Para Gallardo, la expulsión marcó el quiebre y el empate con Monterrey condicionó la clasificación
No tenía mucho margen River, que frente a Inter, de Milán, encontró un muro infranqueable. La ilusión que tejió de avanzar a los octavos de final del Mundial de Clubes se quebró con la derrot...
No tenía mucho margen River, que frente a Inter, de Milán, encontró un muro infranqueable. La ilusión que tejió de avanzar a los octavos de final del Mundial de Clubes se quebró con la derrota por 2 a 0 en el Lumen Field, de Seattle. Antes del partido el entrenador Marcelo Gallardo anticipó de qué se trataría el encuentro, cómo podía ser el desarrollo, y no falló en el diagnóstico. “Hay que hacer un partido muy bueno para tener chances de ganar”, había resaltado el Muñeco, conocedor de que el plantel llegaba diezmado a la cita que definía la clasificación para los playoffs desde el grupo E.
Las actuaciones de los millonarios en el Mundial fueron de mayor a menor en cuanto a funcionamiento, postura del equipo y calidad de juego. La contundencia en el primer partido, contra Urawa Red Diamonds, no se repitió frente a Monterrey, cuando River hipotecó en gran parte la continuidad en el campeonato que se desarrolla en Estados Unidos. “Duele despedirnos así, no de una buena forma. Creo que en la primera etapa, más allá del faltante de jugadores importantes para nosotros, manteníamos una clara intención de jugar, de ir a presionar, ante un equipo que juega bien, que es fuerte físicamente y que técnicamente es bueno”, señaló en el campo de juego Gallardo, con la derrota consumada y el sueño roto.
“Jugamos el partido que creíamos teníamos que jugar. Lamentablemente, la expulsión no nos dejó llegar a la final con alguna chance. Más allá del esfuerzo del primer tiempo, una pena por toda esta gente que vino en masa a acompañar al equipo y no pudimos darle la posibilidad de seguir”, analizó el Muñeco, que observó cómo River tuvo un recorrido inverso en el campo de juego a lo que demostró en sus dos partidos anteriores del Grupo E. Hasta que el rendimiento físico aguantó, emparejó la pulseada ante un rival que fue protagonista en la temporada: Inter perdió la final de la Champions League con Paris Saint-Germani, también el Scudetto ante Napoli y la Copa Italia lo tuvo en las semifinales, donde cayó en el clásico con Milan.
“Tal vez, ahora, con los resultados puestos, nos podemos lamentar de no haber ganado el segundo partido, porque hicimos méritos para hacerlo y no pasó y por eso llegamos a esta instancia de jugarnos la clasificación con un rival de muchísima jerarquía. Intentamos plantarlos y hacerle frente con muchos inconvenientes por el faltante de jugadores. Creo que más allá de eso intentamos jugar de igual a igual, incluso con la diferencia de jerarquía, porque eso hay que reconocerlo. Intentamos: hasta la expulsión estábamos en partido. Si bien había momentos en el segundo tiempo donde las transiciones, recuperar alto y jugar manos a mano atrás con espacio nos generaba problema, nosotros necesitábamos ganar. La forma que indicaba la estrategia era jugar de igual a igual. La expulsión rompe todo y con un jugador menos se nos hizo demasiado difícil”, analizó en la rueda de prensa.
El análisis de Gallardo no esconde nada de lo que resultó el partido, porque las bajas que tuvo el equipo –no contó con Enzo Pérez, Giuliano Galoppo ni el colombiano Kevin Castaño- pretendió afrontar el desafío con los argumentos que pregona el entrenador, sin salirse del libreto de siempre, aunque el plan no tenía combustible para soportar los 90 minutos. “Una parte del trabajo fue buena… La toma de decisiones y tener mayor frescura que pudieran llevarnos al arco de ellos fue el faltante. Había cierto nerviosismo, el trabajo intentamos hacerlo, lamentablemente no pudimos”, resaltó el DT, al que la derrota le refrescó que tiene un plantel que se reforzó con un gasto de más de 50 millones de dólares para la contratación de 12 jugadores en los últimos dos mercados de pases, aunque el equipo queda desbalanceado y con falencias para discutirle a los poderosos, ya sea de Europa, que tienen una ventaja abismal, pero también con los que marcan la pauta en América: los clubes brasileros y, por fortaleza económica, los mexicanos.
El ingreso de Giorgio Costantini, de 19 años y que en el Mundial de Clubes jugó su segundo partido en River, una señal de que el plantel de figuras que sobresale en el fútbol argentino no hace diferencia en las competiciones internacionales. La dependencia de Franco Mastantuono en 2025 -ayer jugó su último partido antes de incorporarse a Real Madrid-, otro distintivo de cómo está compuesto el grupo: los juveniles deben convertirse en conductores. No llegó en plenitud River y tampoco cumplió con el objetivo deportivo, además de perder millones de dólares por no clasificarse para los octavos de final. El nivel colectivo volvió a quedar en deuda, los chispazos alcanzaron para superar a Urawa Red Diamonds y quedar emparejado con Monterrey, pero queda corto cuando se eleva el listón y asoman los clubes poderosos, de categoría, que imponen su jerarquía futbolística y arrollan físicamente.
El Muñeco, líder y quien diseña cada paso en el club, deberá reformular situaciones, aceptar los errores que se cometieron para modificar un escenario que en segundo semestre tendrá a la Copa Libertadores como objetivo de máxima, aunque la historia y la grandeza exige ser protagonista también en el campeonato argentino y la Copa Argentina. “Es muy reciente, estamos dolidos por la eliminación porque la expectativa era avanzar mucho más. Sacar conclusiones ahora es muy difícil. Se va a analizar y sacar conclusiones y en base a eso tratar de oxigenarnos para encarar la segunda mitad del año. Pero es prematuro. Siempre para bien o mal hay cosas para aprender, remarcar y rescatar. Vamos a hacer la evaluación ante una competencia de esta jerarquía”, remató Gallardo.
¿QUÉ DEBE REFORZAR RIVER?
Gallardo remarcó las mejoras a realizar en el plantel del Millonario.
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Que también se refirió al escándalo del final, entre Marcos Acuña y Denzel Dumfries, y la rareza de que los goles de Monterrey se replicaran en las pantallas del estadio de Seattle: “Entiendo la pulsación de los futbolistas, pero empañó y no es la imagen que queremos dar. Dos jugadores con pulsaciones altas generan barullo, pero no es nuestro estilo. Es insólita la situación de tener que estar jugando y ver las imágenes de otro partido. Deberían revisarlo, eso influye en la gente y también a los de adentro. La gente de fútbol, en FIFA, debería tener más sensibilidad con esas situaciones. No es una excusa, porque no hubiera modificado nada”, apuntó Gallardo.