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Newman campeón: la emoción del DT Santiago Piccaluga y la ayuda desde los Pumas rumbo a la gloria

El ambiente es el mismo de cada martes o jueves. En la cancha 3 de Newman, la categoría de menores de 19 años se entrena mientras el sol se esconde detrás de los vestuarios y el quincho, todaví...

Newman campeón: la emoción del DT Santiago Piccaluga y la ayuda desde los Pumas rumbo a la gloria

El ambiente es el mismo de cada martes o jueves. En la cancha 3 de Newman, la categoría de menores de 19 años se entrena mientras el sol se esconde detrás de los vestuarios y el quincho, todaví...

El ambiente es el mismo de cada martes o jueves. En la cancha 3 de Newman, la categoría de menores de 19 años se entrena mientras el sol se esconde detrás de los vestuarios y el quincho, todavía teñido de bordó, con banderas y telas colgadas. La luz artificial reemplaza a la natural. Nada fuera de lo común, salvo por un detalle que se observa al acercarse al in-goal aledaño al estacionamiento: la copa del Top 12 de URBA luce radiante detrás de la hache. Manoseada, después de algunos días de festejos, pero resplandeciente para quienes la miran. Arriba de un monopatín llega sereno y sonriente Santiago Piccaluga, el head coach del Newman campeón, que sostendrá una charla para LA NACION un tiempo antes de reunirse con el resto de los entrenadores del plantel superior.

El escenario es Benavídez, el mismo en el que se celebró durante largas horas del sábado y el domingo el primer trofeo de la historia del club en la máxima categoría del rugby de Buenos Aires. Pudo ser en Boulogne, donde está situado el colegio, pero en 2025 se tomó la decisión de trasladar los entrenamientos al club. “Lo cambiamos por la cantidad de jugadores. En el plantel superior somos 217 y era imposible entrenarse en dos canchas y media en el colegio. Acá tenemos cuatro canchas con luces, entonces dividimos mejor los 11 equipos que tenemos para tener una calidad de entrenamiento mayor”, explica el entrenador. “También ayuda mucho al sentido de pertenencia que esto sea nuestra casa y nuestro lugar. Estar en el lugar donde se juega da un plus”, amplía.

–¿Ya procesaron todo lo que pasó el sábado?

–Fue un nivel de felicidad único. Nunca imaginé tanta emoción, tanta familia y tanta historia juntas en una noche. Ver a los fundadores, jugadores históricos, mujeres, hijos, abuelos... Estaba toda la comunidad de Newman celebrando con un nivel de euforia que nunca había visto. El club tiene 50 años y 240 fundadores y en su gran mayoría ellos están vivos. En mi familia política hay muchos socios fundadores, mi papá es socio fundador, y para ellos, que creyeron en un sueño, hicieron que ese sueño se hiciera realidad y vieron el crecimiento que tuvo el club, es único compartir esto. Se notaba en sus sonrisas y en sus llantos.

–Les costó mucho esta conquista. Hubo varias frustraciones en semifinales. ¿Eso hace que valga más el campeonato?

–La del club es una historia de crecimiento. Newman nació en 1975 y cada camada aportó lo suyo. La década de los setentas trajo el rugby, la década de los ochentas generó los primeros ascensos, la década de los noventas fue la primera en la que Newman jugó continuamente en la primera, en la década de los dos mil jugó las primeras semifinales, la década de los dos mil diez puso a Newman en un marco más protagónico y está década termina con este hecho de salir campeón. Lo lindo de la historia es ver cómo todas las camadas lograron tener la felicidad máxima cuando jugaron. Verlas representadas el sábado, ver a todos tan eufóricos, fue hermoso.

–¿Qué cambió en este año como para lograr desbloquear la etapa de las semifinales y después ganar la final?

–No hay dudas de que es todo consecuencia de lo que aprendimos y crecimos. Siempre que perdíamos una semifinal analizábamos mucho los aspectos del juego. Qué nos había faltado: scrum, line, juego con el pie, defensa... Pero también nos faltaba tener raíces más profundas, encontrarnos más con nuestra identidad, con quiénes éramos. Con ese sentido de pertenencia. Ser un colegio que después se transforma en club es único. Desde que tenemos seis años nos ponen el escudo en el pecho, tanto en el colegio como en el club. Ese sentido de pertenencia iba a permitirnos competir de la mejor manera con clubes de una trayectoria y una autonomía cultural gigantescas, que son aquellos con los que nos encontramos en las finales.

–¿Esta temporada, por cumplir 50 años el club, fue más especial?

–Más allá de las cosas puntuales en el juego, recordar esos 50 años nos hizo profundizar mucho en nuestra esencia y nuestra identidad. Nos conectó mucho y eso nos trajo tranquilidad y nos permitió focalizarnos sólo en el juego, en jugar simplemente un partido de rugby en la semifinal y en la final. Y pensar que, al final del día, si lográbamos tener más acciones positivas que el rival íbamos a tener un resultado favorable. Hace mucho venimos trabajando en la identidad del club. Los 50 años lo engrandecieron, permitieron que se expandiera por todo lo festivo que se hizo en el club durante el año. Nos hizo recordar y aprender mucho de nuestra historia.

–¿Encontraron su mejor versión en las instancias finales, después de que en años anteriores pasara al revés?

–Tuvimos un año que empezó con muchas contingencias y, más allá de todo, logramos mantener de lado el resultado y seguir focalizándonos en trabajar duro. Esa disciplina de trabajar duro a lo largo del año fue construyendo un equipo que fue de menos a más y llegamos a las instancias finales con cierta consolidación, pero sabiendo que podíamos dar un poco más. Y se logró dar ese extra en la semifinal y, sobre todo, en la final, que tuvo un nivel de intensidad mayor. Jugar físicamente de igual a igual contra SIC habla de que el equipo estaba en su eje y focalizado en lo que tenía que hacer.

–Tuvieron un comienzo irregular y fueron evolucionando. ¿Identificás algún partido que marcara un quiebre?

–Hubo un partido, que no fue un clic en resultado ni en juego pero sí muy emotivo contra Alumni, en la cuarta fecha. Veníamos complicados y esa semana falleció Carlitos Luelmo, un histórico del club, que había compartido muchísimo con nosotros y era el responsable de las comidas de los ex jugadores. Fue muy emotivo. Creo que también fue uno de los pequeños gestos que nos hicieron conectarnos con nuestra historia y nuestro sentido de pertenencia.

Santiago Piccaluga se retiró en el 2013, cerrando una larga trayectoria en la primera de Newman, que incluyó una final en el 2008 (en la semi aportó los 6 puntos en el empate con SIC que clasificó al Cardenal para la definición). Participó en una final del mundo por los Pumas 7s en el 2009 y en el seleccionado de URBA. Un centro dúctil, dotado de un pie de larga distancia, que empezó a entrenar a las juveniles de Newman ya durante su etapa de jugador. En el 2016 se sumó al staff del plantel superior y en el 2018 se incorporó al de Alfredo Cordone y Marcelo Torres en la primera división. En 2025 tomó las riendas como head coach.

“Todo el plantel superior sigue una misma línea estructural. Tenemos líderes por grupo y después separamos por funciones. Tenemos un responsable del line, que es Mariano Galarza; el del scrum es Marcos Ayerza; el de la defensa es Francisco Montoya, y el del ataque soy yo. De los backs está a cargo mi hermano, Nico Piccaluga, y así abarcamos todas las áreas. Patricio O’Connor es el coordinador general, responsable de que la cultura y los principios que tenemos bajen a cada uno de los grupos”, detalla Piccaluga, que mamó desde chico el rugby de Newman. “Mi papá entrenó la primera desde el 1989 hasta el 2001. Yo crecí al lado de la cancha; me emociono cuando lo digo. Crecí con los papás de los chicos que juegan ahora, que eran como tíos míos. Perca Lanfranco, Felipe Llerena, Capocha Lascombes, Churro Marguery... Los quiero como si fueran mis padres, y a sus hijos, como si fueran mis hermanos. Esa conexión que dan los clubes es muy linda", se conmueve.

No se sonroja al referirse al estilo de juego de Newman, que fue mutando con el correr de los años y hoy se caracteriza más por sus bases fuertes en las formaciones fijas que por el vuelo de sus backs. “Es un gran cambio cultural. Nosotros, por idiosincrasia, tenemos innato el juego de ataque desplegado. Lo hacemos en el recreo de nuestro colegio. Siempre nos costaron más las bases del juego, sobre todo el scrum. El primer cambio cultural vino a través del scrum y siguió con el line; veníamos trabajando mucho la defensa y con Pancho Montoya logramos darle un salto de calidad. Si tenemos buenas bases y defensa, el ataque viene solo", explica.

–¿En las últimas semanas Felipe Contepomi colaboró en los entrenamientos?

–Le preguntamos si podía darnos una mano para las semifinales y se abrió por completo. Hubo un entrenamiento mágico: estaban Toro Ayerza haciendo scrum, Flaco Galarza haciendo line, Pancho Montoya con el soporte de Julián, Felipe Contepomi haciendo ataque, Alfre Cordone con Marce Torres haciendo la estrategia y el plan de juego... En este rugby amateur hay que utilizar todos los recursos que hay para competir. Fue muy lindo ver a todos poner su granito de arena.

–¿Qué de nuevo les llevó Felipe?

–Nos ayudó con distintos tips para jugar contra Belgrano y para enfrentarnos con defensas como la de SIC. Ciertos movimientos que él veía. Es muy detallista. Trajo dos o tres cosas clave: un ejercicio que explicó y llevó adelante, dos movimientos puntuales. Fue increíble tener al entrenador de los Pumas, que es de la casa y fue criado acá.

Felipe Contepomi, casi de niño, back de Newman

#archivo Felipe Contepomi con la camiseta de Newman recibe la marca de Leandro Lobrauco. pic.twitter.com/iT77r1dGYx

— Sebastian E. Perasso (@rugbydidactico) April 5, 2016

–¿Hablaron después de la final?

–Estaba muy conectado y allá hay cinco horas más. Eran las 5 AM en Irlanda y seguía conectado. Juli Montoya también; a su hermano lo ayuda mucho. Ante cualquier cosa que le pedimos, está predispuesto.

–¿Cómo se produjo la llegada de Mariano Galarza, que no es del club y se sumó al staff este año?

–Al Flaco Galarza lo conocía Ayerza, que había jugado con él. Llegaron buenas referencias y nos encontramos no sólo con una persona de una capacidad técnica y profesional muy buena, sino también con una humilde, de un corazón único. Desde el día uno su humildad y su simpleza nos impactaron. Nos llenó en lo deportivo y en lo humano. Generó un vínculo de mucha cercanía con todos: dirige el line desde la primera hasta la preintermedia G. Nos dio un upgrade en el line defensivo y en el ofensivo. Con el trabajo que venía haciendo Ayerza en el maul, nos ayudó a engranar en ese line y maul que fue clave en el año.

–¿Cómo es el método de trabajo para planificar un año tan intenso?

–Planificamos por ventanas, entre fechas libres. La rutina es explicada el lunes posterior a la fecha libre: el físico y las cosas nuevas que vamos a traer, uno o dos detalles de áreas de juego por ventana. El martes hacemos scrum y después trabajamos con mucha intensidad: 20 minutos de defensa, 20 de ataque y 20 de partido, con golpes fuertes. Es una hora, casi como un partido más, de muchísima intensidad. El jueves trabajamos más en el juego aéreo y las salidas. Después nos separamos y hacemos line y juego de backs, y más tarde, lanzamientos desde alguno de los orígenes, ya sea line, scrum o recepción de kicks, para terminar con un captain’s run.

–¿Dedican mucho tiempo al análisis de video?

–Hacemos los martes, muy poco. Quince o veinte minutos antes del entrenamiento, en los que nos focalizamos en lo que estamos trabajando. Del rival no vemos nada, salvo algún campo específico, como el line; hay una devolución del partido y un análisis del otro equipo. En defensa Pancho Montoya siempre marca cosas puntuales que hay que tener en cuenta, pero es acotado el análisis. Preferimos enfocarnos en nosotros mismos.

–¿Cómo imaginás el Newman post título de campeón? ¿Puede liberar más a las próximas camadas?

–Tenemos un gran desafío, que fue parte de la charla cuando subimos al colectivo de vuelta: era un momento como para ser muy humildes y agradecidos con toda la gente que había hecho que esto fuera posible. Hoy ya hablamos de volver a conectarnos con nosotros y focalizarnos para jugar las finales de intermedia y preintermedia A, y la semana que viene, la del Nacional de Clubes, que para nosotros es importantísima. Otro sueño por cumplir.

–¿Hay algún jugador que vaya a retirarse en la final del Nacional de Clubes, frente a Marista?

–Puede ser el último partido de Chelo Brandi. Después de 17 temporadas, nunca va a olvidar ésta. Va a terminar su carrera como jugador, pero va a seguir ligado al club. Un jugador emblemático, que lleva un apellido muy importante. Su abuelo, Pedro, fue uno de los principales socios fundadores. Es lindo lo que va a vivir dentro de unos días en esta cancha.

–¿Este es el año en que mejor jugó Newman?

–Si lo vemos en resultados, puede ser. Pero la realidad es que los años buenos son los que disfrutamos. Hablo mucho con los que jugaron en los noventas, que recuerdan 1993 como un año extraordinario que disfrutaron mucho. También el 2004 fue extraordinario. Tal vez no llegábamos a esto, pero disfrutábamos mucho el juego. Más allá del juego, focalizarse en disfrutar ayuda muchísimo a no tener una carga por el resultado en sí. A mí, me gustaba muchísimo cómo jugaba el Newman del año pasado; los otros dos que mencioné, también. ¡El de 1993 tenía casi siete Pumas en la cancha! Era otro rugby.

–¿Es injusto el formato de playoffs?

–Es el que hay y con el que competimos desde hace 27 años. Nos ha tocado salir primeros, segundos, terceros y cuartos , y cuando miramos las estadísticas, da lo mismo cómo salimos. Todo depende de esos dos partidos y de cómo está ese día el equipo, la mentalidad... Es el formato y hay que adecuarse.

La fiesta que vivió Newman fue una celebración generacional. Una consagración que atravesó camadas, desde los fundadores hasta los infantiles, pasando por un prócer, Agustín Canario Gosio, que subió a la entrega de premios y se emocionó como un jugador más al levantar la copa. “Algo increíble del sábado es que todos se sintieron parte. Todos sabían que habían aportado un granito de arena para esto. Y los que jugaron sabían que no eran únicos responsables. Tenían muchísima conciencia de que si les tocaba a ellos, iba a ser un factor más bien de suerte y de estar en el momento, porque había mucha gente atrás que había dado muchísimo. Eso le dio liviandad al equipo”, destaca Piccaluga.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/rugby/newman-campeon-la-emocion-del-dt-santiago-piccaluga-y-la-ayuda-desde-los-pumas-rumbo-a-la-gloria-nid06112025/

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