Triple crimen: “Alguien pagó un millón de dólares por lo que hicieron”, aseguró una de las detenidas
Celeste Magalí González Guerrero, una de las personas detenidas por su presunta participación en el plan criminal que terminó con los homicidios de ...
Celeste Magalí González Guerrero, una de las personas detenidas por su presunta participación en el plan criminal que terminó con los homicidios de Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez, cuyos cuerpos mutilados fueron enterrados en el fondo de una casa de Florencio Varela, rompió el pacto de silencio y contó estremecedores detalles de los asesinatos. También reveló que “alguien” pagó 1.000.000 dólares por el triple crimen y que el móvil fue una venganza por el robo de 30 kilos de cocaína.
González Guerrero, de 28 años y quien hasta su detención vivía en la casa de Florencio Varela donde mataron a las víctimas, amplió hoy su declaración indagatoria ante el fiscal de La Matanza, Adrián Arribas, a cargo de la investigación.
“Matías me contó que a Julio alguien, que no sé quién es, le pagó un millón de dólares por lo que hicieron”, sostuvo González Guerrero, defendida por el abogado Daniel Giaquinta.
Cuando la sospechosa nombró a Matías hacía referencia a Matías Agustín Ozorio, otro de los detenidos, y por Julio hablada de Pequeño J, como se conoce a Tony Janzen Valverde Victoriano, el hasta sindicado como teórico autor intelectual de los homicidios y preso en Perú a la espera de que se resuelva su extradición.
Cuando el fiscal Arribas, según se desprende del expediente judicial al que tuvo acceso LA NACION, le preguntó si conocía los motivos por los que mataron a las víctimas, la sospechosa afirmó: “Porque le robaron 30 kilos de cocaína al Duro. Dos de las chicas fueron, sé que una era Brenda, pero la otra no se quién fue. Aunque creo que la de 15 años no tenía nada que ver. Duro estaba por encima de Julio, era el que le daba órdenes”, respondió.
Después, cuando los funcionarios judiciales le mostraron fotografías de los sospechosos, González Guerrero identificó al Duro como Víctor Sotacuro Lázaro, otro de los detenidos. Dijo que Pequeño J se refería a él como su tío.
Además, la sospechosa contó que ella y su pareja, Miguel Ángel Villanueva Silva, vendían droga para la organización narcocriminal.
“Ozorio me traía el producto , entre 100 o 120 envoltorios, que valían $10.000 cada uno”, detalló cuando el fiscal Arribas le preguntó cómo era la operatoria de la venta de estupefacientes que ella y su pareja hacían para la organización criminal. La “transacción” se hacía en la calle y los “clientes” hacían transferencia de dinero para llevarse la “mercadería”.
Cuando los envoltorios de droga para la venta no se los llevaba Ozorio era un joven apodado Rulos, el que lo reemplazaba, al que conocía como primo de Julio o Pequeño J, según se desprende de la declaración indagatoria.
Según lo que sabía González Guerrero, la cocaína la llevaban a Florencio Varela desde Nueva Pompeya, “del departamento de Julio”.
Su declaración comenzó cuando dijo que dos días antes de la desaparición de las tres víctimas, Julio llamó a su teléfono celular y le preguntó a su pareja si el viernes podía ir a su casa con una amiga.
“Llega el viernes y Julio me llama para que le abra el portón. Yo y entra una camioneta blanca y descienden las tres chicas y tres masculinos más. Entre esos masculinos estabaJulio, quien me ayudó a cerrar el portón. Ahí me dan plata, 1000 dólares, me lo da el tío de Julio, a quien le dicen ‘el Duro’”, afirmó la imputada.
González Guerrero dijo que el tercer hombre tenía una pistola Glock en una de sus manos. “Las chicas bajaron sonrientes, se las veía como engañadas que venían a una fiesta”, sostuvo.
Respecto a las víctimas, la imputada detalló: “Sé que a las chicas que llevó a mi casa las conocía de antes porque dijo que eran amigas y que no podían ir a su departamento porque estaba en remodelación”.
Contó que la tarde del viernes 19, en un momento, cuando vendía droga, perdió de vista a su pareja. Supone que Villanueva Silva regresó a la casa que compartía para abrirle el portón a los que se encargaron de hacer el pozo donde pocas horas después iban a enterrar a las víctimas.
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