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Weezer sacó a relucir, luego de tres décadas de espera, su energía y su sensibilidad pop frente al público argentino

En el libro de cuentas pendientes de las visitas internacionales, el nombre de Weezer figuraba escrito en mayúsculas y con doble subrayado. Para la generación MTV, la banda de Rivers Cuomo supo s...

Weezer sacó a relucir, luego de tres décadas de espera, su energía y su sensibilidad pop frente al público argentino

En el libro de cuentas pendientes de las visitas internacionales, el nombre de Weezer figuraba escrito en mayúsculas y con doble subrayado. Para la generación MTV, la banda de Rivers Cuomo supo s...

En el libro de cuentas pendientes de las visitas internacionales, el nombre de Weezer figuraba escrito en mayúsculas y con doble subrayado. Para la generación MTV, la banda de Rivers Cuomo supo ser desde el primer momento una figura de admiración gracias al video de “Buddy Holly”, de su debut homónimo de 1994, gracias a una combinación de sensibilidad pop, energía guitarrera y las cuotas justas de melancolía y sentido del humor. Tres décadas y catorce discos después, su presencia en estas latitudes seguía pareciendo irrealizable, incluso después de dos visitas a la región en 2005 y 2019 que pasaron por Chile y Brasil sin tener escala porteña, hasta que el miércoles en el Movistar Arena ocurrió lo impensado, al menos por 80 minutos.

Con tanto recorrido a cuestas, el desembarco de Weezer en Buenos Aires privilegió la puesta en valor de su legado antes que la celebración de su presente. Anunciado en un principio como parte de Voyage to the Blue Planet, la gira conmemorativa por los 30 años de su primer trabajo, el show no se atuvo estrictamente a ese guion, aunque sí puso el foco en la trilogía inicial de su discografía. Para el tour, Weezer reacomodó sus piezas y pasó de cuarteto a quinteto, con el baterista Pat Wilson reubicado como guitarrista, y con su lugar tras los parches ocupado por Josh Freese, que cuenta con el pedigree suficiente a cuestas (fue parte de Foo Fighters, Nine Inch Nails y The Offspring, entre otras), y que en el Movistar mantuvo su virtuosismo a raya para ser lo más fiel posible al repertorio que le tocó interpretar.

Aunque no fue un repaso completo, el primer show de Weezer en la Argentina contó con ocho de las diez canciones de su debut, con “Only in Dreams” y “The World Has Turned and Left Me Here” como únicas omisiones. Al igual que en el disco, “My Name is Jonas” fue la encargada de abrir la noche, y la euforia con la que fue recibida sirvió para aplacar un audio difuso y poco contundente que no se acomodó hasta un par de canciones después. Con su estética de empleado de biblioteca con anteojos, corte de pelo prolijo y chomba abrochada casi hasta el último botón, Cuomo demostró sus credenciales de guitar hero desde el vamos. Al tema siguiente, “Dope Nose” (de Maladroit, de 2002), compartió el protagonismo en las seis cuerdas con Wilson, que lucía una remera de Rush con sus integrantes personificados como personajes de la tira Peanuts. Y lo que podría pasar como un mero detalle de vestuario era también una manera de decodificar el universo de Weezer, sobre cómo hacer convivir los gustos de la infancia y la juventud en la vida adulta. Mucho de eso apareció más tarde en “In the Garage”, la canción que recrea y describe la escena de un grupo de amigos de la adolescencia que encuentra su refugio en los juegos de rol, cómics de Marvel y discos de KISS.

Separadas entre sí por una década de distancia, “No One Else” y “Perfect Situation” apelaron al costado que mejor le sentó siempre a Weezer, aquel en el que las melodías se hermanan con guitarras distorsionadas, un terreno en el que “Run, Raven, Run” (la única representante en la noche de sus últimos años) no corrió con tanta suerte. Pero tropezón no es caída, y ahí estuvieron el riff machacante de “Hash Pipe” y “Surf Wax America” (o cómo sonarían los Beach Boys de haber sido una banda punk) para volver a poner las cosas en su lugar. Y si bien hasta entonces la cuota de hits parecía haber estado cubierta, “Undone - The Sweater Song”, himno de la patria chica alternativa de principios de los 90, fue celebrada con efusividad, mientras que la plácida “Island in the Sun” sonó desabrida y a reglamento.

Y aunque ni Cuomo ni el guitarrista Brian Bell pudieron disimular su entusiasmo desde el comienzo, recién al momento de “Holiday” llegó un saludo al público en español de parte del guitarrista (“Mucho gusto conocerlos, es la primera vez”), un gesto de agradecimiento sus fans equiparable a la inclusión en la lista de “You Gave Your Love to Me Softly” y “I Just Threw Out the Love of My Dreams”, dos lados B de su repertorio que fueron teledirigidos para aquellas personas que esperaban este momento desde 1994. Para los demás, una versión respetuosa de “Enter Sandman”, el clásico de Metallica que Weezer grabó para un disco homenaje a la banda de James Hetfield y compañía, con el campo trasero convertido en una gran rueda de pogo en tono amistoso.

Con la aparición de “Why Bother?” empezó el repaso del otro protagonista de la noche en orden de importancia, Pinkerton, su segundo disco, una obra que partió aguas entre sus seguidores y la crítica pero que ganó vigencia con el paso de los años. “Why Bother” y “Pink Triangle” primero y “El Scorcho” y “The Good Life” poco después le hicieron justicia a un cancionero que nació fruto del desencanto de Cuomo con la cultura rock que tanto había añorado desde chico. Con un tono irónico similar, “Beverly Hills” (de Make Believe, de 2005) se puso en la piel de quien añora vivir el estilo de vida hollywoodense y el sueño americano.

Apenas pasada la hora de show, el arpegio entrecortado de “Say It Ain’t So” fue la señal de que todo estaba llegando a su fin, una estrofa cantada con languidez que desembocó en un grito eufórico en todo el estadio y la prueba de que no existe género que resista la tradición local de ser coreado por miles de voces. Tras unos minutos, la banda regresó a escena, cada músico tomó su posición y sin mediar palabra la cuenta a cuatro dio comienzo a “Buddy Holly” para saldar así una deuda de treinta y un años con la promesa de hacer más corta la espera hasta el próximo encuentro.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/weezer-saco-a-relucir-luego-de-tres-decadas-de-espera-su-energia-y-su-sensibilidad-pop-frente-al-nid06112025/

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