Francisco Franco, el impacto de su muerte en la Argentina: la carta de Isabel a la viuda del dictador, una misa en su honor y cinco días de duelo
El 20 de noviembre de 1975, hace exactamente 50 años, en el Hospital de La Paz de Madrid, moría Francisco Franco Bahamonde. Este general dejaba tras de sí casi 40 años de ejercer el poder en Es...
El 20 de noviembre de 1975, hace exactamente 50 años, en el Hospital de La Paz de Madrid, moría Francisco Franco Bahamonde. Este general dejaba tras de sí casi 40 años de ejercer el poder en España. Primero, como líder del bando Nacional en la Guerra Civil que desangró a ese país entre 1936 y 1939. Luego, como dictador inflexible, desde el final de ese conflicto hasta su muerte.
La noticia, para bien o para mal, conmovió a los españoles, que con el deceso del autodenominado Caudillo de España, a los 82 años, veían finalizar también un prolongado período de su historia.
Los funerales del dictador fueron multitudinarios y el país se enfrentaba, después de décadas de tiranía, a un futuro político donde se avizoraban más dudas que certezas.
La muerte de Franco en la ArgentinaEl anuncio del fallecimiento del llamado Generalísimo llegó a todos los rincones del globo. Por supuesto, también a la Argentina, donde la primera reacción de la presidenta de entonces, María Estela Martínez de Perón, conocida como Isabel Perón, fue decretar cinco días de duelo.
La mandataria argentina también envió palabras de acompañamiento a la hija y a la hermana de Franco y participó, el 27 de noviembre, de una misa realizada en Buenos Aires en honor al dictador español.
La reacción oficial de congoja ante la muerte del mandatario ibérico puede entenderse si se tiene en cuenta que Isabel estuvo en la España de Franco durante casi 15 años, acompañando a su marido, el expresidente Juan Domingo Perón, que vivió allí gran parte de su exilio.
“Tanto Isabel como Perón y también (José) López Rega vivieron muchos años amparados por el franquismo. Además, ella fue a visitarlo a Franco cuando era vicepresidente de Perón, en junio de 1974″, explica a LA NACION Beatriz Figallo, doctora en Geografía e Historia y autora de varios trabajos académicos sobre la relación entre la Guerra Civil española, el franquismo y la Argentina.
“La Argentina era un caos”Si bien la muerte de Franco se vio reflejada en la portada de los diarios más importantes de la Argentina y generó expresiones de luto por parte del Estado, en otros sectores de la sociedad no tuvo demasiada repercusión.
Un fenómeno que podría resultar llamativo si se tiene en cuenta la gran comunidad española que vivía en la Argentina en 1975 y la manera visceral que se vivió aquí, 40 años antes, el desarrollo de la guerra civil del país ibérico.
“El punto es el siguiente –dice Figallo para tratar de entender la falta de respuesta de los argentinos tras el fallecimiento de Franco–: la Argentina era un caos propio y estaba viviendo un momento dramático. Hacía un año que había muerto Perón, gobernaba Isabel y estábamos prácticamente a cuatro meses del golpe de estado que la derrocó. Por eso, esa muerte generó poco impacto".
“Acá campeaba la Triple A”, asevera la historiadora, como síntesis de un país donde la violencia política, con presencia también de grupos extremistas de izquierda, estaba a la orden del día. En términos económicos, además, la población sufría aún las consecuencias inflacionarias del Rodrigazo. “No era un punto central en ese momento lo que pasaba en España”, remata la historiadora.
El exilio se había envejecido–Beatriz, más allá del caos argentino, ¿no había una comunidad española que reaccionara a la muerte de Franco? ¿Ya no había más disputas entre Republicanos y nacionalistas en 1975?
–No. Es que, como se dice, el exilio se había envejecido. Imaginate que muchos españoles vinieron tras la guerra civil, en 1939. A lo mejor tenían 30 años, algunos 50. En el 75 el que no murió estaba viejo ya. Porque después en los 40 y 50 los españoles no emigraron más a la Argentina, que empezó también con crisis económicas. Ahí se frenó todo.
–En la Argentina y en otros países, al morir Franco, parece que se lo valida como un mandatario más, pese a ser un dictador, ¿es así?
–Es que el régimen de Franco tuvo una evolución. Pensar su dictadura como un todo es un error. En 40 años, por lo menos hubo dos o tres etapas diferentes. Obviamente fue un dictadura con muchísima fuerza porque se paró sobre una guerra civil de una enorme crueldad, se habla de 500.000 muertos. Su poder para estar tanto tiempo fue básicamente ese. Pero tuvo etapas.
–¿Cómo son esas etapas?
–Mirá, cuando termina la Segunda Guerra Mundial, se pensó que Franco iba a caer, porque estaba del lado de los fascismos. De hecho (Benito) Mussolini y (Adolf) Hitler lo habían ayudado durante la Guerra Civil. Pero Franco no cayó.
El milagro español–¿Por qué?
-El motivo principal fue porque empezaba la Guerra Fría y él era enemigo de todo lo que representaba la Unión Soviética. Entonces, los Estados Unidos lo van a perdonar. Y por otro lado, España tiene una situación geopolítica estratégica, de entrada al Mediterráneo.
–¿Eso favoreció a Franco?
–Sí. En 1955 España entra a las Naciones Unidas. A partir de ahí, ¿qué sucede? El país que estaba en la miseria porque había mantenido un tipo de economía autárquica, cerrada. Entonces el Banco Mundial dice: “España está en la bancarrota”. Y ahí comienza la generación de los hijos de la guerra civil y empieza un segundo período para Franco, a partir de los 60, cuando aparece lo que se conoce como “el milagro español”, una mejora económica en base a planes de estabilización tremendos, el turismo y a las remesas que envían los que emigraron a Estados Unidos o Europa. El régimen tenía una cara amable de éxito económico y con mucho énfasis en el turismo, justo en una década que se comienza a viajar mucho.
–¿Es una dictadura pero con éxito económico?
–Sí. Se conoce como “dictadura de desarrollo”. Franco, con más o menos 70 años, ya no aparece con uniforme militar. Aparece mimetizado como un abuelito, un viejito con ropa de civil. Y lo acompaña una generación de los llamados tecnócratas, muchos ligados a la Iglesia, al Opus Dei, que no veían mal el rédito económico. El país empezaba a mejorar, pero había que tener una dictadura para obligar a la gente a aceptar ciertas condiciones laborales... había una policía muy brava. Hay que considerar, también, que hasta el mismo año 75 hubo ejecuciones en España. Hasta el Papa intervino para conmutar las penas, pero Franco no los perdonó.
“Todo moderno, menos el sistema político”–¿Pero los ojos internacionales veían mejor al país?
–Sí, el lema era “España es diferente”. Era una nueva España que, gracias al turismo, empezaba a recibir a suecos, daneses, ingleses, alemanes... a diferencia de Italia, que mantuvo su costa, España tiró abajo todo lo que es la costa andaluza, la Costa del Sol. Hizo o modernizó todos los balnearios, Benidorm, Málaga, Marbella, Alicante... era toda una población que progresaba, parecía que disfrutaba, que se asomaba a Europa. En resumen, era una sociedad donde todo era moderno, menos el sistema político.
–¿Argentina también aceptó esa “Nueva España”?
–Mirá, el primer presidente Argentino que visitó España fue Arturo Frondizi, en 1960. Pensá que Frondizi, cuando fue la Guerra Civil Española, formaba parte de los grupos de abogados que estaban en defensa de los presos políticos. Pero pragmáticamente, cuando estás en el gobierno 25 años... económicamente la Argentina necesitaba a España, en una época en que surge con fuerza la Comunidad Económica Europea, para comerciar carne y distintos productos.
España, un lugar para exiliarse–Y más allá de las relaciones entre mandatarios, ¿cómo era la relación entre argentinos y españoles en tiempos del milagro español?
–Entre España y la Argentina hubo muchas cercanía. En determinados momentos más, en otros menos. Hubo una época donde todo lo cultural, lo que tenía que ver con las editoriales, con las industrias cinematográficas, con los artistas creaba un vínculo muy importante. La gente viajaba a España y veía modernidad, no demasiada política, pero acá nosotros tampoco teníamos un régimen democrático en muchos períodos. Por eso, el de allá era un modelo que a muchos les gustaba.
–Con un sistema político todavía dictatorial o “no moderno”, en los 70 hubo muchos argentinos que eligieron exiliarse en España, ¿por qué?
–España era un lugar para exiliarse. Todavía no había esas trabas de que podés estar tanto tiempo y la gente que llegó fue bien recibida. Se los recibió casi con la misma generosidad que se recibió a los españoles acá después de la Guerra Civil. Además, estaba el recuerdo de la Argentina que había ayudado con alimentos a los españoles en los 40. Por eso hay una enorme colectividad de exiliados políticos argentinos que llegaron a partir del 71, 72, 73. Muchísimos. Ni te digo a partir del 75 y 76. Años en que España intentaba una transición a la democracia y América del Sur se llena de dictaduras.
–Notable el contraste
–Sí. Me comentaban muchos muchachos, gente exiliada, que en aquel entonces en las universidades de España los estudiantes no tenían mucha formación en temas de militancia. De pronto los argentinos les enseñaban cómo era salir de madrugada encima de una camioneta a pegar carteles... porque eso la juventud argentina sabía hacerlo, lo habían practicado en las distintas dictaduras de los 60 y 70.
“La muerte de este hombre extraordinario”“Con extremo pesar y profundo dolor me he enterado de la sensible desaparición del generalísimo don Francisco Franco Bahamonde. Os hago llegar mi más sinceras y vivas condolencias, extensiva a vuestra familia. Quiera Dios llevar su alma al descanso eterno y otorgaros la fortaleza para sobrellevar la gran pérdida que habréis sufrido”. Con esta palabras, la presidenta argentina Isabel Martínez viuda de Perón enviaba su pésame a Carmen Polo de Franco, viuda del dictador ibérico.
La mandataria le hizo llegar un mensaje de similar factura a Pilar Franco, hermana del fenecido general. A su vez, el gobierno peronista envió una comisión oficial para estar presente en las exequias de Franco, encabezada por el ministro de Cultura y Educación, doctor Pedro J. Arrighi. Antes de abordar el avión en Ezeiza, el funcionario expresó: “Estamos sumamente emocionados y condolidos por la muerte de este hombre extraordinario que significó mucho para España”.
El ministro señaló en ese mismo momento que la comitiva argentina se quedaría en España para el momento de la coronación como rey del entonces Príncipe Juan Carlos, un hecho que se realizó el 22 de noviembre y que el propio Franco había establecido que se produjera luego de su muerte.
La misa en recuerdo de FrancoEl jueves 27 de noviembre, luego de culminados los cinco días de duelo, en los que todas las banderas de las dependencias públicas, así como las de las instalaciones de las Fuerzas Armadas, del Congreso y del Poder Judicial lucieron a media asta, se desarrolló en la Catedral Metropolitana una misa en memoria del general Franco.
La presidenta argentina llegó al templo pasadas las 11 de la mañana y fue recibida por el embajador español en la Argentina, Gregorio Marañón Moya. Luego, ambos se sentaron en el primer banco de la iglesia junto a los presidentes de la Cámara de Diputados, Nicasio Sánchez Toranzo, de Senadores, Ítalo Lúder, y de la Corte Suprema, Miguel Ángel Bercaitz.
Luego de la ceremonia religiosa, cuya homilía fue pronunciada por el Monseñor Juan Carlos Aramburu, la presidenta fue trasladada en auto hasta la Casa Rosada por las calles laterales de una Plaza de Mayo resguardada fuertemente con vallas, vehículos y agentes de seguridad.
Perón en Puerta de Hierro–Beatriz, no hablamos de un tema insoslayable de la relación entre la España franquista y la Argentina: el exilio de Perón en Puerta de Hierro, en Madrid, ¿cómo fue que se dio esa situación?
–Cuando se produce la caída de Perón, en 1955, no se sabía exactamente dónde se iba a exiliar. Franco le ofrece asilarse en España ¿Por qué motivo? Es que él siempre estuvo agradecido con la ayuda que Perón le dio en la década del ‘40, sobre todo cargamentos de trigo. Después, en el 47, Eva Perón, la primera dama argentina, visitó España y fue la primera visita importante cuando el país era un paria internacional.
–Pero Perón no aceptó enseguida el ofrecimiento del generalísimo.
–No, creo que pensaba que podría volver pronto a la Argentina y rechaza el ofrecimiento. Pero después de dar vueltas por el Caribe (estuvo tiempo en Paraguay, después en Panamá, Venezuela y República Dominicana), Perón piensa que España es Europa, tiene estructura, tiene facilidad para comunicarse, la gente te puede visitar, Iberia ya funciona perfectamente. Era todo más sencillo y era una nación importante... así, desde 1960 hasta 1973 Perón vivió en Madrid. Y era enorme la cantidad de gente que iba a verlo. Mucha política de la Argentina se hizo desde ahí.
La relación de Perón y Franco–¿Cómo era la relación entre Franco y Perón?
–Una relación personal no hubo nunca. No eran amigos, para nada. Como dicen: “Los Estados no tienen amigos, tienen intereses”. Eran dos personalidades bastante diferentes, a pesar de que eran militares. Perón se empieza a disgustar con Franco en el 54, 55, cuando el español, ferviente católico, le aconseja por carta al argentino que no se meta en problemas con la Iglesia porque va a tener inconvenientes.
–Tenía razón el “generalísimo”.
–Sí. Pero lo cierto es que no hubo relación entre ellos. En todo el tiempo en que Perón estuvo en Madrid, ambos se vieron nada más que en la despedida de Perón. Cuando el general argentino volvía a su país en junio de 1973, Franco lo fue a visitar.
–¿Por qué Franco nunca visitó la Argentina?
–Porque Franco prácticamente nunca se movió de España. Como dictador, tenía cierto temor de salir de su país. Su ausencia podía significar que alguien ocupe su lugar. Creo que el único país que visitó fue Portugal. Perón tampoco quería abandonar mucho la Argentina. Visitó Chile, Paraguay, pero tampoco se alejaba demasiado. A ir a España no se atrevió, por eso mandó a Eva en el 47. Pero hay que decir otra cosa: en aquel tiempo tampoco eran tan comunes los viajes presidenciales. Fue a partir de los 60. Antes estaban para eso los embajadores.
–Pero siempre con los instructivos de los presidentes.
–Claro. Con respecto de eso y a la amplitud que tenía la dictadura de Franco te voy a contar que en el año ‘71, el general envió un embajador con una misión diplomática que primero pasó por Buenos Aires, donde estaba la dictadura de Roberto Levingston, y después cruzó los Andes y visitó a Salvador Allende. Había un interés de inversiones que España previó con planificación. Esto te lo permite una dictadura, que tenés un cuerpo diplomático que es el mismo durante 40 o 50 años.
Presidentes argentinos y Franco–De los presidentes argentinos de facto, ¿hubo alguno parecido Franco?
–Lo comparan a Franco con (Juan Carlos) Onganía. A (Jorge Rafael) Videla, pero menos. Argentina tuvo muchas dictaduras. Una fue la del 55 al 58 con (Pedro Eugenio) Aramburu, que no quería saber nada con Franco. Aramburu era vasco y los vascos tenían cierta autonomía hasta que llegó Franco. Lo veían como un dictador. Aramburu también lo era, pero decía que venía a liberar la Argentina de la dictadura de Perón. No quería que lo identificaran con el militar español.
–Pero Onganía, sí.
–Sí, estaba muy entusiasmado con la figura de un general que a la vez era mandatario y que podía traer desarrollo. Es lo que se llama, como dijimos antes, las dictaduras de desarrollo. Onganía, incluso un poco (Agustín) Lanusse y Levingston son más cercanos a ese período de Franco, la de esa España donde no hay política pero todo es moderno.
Para finalizar, Figallo destaca un cambio de época importante relacionado con los hombres que guiaron los destinos de España y la Argentina: “En el 74 murió Perón y en el 75 murió Franco. Con esto creo que terminó una época de relación entre ambos países”.
“Y creo que el reencuentro importante de las dos naciones se da en 1983 -continua la historiadora-, con Raúl Alfonsín, por Argentina y Felipe González, por España. Con ellos apareció otra época distinta”.