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Reseña: Intimidad de un oficio, de Liliana Heker

¿De dónde proviene, exactamente, la imperiosa necesidad de escribir ficciones? Una narradora de fuste como Liliana Heker (Buenos Aires, 1943) se permite ofrecer, antes que respuestas, una larga e...

Reseña: Intimidad de un oficio, de Liliana Heker

¿De dónde proviene, exactamente, la imperiosa necesidad de escribir ficciones? Una narradora de fuste como Liliana Heker (Buenos Aires, 1943) se permite ofrecer, antes que respuestas, una larga e...

¿De dónde proviene, exactamente, la imperiosa necesidad de escribir ficciones? Una narradora de fuste como Liliana Heker (Buenos Aires, 1943) se permite ofrecer, antes que respuestas, una larga experiencia en lidiar con historias y caracteres; experiencia que remite, cuanto menos, a una infancia temprana: a los cuatro años daba vueltas en el patio de la casa de su abuela, o alrededor de la mesa del comedor, viviendo en su cabeza (al igual que lo hacen muchos de sus personajes) con una intensidad que la vida cotidiana desconocía por completo.

Luego de toda una vida sumida en el encantamiento –tumultuosamente gratificante– de pergeñar cuentos y novelas, Heker despliega en Intimidad de un oficio, su último libro de no ficción, el saber que ha recogido a lo largo de décadas y con el que no pretende instruir a nadie; en todo caso, si se trata de exhibir un conocimiento, es el que el proceso de escritura ha sabido enseñarle –a ella– a lo largo del camino. Afirma, por ejemplo, que el esbozo de una idea para una ficción –o un conflicto en concreto, incluso una frase que pueda servir como disparador– no se resguardan, al menos no al principio, ni en un disco rígido ni en papel, sino que deambulan en su interior hasta que reclaman ser escritos. El de Heker es un caso paradigmático del autor que convive con sus ficciones, y no exclusivamente al inicio de la relación, sino a lo largo y ancho de un vínculo amoroso henchido de pasión aunque de frecuentes tropezones.

Así, en Intimidad de un oficio reverberan las anécdotas que imbrican literatura y vida, puesto que dicha convivencia no repara en tiempos libres o vacaciones; no conoce, tampoco, de espacios delimitados de trabajo. Por ello, una frase reveladora, la epifanía de un final, el cambio de rumbo de una trama, el íncipit justo, puede asaltar a la autora en las más variadas de las situaciones: jugando al tenis, esperando el ascensor, caminando por la calle, en una reunión social.

Entre 2001 y 2010, Heker atravesó una angustia singular: la que atormenta únicamente a quien se define a sí mismo como narrador de ficciones pero es incapaz de crearlas. La celebérrima página en blanco que, en este caso, supone un blanco existencial y subraya la falta constitutiva cara a todos. Aquí reside otro de los aprendizajes más significativos: saber aguardar, con el temple necesario, la aparición de un tema auténtico, de una situación narrable que interpele –irrefutable aunque inexplicablemente– el corazón de un autor. “En este oficio” –escribe la narradora en las líneas finales– “nunca se sale del tembladeral. Felizmente. En este tembladeral escribí siempre y, hasta el momento, sigo escribiendo”. A sus 82 años, a dos de la aparición de Noticias sobre el iceberg, su última novela, Heker se mantiene tan vital como cuando publicó en El grillo de papel, a los 16 años, su primer relato. No es de asombrar, sin embargo, para alguien que ha experimentado el paso de la vida a través de las palabras.

Intimidad de un oficio

Por Liliana Heker

Godot

81 páginas, $ 17.900

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/resena-intimidad-de-un-oficio-de-liliana-heker-nid29112025/

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