“Carlinhos” Ancelotti, un experimento italiano en la crisis de Brasil
Neymar como símbolo de la crisis. El crack de 33 años, hinchado, salió expulsado el domingo pasado. Una roja infantil en el que podría ser su último partido para un Santos que lo recibió en e...
Neymar como símbolo de la crisis. El crack de 33 años, hinchado, salió expulsado el domingo pasado. Una roja infantil en el que podría ser su último partido para un Santos que lo recibió en enero pasado con fiesta y gran dinero, pero en el que casi no jugó por lesiones y que ahora está en zona de descenso. Neymar volvió a Brasil para liderar a la selección en el Mundial 2026. El acuerdo de su padre con Ednaldo Rodrigues, entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), incluyó el veto a Jorge Jesus como nuevo DT de la selección. El portugués venía de sufrir a Neymar en Al-Hilal, dorado exilio árabe, también afectado por las lesiones. No ayuda la vida privada del crack. La Ferrari nueva, la celebración (en plena crisis de Santos) porque su equipo fue campeón de la King’s League brasileña. El italiano Carlo Ancelotti, que debutará el jueves como DT de Brasil, esperará a que Neymar “recupere su mejor forma”. Lo excluyó de la primera convocatoria para su debut ante Ecuador, en Guayaquil.
Multicampeón en Real Madrid, Ancelotti fue fichado por Ednaldo Rodrigues (un contrato bajo investigación porque incluyó una comisión de más de un millón de dólares a un abogado sin registro de agente FIFA). Cuando llegó a Brasil, Ancelotti encontró que Ednaldo ya no era el presidente de la CBF. Lo recibió su sucesor, Samir Xaud, de 41 años, titular de la federación de Roraima –frontera con Venezuela–, el estado menos poblado de Brasil y que jamás tuvo un equipo en la primera categoría, ni aun cuando había 96 clubes en el torneo Nacional, casi medio siglo atrás.
La humillante goleada por 4-1 ante Argentina precipitó el despido al DT Dorival Júnior, tercero en fila tras las caídas de Ramón Menezes y Fernando Diniz, todos imposibilitados de conducir a jugadores que partieron demasiado temprano a Europa y sufrieron acaso pérdida de identidad. Mayor compromiso con su selección. La crisis se agravó tras la partida de Tite en 2022, tiempos en los que el entonces presidente Jair Bolsonaro abusaba vistiendo la camiseta brasileña en cada mitin político. ¿Logrará Ancelotti revertir tanto desgaste, tanta lejanía con los hinchas? Y un interrogante más: ¿el país del viejo catenaccio triunfará en el país del viejo “futebol-arte”?
Lejos de ser una contradicción, el especialista inglés Jonathan Wilson sostiene que el fichaje a Ancelotti es “una vuelta a las raíces” en un viejo y exitoso proceso táctico acaso poco reconocido de Brasil. Wilson cuenta que “el gran mentor” de Ancelotti fue el sueco Nils Liedholm (su DT cuando jugó en Roma) y que a su vez el mentor de Liedholm fue el húngaro Lajos Czeizler, ex jugador del MTK dirigido por Bela Guttman, un entrenador de la famosa escuela húngara que fue campeón paulista por São Paulo en 1957 con un novedoso esquema 4-2-4, que influyó poderosamente en Vicente Feola, director técnico de Brasil en la primera estrella mundial, la de Suecia ’58. En la segunda, la de Chile ’62, cuando “casi todo el mundo” copiaba la defensa de cuatro, el propio Brasil, añade Wilson, sorprendió con un nuevo esquema, 4-3-3, retrasando a Mario Zagallo.
El “tri” de México ’70 fue exhibición de “futebol-arte”, pero con un DT (Zagallo) que asumió el puesto apenas tres meses antes de la Copa. Luego vino la sequía. Los cambios siguientes pasaron a ser dominados por la obligación de volver a ganar, más que por recuperar o redefinir una “identidad”. La era del llamado “pragmatismo” comenzó luego de Telé Santana (“jogo bonito” sin títulos en 1982 y 1986). Pero Sebastião Lazaroni, brasileño admirador del catenaccio, fue un fiasco en Italia ’90. Carlos Parreira (1994) y Luiz Felipe Scolari (2002) fueron campeones sin jogo bonito. La historia táctica del fútbol muestra que Sudamérica y Europa, si bien cada uno con su identidad, intercambiaron influencias siempre. Estudiaron las virtudes del otro.
La globalización, y la urgencia del resultado, potenciaron todo. Brasil lleva cinco mundiales seguidos eliminado por selecciones europeas. Su CBF apela entonces a Ancelotti, seis veces campeón de la Champions, y al que le pagará unos diez millones de dólares anuales, más casa y jet privado para volar a Europa. Más que un innovador táctico, Ancelotti triunfó en Real Madrid como sabio administrador de egos en el vestuario, y alineado con la autoridad, aun con el poder arrogante del presidente Florentino Pérez.
Cuenta el colega Alejandro Wall en su libro Revolución Scaloni que Ancelotti, justamente, ha sido referencia central en la formación del actual entrenador de Argentina: bajo perfil, flexibilidad táctica, cercanía con los jugadores, decisiones rápidas, comunicación simple, cuerpo técnico unido y ojos propios como principal herramienta de análisis. En Brasil, “Carlinhos” Ancelotti fue recibido por Scolari, el DT de la última estrella (2002), pero también de la última gran humillación en un mundial (el 7-1 alemán de 2014).
A horas del debut frente a Ecuador, Ancelotti recordará tal vez una vieja ironía de Liedholm, su mentor: ser DT, dijo una vez el sueco, “es la mejor profesión de fútbol. Es una pena que haya partidos”. En su libro Liderazgo tranquilo, el propio Ancelotti dice que el entrenador puede controlar estrategia, táctica, motivación y también esquema del rival. “Lo único que no se puede controlar”, admite, “es el resultado”.