así. Su pasión es el fútbol, no tengo ninguna duda, pero tampoco le dio como para hacerse profesional. Y lo prefiero, porque si bien lo hubiera acompañado, no sé si es una carrera que me gustaría que siguiera profesionalmente. Y yo a su edad, hasta estaba ya divorciado. Cuando terminé Clave de sol no tenía dudas sobre lo que quería en mi vida.

-Con dos padres actores , ¿pensó alguna vez en ser parte del medio?

-Tuvo esa inquietud en un momento. Cuando filmé Campamento con mamá, me acompañó unos días en Tandil y se entusiasmó. Le gustó ver cuánto lo disfrutaba yo, el ambiente que había, el motorhome… Y le conté que eso que acababa de ver se lograba después de muchos años (risas). Se anotó en un taller de teatro, pero se dio cuenta que no le interesaba tanto. Me acuerdo de haber preparado una escena con él, porque hizo un casting para un proyecto de Cris Morena… Le dije tres cositas y se sorprendió y me dijo “ah, pero esto no me lo enseñan en el curso” (risas).

-¿Sigue viviendo con vos?

-Sí, desde la pandemia. Vivimos los cuatro: mi novia Tamara y su hijo Uriel que tiene 12 años, y Vito y yo. La famosa familia ensamblada (risas). Los chicos pegaron buena onda, a pesar de la diferencia de edad. Charlan mucho, se acompañan. Está bueno.

-¿Cuánto hace que están juntos con Tamara?

-Diez años. Nos conocimos por Instagram. Hay una diferencia de edad, pero Tamara es muy madura. La conocí cuando tenía 23 años y ya era mamá de Uriel; quizá eso la hizo madurar más rápido. Hay algo que funciona, que nada es forzado. Es muy familiera… Y no le gusta la exposición, aunque a veces me acompaña a algún estreno.

-Griselda Siciliani contó que sos su amor platónico, ¿qué pensaste cuando lo dijo?

-Me pareció gracioso. La primera vez que lo contó fue en la radio, en Perros de la calle. Me llamaron por teléfono y yo no entendía nada, porque estaba durmiendo. Al aire me dijeron que estaba Griselda que quería decirme algo… Y de lejos se la escuchaba gritar “no, no quiero hablar con él”. No nos conocíamos y nos cruzamos tiempo después en Telefe, en un pasillo, y nos reímos mucho. Ahora que está saliendo con Luciano (Castro) es gracioso porque estamos trabajando juntos y él le manda fotos conmigo, y ella responde con un audio “¡Ay, te amo, Lucho! Pero no es para vos no, mi amor, sino para el otro Lucho ”. Es genial (risas). Griselda me ve como un personaje, como Mickey. Como cualquier fan que besaba el póster.

-Debés de tener muchos amores platónicos….

-Creo que sí (risas). Cuando Griselda contó eso en el programa de Mario Pergolini empezaron a llegarme notificaciones de Instagram de chicas de mi edad que me mandaban fotos o me decían que todavía tenían un póster mío. Y es hermoso. Hay gente que me dice que crecieron conmigo y es lindo. Muchos me siguen llamando Pablito (risas). Hay un cariño muy familiar.

-Tu primera esposa fue Sandra Pettovello, Ministra de Capital Humano, ¿te contactaste desde que es parte de este gobierno?

-Fue mi primera esposa y la única, porque nunca me volví a casar…. Hace treinta años que no sé nada. La conocí empezando Amigos son los amigos y me separé cuando el programa terminaba… Y nunca más.

-¿Cómo vivís los recortes en el área de Cultura?

-Con el poco tiempo que va de este gobierno es tanto lo que nos ha golpeado… No solamente a mí que tengo mi trabajo en el área de cultura y hasta hace poco teníamos un INCAA y un Instituto de Teatro, sino también a mi mamá que es jubilada, tengo hermanos trabajadores, tengo familiares muy cercanos discapacitados. Es tan agobiante todo lo que nos está pasando que a veces hay que parar, respirar y ver a quién le conviene todo esto. Si le conviene solamente al que compra y vende bonos, me quedo afuera porque no soy de ese tipo de gente. No especulo en esas cosas. Esto es beneficioso para muy poca gente. Pero hay una resistencia en la cultura que ahora está medio calladita y que en algún momento va a aflorar, y en la que confío. De política no sé nada, pero trato de colaborar en lo que puedo.

-¿Qué le dirías al Pablito de 4 años o al de 15?

-Le diría que estudie, que se prepare. Yo empecé a estudiar teatro a los 23, cuando ya hacía muchos años que trabajaba. Y fue con Raúl Serrano, que me había dirigido en una obra. También le diría que es importante saber manejar su economía. Yo soy malísimo para eso. No soy ambicioso ni nunca deseé ganar un Óscar o tener un avión privado o una casa en Punta del Este. Siempre me sentí identificado con Hugo Arana, que decía que él trabajaba de esto, de estudiar una letra, inventar. Un intérprete. Eso soy.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/pablo-rago-de-su-nuevo-personaje-en-una-serie-que-dara-que-hablar-a-los-amores-platonicos-y-la-nid07112025/

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