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Sátiras de management: la carta de un CEO a sus empleados que nunca será enviada

“Queridos colaboradores y colaboradoras:Quiero darles la más cálida bienvenida a la oficina, un lugar del que no deberíamos habernos ido nunca. Lamentablemente, la pandemia nos obligó ...

Sátiras de management: la carta de un CEO a sus empleados que nunca será enviada

“Queridos colaboradores y colaboradoras:Quiero darles la más cálida bienvenida a la oficina, un lugar del que no deberíamos habernos ido nunca. Lamentablemente, la pandemia nos obligó ...

“Queridos colaboradores y colaboradoras:

Quiero darles la más cálida bienvenida a la oficina, un lugar del que no deberíamos habernos ido nunca. Lamentablemente, la pandemia nos obligó a recluirnos en nuestros hogares por un tiempo para trabajar mientras el virus estaba suelto. Pero eso ya pasó y volver al calor de la oficina es lo mejor del mundo. Quiero que hagan unos minutos de silencio y meditación y piensen en lo improductivos que fuimos, bueno, fueron, durante el trabajo híbrido. Como dijo algún banquero famoso, trabajar desde la casa es una aberración. Quiero que no abran los ojos hasta que coincidan con esa frase. Pienso igual que el banquero porque durante este experimento social de trabajo híbrido no nos vimos la cara, se desarmaron equipos, la oficina era una casa de fantasmas y yo fui muy infeliz. Sí, lo confieso. Ya no tenía sentido mi oficina en el piso 45 cuando la mitad del edificio o más estaba desocupado.

Van a encontrar que la oficina cambió. Producto de las ideas de eficacia del gerente de Finanzas, el señor Tomás Testampa, verán que de los 45 pisos que teníamos quedaron 10. Mi oficina, por supuesto, está en el décimo piso con vistas al río. No es lo que solía ser, pero es lo que hay. La reducción edilicia se debe al proceso de transformación que encaramos en enero donde redujimos a un tercio la nómina (léase, empleados). Es que con la inteligencia artificial nos dimos cuenta de que invirtiendo en esa tecnología nos ahorrábamos muchos empleados que simplemente abusaban de la inteligencia artificial. Alcoyana, Alcoyana, y si no entendés esta expresión seguramente estás en la lista para partir a tu casa de forma definitiva.

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Para recibirlos como merecen hemos hecho cambios en la estructura gerencial. La señora Sweets de recursos humanos se ha jubilado (la hemos jubilado) y en su reemplazo le damos la bienvenida a Cilicia Metálica, nueva gerente de recursos humanos, transformación y reorganización (léase, achicamiento). En la oficina se acabaron las frutas, las barritas de cereal saludables, los tés importados y otras menudencias. Tampoco encontrarán sillones confortables, siestarios u otras pavadas que fueron incorporadas en la gestión anterior. En la oficina se viene a trabajar. Si quieren una barrita de cereal, se la compran; si no les alcanza el sueldo, se embroman o se buscan otro trabajo. Algo más, no se admiten mascotas en la oficina, no hay día de familia ni nada que disrumpa el clima laboral amable que queremos generar. También cancelamos las duchas que solamente usaban los más jóvenes. A la generación Z, por favor, a la oficina se viene bañado y perfumado. Si necesitan hacer running antes de venir, se levantan a las 5 AM, se bañan y luego vienen.

Otra innovación que verán es que la oficina abierta donde todos nos veíamos la cara y nos cruzábamos, desapareció. Cada uno encontrará su nombre en un cubículo insonorizado para evitar escuchar conversaciones ajenas. En la era de los trabajadores del conocimiento, nada mejor que dejar esa sabiduría dentro de un cubículo y que no se pierda en una oficina abierta donde todo el mundo está con auriculares para no escuchar al otro.

El mundo laboral se había desbordado de ridiculeces previo a la pandemia. Yo no sé de dónde vino toda esa cuestión de tratar a los empleados con algodones. Cuando yo empecé a trabajar, un reloj marcaba el ritmo del trabajo y marcábamos tarjeta. Llegar un minuto tarde era tener al supervisor frente a nuestra nariz insultándonos. En esta empresa, jamás haríamos eso, directamente los vamos a despedir si se ausentan sin justificación.

Estuve leyendo mucho en estos años pospandemia sobre la felicidad en el trabajo. He llegado a la conclusión de que no tiene sentido hablar de felicidad en la oficina. Si quieren ser felices, lógrenlo afuera de este santuario del trabajo. ¿No son felices? 0-800-PsicoYA es un buen servicio que tenemos habilitado por tres meses y luego daremos de baja. Este servicio reemplaza al gerente de felicidad, contratado nuevamente por la gestión anterior, el señor Felipe Festilindo, a quien le deseamos muchos éxitos en su nuevo emprendimiento (ninguno) y lo despedimos… felices.

La vuelta a la oficina requiere un soft landing, como dicen ahora, para habituarnos a lo que nunca tendríamos que haber dejado. Para esto los recibiremos el primer día con café y medialunas de grasa. Este regalo tiene un significado profundo, casi metafísico. Me refiero a lo que considero que es bienestar. Bienestar es satisfacer el apetito, y las medialunas de grasa lo hacen. ¿Saludable? Probablemente no, pero es solamente una vez porque no vamos a comprar más nada. Esta filosofía del bienestar igual a satisfacción del apetito hace que prescindamos del gerente de bienestar, el señor Bienvenido Amor y de todas las actividades que él había contratado como clases de yoga, mindfulness, juego con legos y tardes de música y pintura. No solamente estas actividades no agregan valor, sino que al cancelarlas tendremos un ahorro significativo en costos pudiendo pagar más dividendos a los accionistas. Y ustedes saben, nada mejor que un accionista feliz.

En definitiva, con todas estas medidas no vamos a ganar más plata porque las ventas están estancadas, pero vamos a ahorrar mucho dinero y los resultados del próximo quarter serán significativamente superiores al anterior, lo que hace que mi bono (no el de ustedes) esté garantizado. Y un líder feliz y rico hace que se irradie felicidad a los pobres empleados.

Espero que hayan quedado claras las reglas de esta nueva oficina: un lugar único para trabajar donde se viene a sufrir, ganar el sustento mínimo mensual y a decir ‘sí, señor gerente general’. Muchas gracias y acá estoy, con las puertas cerradas para que nadie me moleste en mi hora de meditación, mirando al río y escuchando a Mozart.

Saludos, el benemérito gerente general que vino para resistir y quedarse”.ß

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/economia/negocios/satiras-de-management-la-carta-de-un-ceo-a-sus-empleados-que-nunca-sera-enviada-nid17052025/

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