Una Nadine Sierra deslumbrante, un Teatro Colón rendido a sus pies y un “festival” de bises
La soprano norteamericana ...
La soprano norteamericana Nadine Sierra cerró con broche de oro el Ciclo Aura, un proyecto que cumplió con creces la promesa de traer a Buenos Aires a las mejores voces del circuito lírico internacional.
El Teatro Colón, célebre por su acústica prodigiosa, es un escenario que pone a prueba hasta a las voces más experimentadas. Quien se anime al reto y logre atravesarlo con éxito queda consagrado para siempre. Este año, cuatro artistas que marcan el ritmo de la escena lírica internacional aceptaron la invitación de formar parte del Ciclo Aura, proyecto imaginado por Elisa Wagner y Mariano Nante, con la finalidad de tender puentes entre intérpretes de renombre y el público argentino.
Jonathan Tetelman, Aigul Akhmetshina y Elīna Garanča supieron brillar en cada una de sus presentaciones, reafirmando su calidad como artistas y luciéndose con lo mejor de su repertorio. Pero, lo que se vivió durante el último concierto programado de este ciclo, con la soprano Nadine Sierra como protagonista, sobrepasó cualquier previsión y le regaló al público del Colón una noche para atesorar en el recuerdo.
Nacida en Fort Lauderdale, Florida, en los Estados Unidos, de madre portuguesa y de padre puertorriqueño con orígenes italianos, en su personalidad se refleja esa rica mezcla cultural. Con una naturalidad y simpatía tan desbordantes como su talento, Sierra dejó muy en claro por qué está reconocida entre las mejores sopranos de la escena operística actual.
De la mano de Bryan Wagorn, pianista y director asistente de la Metropolitan Opera House de Nueva York, al que describió como su gran amigo y compañero de más de veinte años, Sierra salió con una inmensa sonrisa y desde la primera aria que cantó, “Ah, je veux vivre”, de Romeo y Julieta de Gounod, se ganó las primeras ovaciones que a lo largo de toda la noche no se detuvieron más. Le siguió “Chi il bel sogno di Doretta” de La rondine de Puccini y “Quel guardo il cavaliere…So anch’iola virtú mágica” de Don Pasquale de Donizetti, en las que se destacó no solo por su técnica impecable, sino por la potencia con la cual llenaba todo el teatro con su voz mientras pasaba de un rol a otro con absoluta comodidad.
Invitada habitual en la Metropolitan Opera House de Nueva York, los teatros Alla Scala de Milán y Real de Madrid, la Ópera de París, el Gran Teatre del Liceu de Barcelona y la Ópera Estatal de Viena, entre otras, esta no fue su primera presentación en el Teatro Colón. En 2022 se destacó en la producción de L’elisir d’amore, así como en el Ciclo Grandes Intérpretes y en días recientes acompañó también a Andrea Bocelli en este escenario.
Sierra agradeció muy emocionada haber sido nombrada en esta visita como “Huésped de Honor” por la Legislatura Porteña. “Buenos Aires tiene ese calor humano que se ha perdido en muchos otros lados del mundo, quédense siempre con esa energía, es algo que se siente muy profundo. Todos deberíamos imitarlos y el impacto sería muy positivo”, afirmó mientras todo el teatro la aplaudía de pie.
El Ciclo Aura nació de la colaboración entre Elisa Wagner, productora con una extensa carrera y responsable de haber acercado a los más grandes artistas por todo el mundo y de Mamá Húngara, empresa productora audiovisual representada por Mariano Nante. “Logramos establecer un ciclo que fue un éxito de público y de crítica. Las emociones que suscitaron cada artista en su encuentro con la audiencia resultaron únicas y a la vez, ellos estuvieron muy agradecidos con este público argentino al que describen como muy cálido y conocedor, pero sobre todo que siente la música de manera muy profunda. Fue maravilloso ver la sala llena en todas las ocasiones, con esas ovaciones de pie y con la cantidad de bises que cada artista regaló. Eso nos permite pensar en un ciclo de más largo aliento, con una curaduría que nos enorgullece y que hace vibrar al público. La colaboración del Teatro Colón tenemos que destacarla, nos abrió sus puertas, comprendió el valor de la propuesta y nos permitió trabajar de una manera soñada”, señaló Nante.
Atmósfera idealLa hermosa interpretación que Wagorn hizo del Preludio en re bemol mayor,op.28 de Chopin, popularmente conocido como “Preludio de la gota de agua”, creó la atmósfera ideal para lo que siguió en esta primera parte del recital. Con “Giunse alfin il momento…Deh, vieni, non tardar” de Le nozze di Figaro, de Mozart, a la magnífica escena de La Traviata “E strano…Ah, fors’é lui…Siempre libera” que contó con la aparición del tenor Diego Bento para acompañarla, Sierra demostró que domina cualquier técnica y que se puede pasear sin esfuerzo por todo el repertorio.
Si en la primera parte del recital se vio a una Nadine Sierra entregada por completo al canto lírico, en esta segunda parte se mostró más ecléctica y lista para pasearse por diversas geografías y géneros. Con un vestido rojo de infarto, comenzó cantando en un perfecto portugués dos temas de Heitor Villa-Lobos y de Ernani Braga. Luego volvió Verdi con “Caro nome che il mio cor” de Rigoletto y un “O mio babbino caro” de Gianni Schicchi, con el cual mostró una voz madura en una interpretación que hizo poner de pie a todo el teatro y que quedará en la memoria de todos los que la escucharon. Con “Me llaman la primorosa”, de El barbero de Sevilla terminó el programa oficial, pero eso no quedó allí. Luego de los agradecimientos, aplausos y flores otro show más de música y canto estaba por comenzar.
Nadine Sierra siente cada una de las piezas que canta y le regaló al publico que asistió a esta última función del Ciclo Aura una verdadera fiesta interminable de bises. Entregada y agradecida, se quitó los zapatos para interpretar una bellísima “Summertime” seguida de una muy sensual “Bésame Mucho” junto al bajista Marc André, quienes en perfecta conjunción dejaron hipnotizados a la audiencia.
Cuando todos creíamos que ya había llegado el final, volvió a aparecer con un traje plateado que reflejaba todas las luces del teatro para anunciar que, aunque todavía Floria Tosca no está en su repertorio, quería cantar “Vissi d’arte” y lo hizo de una manera tal que seguramente en muy poco tiempo este será otro de sus roles soñados. Luego continuó con “I Could Have Dance All Night” y hasta jugó con el público animándolo a seleccionar entre varias piezas que ella iba nombrando. “Mi chiamano Mimí” resultó la ganadora y con esta popular aria volvió a lucirse en lo que ya era un desborde de entusiasmo. También se animó con un potente “O sole mio” y para darle un cierre a toda esta fiesta interpretó “Beautiful Dreamer”, la canción que marcó el inicio de su colaboración con Wagorn, su pianista, amigo y compañero de estudios. Una colaboración que a lo largo de toda la noche reflejó la más perfecta sincronía. “Hoy voy a dormir muy bien, estoy feliz”, se despidió pletórica, dejando todo un teatro a sus pies.