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Para River, la deuda mundialista crece y deja en sepia aquella única alegría de hace casi 40 años

SEATTLE (Enviado especial).- La eliminación le pesa a River. Duele, le llevará un tiempo procesarla para sacar conclusiones, más allá de que la envergadura de Inter suponía una amenaza que se ...

Para River, la deuda mundialista crece y deja en sepia aquella única alegría de hace casi 40 años

SEATTLE (Enviado especial).- La eliminación le pesa a River. Duele, le llevará un tiempo procesarla para sacar conclusiones, más allá de que la envergadura de Inter suponía una amenaza que se ...

SEATTLE (Enviado especial).- La eliminación le pesa a River. Duele, le llevará un tiempo procesarla para sacar conclusiones, más allá de que la envergadura de Inter suponía una amenaza que se materializó en una despedida. Las copas intercontinentales o los mundiales de clubes en su versión reducida quedaron como parientes muy lejanos de este formato ampliado con 32 equipos, que se puso en práctica por primera vez y a River se le atragantó muy pronto.

Pasó a ser una de las 16 delegaciones, la mitad de las participantes, que hacen las valijas para volver a sus países. Con Boca saliendo un día antes por la puerta de atrás, el fútbol argentino se quedó prematuramente sin representantes en el Mundial. Los síntomas preocupantes a nivel continental, en una Copa Libertadores que es un coto de caza brasileño, se agudizaron en el escenario global para un fútbol local que está lejos, tanto como los grandes futbolistas que exportó para que las grandes alegrías queden concentradas exclusivamente en la selección argentina.

River profundizó un saldo negativo. Ganó una Copa Intercontinental, en 1986, y quedó en el camino en las otras tres oportunidades en las que había llegado como campeón de la Copa Libertadores (1996, 2015 y 2018, las dos últimas con Marcelo Gallardo en el banco), y en este Mundial al que accedió por el ranking FIFA de rendimiento en las últimas Libertadores.

La única alegría remite a aquel 1-0 ante Steaua Bucarest, con gol de Antonio Alzamendi luego de que el “Beto” Alonso jugara rápido un tiro libre, en un encuentro disputado en el estadio Nacional de Tokio.

Mudado hace cinco meses desde su Cardona natal a Piriápolis, el uruguayo Alzamendi rememoró la victoria ante la consulta de LA NACION: “Muchos le quieren quitar prestigio a aquel título, pero Steaua Bucarest era el campeón de Europa, le había ganado la final a Barcelona, era casi la selección de Rumania que después llegó al Mundial ’90”.

Pasaron 10 años para que River volviera a jugar una Copa Intercontinental. Fue en 1996, después de obtener la Copa Libertadores con goles de Hernán Crespo contra América de Cali. Esa gloria le valió una inmediata transferencia a Parma por poco más de cuatro millones de euros. El centro-delantero no integró el plantel que unos meses más tarde perdió 1-0 la final contra Juventus.

El conjunto italiano que dirigía Marcelo Lippi tenía grandes jugadores: Ciro Ferrara, Didier Deschamps, Zinedine Zidane y Alessandro Del Piero, autor del 1-0, a los 36 minutos del segundo tiempo. El desarrollo del encuentro fue ampliamente favorable a la Vecchia Signora, que impuso un ritmo difícil de sostener para River, que igual estuvo cerca del empate con un tiro de Ariel Ortega en el travesaño.

Los últimos dos capítulos de River en el nivel intercontinental corresponden al primer ciclo de Gallardo. Campeón de la Copa Libertadores 2015, River viajó a Japón, donde en las semifinales superó 1-0 a Sanfrecce (Japón) y en la final quedó muy lejos del Barcelona de Messi, Luis Suárez y Neymar que dirigía Luis Enrique. Fue 3-0 (un gol de Messi y dos de Suárez) en un partido que en situaciones de gol fue favorable a los catalanes por 12-4. Todo estaba definido cuando todavía faltaban 25 minutos, momento en el que Barcelona bajó el ritmo, no buscó más goles.

De la mano de Gallardo, River obtuvo la cuarta Copa Libertadores. Al Mundial de Clubes en los Emiratos Árabes asistió en circunstancias especiales, seguramente irrepetibles. El 9 de diciembre de 2018 venció en el suplementario 3-1 a Boca en la célebre final de Madrid.

Entre el 2-2 del primer partido en la Bombonera y el duelo en el Bernabéu transcurrió casi un mes. La postergación por los incidentes en las afueras del Monumental encimó la definición de la Copa Libertadores con el comienzo del Mundial de Clubes, y River se presentó nueve días después de la consagración, con toda la descarga de adrenalina y tensiones que supuso aquel superclásico. Una despresurización perjudicial. En las semifinales, River ni siquiera pudo aprovechar las facilidades de un rival inferior como Al Ain (Emiratos Árabes), de paso fugaz por este Mundial. Cayó 5-4 en la definición por penales (falló Enzo Pérez) tras empatar 2-2, con dos goles de Rafael Borré. Fue la primera vez que un equipo argentino no accedió a la final de un Mundial de Clubes.

Anoche, en los Estados Unidos se truncó otra ilusión. La proyección era avanzar junto con Inter, dejando atrás a Monterrey, pero la realidad le mostró que el próximo destino es Buenos Aires.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/para-river-la-deuda-mundialista-crece-y-deja-en-sepia-aquella-unica-alegria-de-hace-casi-40-anos-nid26062025/

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