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Sorpresa: la Argentina inició el camino para dejar la OMS, que admite no tener protocolos para responder en el corto plazo

La Argentina notificó formalmente en febrero su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero el proceso enfrenta serias obstáculo legales y su validez aún está en ...

Sorpresa: la Argentina inició el camino para dejar la OMS, que admite no tener protocolos para responder en el corto plazo

La Argentina notificó formalmente en febrero su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero el proceso enfrenta serias obstáculo legales y su validez aún está en ...

La Argentina notificó formalmente en febrero su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero el proceso enfrenta serias obstáculo legales y su validez aún está en discusión. Aunque el Gobierno sostiene que la salida será efectiva en febrero de 2026, la Constitución de la OMS no prevé ningún mecanismo de retiro y no existen precedentes que avalen una decisión unilateral. En ese contexto, el organismo decidió postergar la evaluación del caso en la Asamblea Mundial de la Salud hasta el año próximo.

Mientras tanto, la administración de Javier Milei busca despegarse del multilateralismo sanitario global, pero confirma la intención de mantener su participación en la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el organismo regional que depende de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y no directamente de la OMS, lo que abriría un camino intermedio para sostener vínculos estratégicos.

“El vínculo con la OPS es preexistente a la OMS y se mantiene afianzado. Aunque la OPS sea la referencia regional de la OMS, depende orgánicamente de la OEA”, explicaron desde el Ministerio de Salud, a cargo de Mario Lugones, a LA NACION.

Según un informe oficial presentado por el director general de la OMS ante la 78ª Asamblea Mundial de la Salud, reunida estos días, el organismo recibió una carta firmada por el canciller argentino, Gerardo Werthein, fechada el 25 de febrero de 2025, en la que se comunica la voluntad del país de “denunciar” –es decir, dar por finalizado su compromiso con– la Constitución de la OMS. La nota fue dirigida al secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, y en ella se establece que el retiro argentino se haría efectivo un año después de su recepción.

Pero el camino no es tan simple. La OMS respondió que su Constitución no contempla ningún mecanismo de salida ni existen precedentes similares. Por ese motivo, las Naciones Unidas informaron que no pueden aceptar ni rechazar la notificación por cuenta propia y que el asunto deberá ser tratado por la Asamblea Mundial de la Salud, su máximo órgano de gobierno. Mientras tanto, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, recomendó que el caso argentino —junto con una situación similar planteada por Estados Unidos en enero— sea evaluado por la Junta Ejecutiva del organismo, que deberá elaborar un informe para su discusión en la 79ª Asamblea Mundial de la Salud, prevista para mayo de 2026.

¿Puede un país abandonar unilateralmente una organización internacional cuya carta fundacional no contempla esa posibilidad? “No”, responde sin rodeos Nahuel Maisley, profesor de derecho internacional en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en la New York University, e investigador del Instituto Gioja y del Conicet.

“Cuando un tratado no prevé explícitamente un mecanismo de salida, como ocurre en este caso, un Estado puede retirarse solamente si se da alguna de las siguientes tres circunstancias: primero, que pueda inferirse que las partes quisieron habilitar esa posibilidad en el tratado, aun cuando no lo hayan hecho expreso; segundo, que el derecho de salir se deduzca de la naturaleza del tratado; o, tercero, que haya acuerdo posterior entre las partes”, explica a LA NACION.

En su opinión, las dos primeras alternativas no aplican al caso argentino, y hay un antecedente clave para entender por qué. “La mejor prueba de esto es que Estados Unidos, al momento de ratificar la Constitución de la OMS formuló una reserva específica habilitando su derecho a retirarse, y esta fue aceptada por los demás Estados. Eso demuestra que todos entendieron que el tratado no permitía la salida unilateral: de lo contrario, la reserva de Estados Unidos habría sido redundante”, describe Maisley.

Maisley considera que el diseño de la OMS está basado en la idea de interdependencia, lo cual es incompatible con una lógica de adhesión optativa. “Es como si alguien quisiera renunciar al consorcio de un edificio porque no le gusta el reglamento de copropiedad: mientras persistan los vínculos materiales, mientras siga compartiendo recursos y riesgos con los vecinos, no se puede”, ejemplifica.

La única vía posible, según el experto, es que la Argentina obtenga el consentimiento del resto de los Estados miembro, utilizando los mecanismos institucionales de la propia OMS.

Maisley advierte que la situación podría derivar en un limbo legal: “Lo complejo, desde el punto de vista jurídico, es que la Argentina sostiene que su denuncia del tratado surtirá efecto automáticamente al año de presentada, es decir, en febrero de 2026. Esto podría generar un limbo jurídico entre febrero y mayo del año que viene, y quizá más allá si la Asamblea le niega la solicitud de renuncia a nuestro país”.

¿Un precedente global?

El caso argentino no ocurre en el vacío. En los últimos años, diversos gobiernos de derecha y movimientos nacionalistas han cuestionado el rol de los organismos multilaterales en la gobernanza global. Maisley cree que lo que ocurra con la Argentina podría abrir una puerta para otros países.

“El movimiento político que impulsó esta propuesta aquí y en Estados Unidos tiene terminales en varios países del mundo, y ya se han planteado iniciativas similares en países como Italia y Hungría”, señala Maisley. Al no existir antecedentes de una salida unilateral, más allá del caso estadounidense que actuó con una reserva expresa, el intento argentino se convierte en un caso testigo.

“La Argentina está a la vanguardia de la embestida contra la organización. Este caso es, en cierto modo, una prueba de la resiliencia jurídica del sistema de gobernanza global en su conjunto”, sostiene el investigador.

Una decisión política en sintonía con EE.UU.

La decisión argentina coincide con un contexto internacional particular, con el gobierno norteamericano en el mismo camino. Esta semana, incluso, Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de Donald Trump realiza una visita oficial a la Argentina. Sobrino de John F. Kennedy y una figura controversial por sus posturas antivacunas, ayer se reunió con su par argentino, Lugones, y esta mañana fue recibido por el Presidente.

Horas después del encuentro con el ministro de Salud, la cartera sanitaria nacional emitió un comunicado en el que reiteró la voluntad de avanzar con el retiro de la OMS. “La Argentina avanza hacia un modelo sanitario más libre, transparente y preventivo”, indicó. Este modelo, según fuentes oficiales, implica revisar estructuras obsoletas, limitar el poder de organismos multilaterales y reforzar el control local sobre decisiones sanitarias.

“Hoy la evidencia indica que las recetas de la OMS no funcionan, porque no están basadas en ciencia, sino en intereses políticos y estructuras burocráticas que se resisten a revisar sus propios errores. Lejos de corregir el rumbo, la OMS ha optado por ampliar competencias que no le corresponden y condicionar la soberanía sanitaria de los países”, sostuvo el ministerio a través del comunicado difundido en la víspera.

“Frente a esto, urge que la comunidad internacional repiense el sentido de los organismos supranacionales: si están financiados por todos, deben rendir cuentas, cumplir con los fines para los que fueron creados y no convertirse en plataformas de imposición política por encima de los Estados miembro”, concluyó.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/sorpresa-la-argentina-inicio-el-camino-para-dejar-la-oms-que-admite-no-tener-protocolos-para-nid27052025/

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