Tragedia en el Senado: una discusión acalorada, cuatro disparos y una herida mortal
El martes 23 de julio de 1935, hace exactamente 90 años, el recinto del Senado estaba lleno. Las bancas, las galerías, incluso las barras reservadas estaban colmadas de público. Se respiraba ten...
El martes 23 de julio de 1935, hace exactamente 90 años, el recinto del Senado estaba lleno. Las bancas, las galerías, incluso las barras reservadas estaban colmadas de público. Se respiraba tensión. Hacía semanas que el debate por los frigoríficos británicos y el pacto con Gran Bretaña subía de tono y esa jornada sería especialmente tensa. En medio de una acalorada discusión, el senador Lisandro de la Torre se levantó de su banca y gritó al ministro de Agricultura: “¡Insolente! ¡Cobarde!”. Pocos segundos después, todo se descontroló.
“Fue un hecho que marcó el ingreso de la violencia al corazón de las instituciones democráticas, con el aval del poder”, explica Ignacio López, doctor en historia e investigador del CONICET al reconstruir ese momento histórico.
-¿Qué pasaba en la Argentina en 1935? ¿Cómo era el clima político?
-La Argentina de 1935 atravesaba un momento muy particular: era el apogeo de la llamada “Década Infame”. Desde 1932, el país transitaba un proceso de restauración institucional, tras el golpe de Estado de 1930. Gobernaba la Concordancia, una alianza de partidos antiyrigoyenistas que había llegado al poder mediante el fraude electoral, pero también se había visto favorecida por la abstención de la Unión Cívica Radical, que decidió no participar en las elecciones de 1931. Fue una década que marcada por problemas de legitimidad, ya que las formulas del partido con mayor apoyo popular fueron proscritas, lo que llevó a su retiro del proceso electoral . Sin embargo, en 1935 los radicales decidieron volver a participar en las elecciones nacionales, lo que encendió las alarmas del oficialismo. Ante la posibilidad de una victoria radical, el gobierno reactivó la maquinaria del fraude para mantener el control del poder.
A nivel internacional, en esa década, Mussolini consolidaba su poder en Italia, Hitler ascendía en Alemania, la Segunda República se instauraba en España y António de Oliveira Salazar establecía su régimen autoritario en Portugal. Era un tiempo en el que el avance de los gobiernos autoritarios era evidente, mientras que las democracias intentaban sostenerse en medio de tensiones crecientes.
-¿Cómo se cometía el fraude electoral en ese entonces?
-A pesar de la vigencia de la Ley Sáenz Peña desde 1912, el fraude era una práctica habitual en el momento electoral. Se robaban urnas, se falsificaban actas, se destruían boletas opositoras y hasta se ejercía violencia durante los comicios. En las provincias como Mendoza y San Juan hubo incluso asesinatos. Todo esto con la intención de mantener una fachada de democracia sin que realmente hubiera alternancia.
-¿Cuál era la situación del Congreso en ese momento?
-El oficialismo dominaba el Congreso, pero la oposición tenía una presencia significativa gracias a la abstención radical. Socialistas y demócratas progresistas eran las voces disonantes y aprovechaban ese espacio para denunciar negociados. Entre ellos se destacaba Lisandro de la Torre, que fue muy crítico del pacto Roca-Runciman.
-¿Qué fue el pacto Roca-Runciman y por qué causó tanto revuelo?
-Fue un acuerdo comercial y estratégico firmado en 1933 entre Argentina y Gran Bretaña, consecuencia de la crisis de 1930. Implicaba una cuota de exportación de carne Argentina fija, aunque el pacto determinaba que Gran Bretaña tenía derecho a restringirla cuando le conviniera. En la práctica, garantizaba que los frigoríficos británicos controlaran el 85% de las exportaciones de carne a ese país, mientras que las empresas argentinas apenas accedían al 15% y solo si no tenían beneficio privado, es decir, que fueran una especie de cooperativa. A cambio, concedía ventajas impositivas, aduaneras, ferroviarias y comerciales a Inglaterra. Por ejemplo, la Argentina se comprometía a no reducir las tarifas ferroviarias. Era un pacto que consolidaba la dependencia económica.
-¿Cuál fue la posición de Lisandro de la Torre?
-En 1934 el senador Lisandro de la Torre propuso la creación de una comisión investigadora del Senado que se llamó “Comisión de Investigación del comercio de Carnes”. Durante el proceso, De la Torre encontró pruebas contundentes de evasión fiscal en frigoríficos de capital británico, como el caso del frigorífico Anglo, uno de los más importantes junto con Swift y Armour. En una inspección realizada tras la denuncia de tres obreros, se descubrieron documentos contables ocultos dentro de baldes de corned beef, los cuales revelaban ganancias considerablemente mayores a las declaradas. Esos hallazgos se debatieron en varias sesiones del Senado. De la Torre señaló la posible vinculación entre frigoríficos británicos y funcionarios del gobierno y acusó públicamente a los ministros Luis Duhau (Agricultura) y Federico Pinedo (Hacienda) de mantener vínculos con los frigoríficos investigados.
-¿Quién era Enzo Bordabehere? ¿Cómo ocurrió su muerte?
-Bordabehere era un senador electo por Santa Fe y pertenecía al Partido Demócrata Progresista. Aún no había asumido formalmente en su banca, pero acompañaba a Lisando De la Torre, a quien apoyaba políticamente. El 23 de julio de 1935, durante una acalorada la sesión en el Senado, De la Torre increpó a Duhau y Pinedo, quienes habían concurrido al recinto para contestar los cargos formulados por la comisión investigadora. En medio de esa tensión, Ramón Valdez Cora, un excomisario afiliado al Partido Demócrata y con antecedentes penales que había ingresado armado al recinto, disparó cuatro veces. Tres de esos disparos impactaron en Enzo Bordabehere. Las heridas fueron fatales y murió horas después.
-¿Era Bordabehere el blanco?
-Todo indica que no. El objetivo era De la Torre. Bordabehere se interpuso y recibió los disparos. Dos en la espalda y otro que, cuando se giró, le dio en el costado. El cuarto disparo lo recibió Duhau en la mano.
Bordabehere fue gravemente herido y trasladado al Hospital Ramos Mejía, donde murió a las 17.10 de ese mismo día. Su muerte fue un golpe devastador para la política argentina.
Al día siguiente, LA NACION informó que los restos del político fueron llevados a Rosario y miles de personas acompañaron el cortejo fúnebre. Y que el ministro Duhau, además de la herida en una mano, también había sufrido la fractura de tres costillas y que había sido trasladado a un sanatorio, donde permaneció en observación hasta la noche, momento en que recibió el alta y regresó a su casa. La investigación de lo sucedido quedó en manos del juez federal Jantus, quien quedó a cargo de la investigación.
-¿Quién era Valdez Cora?
-Un personaje oscuro. Después de los disparos quiso esconderse en la sala del taquígrafo, pero lo detuvieron enseguida. Era un excomisario, que había sido separado de su cargo por causas de extorsión y tenía vínculos con el oficialismo. La Justicia lo condenó a 20 años de prisión, pero nunca avanzó sobre posibles cómplices políticos. Salió en 1953. Si bien quedó como que él actuó solo, lo más probable es que haya sido un brazo ejecutor del poder, la investigación se cortó en él.
-¿Cuál fue la reacción del gobierno y de la opinión pública?
-Hubo conmoción social y repudios. El vicepresidente Julio Roca (hijo), habló en el Senado y llamó a respetar la institucionalidad, pero no se investigó a fondo. Fue un hecho que marcó el ingreso de la violencia al corazón de las instituciones democráticas, con el aval del poder. Eso fue anómalo en nuestra historia institucional, más allá de que tenemos una historia de violencia.
-¿Qué pasó con Lisandro de la Torre después del asesinato?
-Fue devastador para él. Primero se batió a duelo con Pinedo por las acusaciones que se realizaron en el Senado. Ninguno resultó herido: se dice que De la Torre disparó al aire, mientras que Pinedo apuntó a la cabeza y erró el tiro. Luego, en 1937 renunció al Senado y se alejó de la vida pública. En 1939, se suicidó. Era un hombre brillante y ético, pero quedó destruido por el episodio y por lo que representaba.
-¿Qué enseñanza deja el asesinato de Bordabehere?
-Que hubo dirigentes dispuestos a denunciar el poder, la corrupción, incluso poniendo en riesgo su vida. Que el Congreso puede ser un lugar de investigación y de defensa de los valores democráticos. Y que cuando el poder habilita la violencia, la democracia deja de ser tal. Es una historia que nos habla del pasado, pero también del presente.
-¿Ve alguna resonancia con el presente argentino?
-En un momento donde las instituciones están bajo la lupa, que haya dirigentes dispuestos a investigar, a denunciar y a defender la democracia sigue siendo fundamental y marca la vitalidad de las instituciones democráticas.