Qué es la “sexalescencia”

Las nuevas generaciones están enfrentando una transformación en la manera de entender la madurez, mostrando a individuos que, superada la barrera de los 60 años, despliegan una vitalidad y rique...

Las nuevas generaciones están enfrentando una transformación en la manera de entender la madurez, mostrando a individuos que, superada la barrera de los 60 años, despliegan una vitalidad y riqueza de experiencias que desafían las convenciones tradicionales. Esta reivindicación de la vejez la alejan de la pasividad y el retiro, abriendo la puerta a la plenitud y nuevos proyectos. Incluso ha surgido la necesidad de nombrar este fenómeno y generar un término que encapsula la forma renovada y activa de transitar esta fase vital.

¿Qué es la sexalescencia?

El término sexalescencia es una combinación de las palabras “sexagenario” y “adolescencia”, y fue acuñado por el doctor Manuel Posso Zumárraga y retomado por el médico español Ángel Durántez, quien describe a los sexalescentes como “aquellos hombres y mujeres que, lejos de resignarse a un papel pasivo o marginal en la sociedad, eligen mantenerse activos, saludables y socialmente conectados”.

Durántez también aclara un punto crucial: “Los sexalescentes se sienten jóvenes, pero sin intentar aparentarlo. Aceptan su edad sin renunciar al disfrute, al aprendizaje ni a la posibilidad de reinventarse“.

Esta concepción se distancia de la antigua imagen de las personas mayores de 60 años que, tras la jubilación, se volvían pasivas o se desconectaban del presente. Los individuos que transitan la sexalescencia viven esta nueva etapa de su madurez del modo opuesto: con una notable energía, curiosidad y un profundo deseo de seguir creciendo personal y emocionalmente.

¿Qué implica esta concepción a la hora de conectar con los nuevos tiempos?

Según Durántez, estas personas “manejan las nuevas tecnologías, son modernos, progresistas, con ganas de disfrutar de la vida, aprender, colaborar con la sociedad, viajar, conocer a gente nueva y ser dueños de su destino”.

Liberados de muchas obligaciones laborales y de crianza, aprovechan esta nueva libertad para explorar intereses postergados y disfrutar activamente de los beneficios de esta fase vital. Es común que emprendan viajes soñados, exploren nuevos hobbies, participen en más actividades culturales, continúen aprendiendo nuevas habilidades, se abran a nuevas relaciones amorosas y vivan su sexualidad con mayor fluidez.

¿Qué procesos permiten esta revolución?

Uno de los pilares fundamentales es el aumento de la esperanza de vida y la mejora en la calidad de la misma. Gracias a los avances de la medicina, es frecuente que las personas lleguen a los 60 y 70 años en un óptimo estado de salud física y mental.

La tecnología también juega un rol crucial. Internet se ha convertido en una ventana al mundo no solo para los jóvenes, sino también para los adultos mayores. Ofrece una fuente casi inagotable de recursos para aprender un nuevo hobby, un idioma, o conectar con nuevas personas, haciendo estas actividades mucho más accesibles.

También se observa un creciente rechazo al edadismo. Las redes sociales, con figuras como los “abuelos influencers”, y la construcción de la imagen del jubilado como alguien que “vive la mejor vida” (libre de obligaciones), han contribuido a generar discursos que desafían la idea clásica del envejecimiento pasivo o aburrido.

Resignificar la sexualidad: un pilar de la sexalescencia

El concepto de sexalescencia lleva esta idea de actividad y libertad también al plano sexual. Se rompe así con el mito de que el deseo sexual disminuye o desaparece con la edad, una noción que relegaba la sexualidad al ámbito de la juventud. Hoy se comprende que, lejos de apagarse, en la madurez se transforma, se enriquece y hasta se vive con mayor libertad y disfrute que en etapas anteriores.

Con mayor autoconciencia y menos presiones sociales, en la sexalescencia los mandatos suelen dejarse de lado y el erotismo se expande. Se prioriza el placer propio, la intimidad, el juego y la complicidad. La experiencia sexual no se limita necesariamente a la genitalidad y se expresa a través de un contacto más tierno, palabras compartidas y gestos que adquieren un significado profundo en la intimidad.

Este contenido fue producido por un equipo de LA NACION con la asistencia de la IA.