Santiago Sosa, de tapado de Costas a emblema de Racing: la decisión de terminar los estudios y el futuro como DT
Pasada la medianoche, control remoto en mano, tiene bien clara la decisión. No necesita detenerse en ninguna aplicación de series o películas. Sin embargo, busca la televisión con la certeza de...
Pasada la medianoche, control remoto en mano, tiene bien clara la decisión. No necesita detenerse en ninguna aplicación de series o películas. Sin embargo, busca la televisión con la certeza de saber que le espera una sucesión de escenas dignas de un film multifacético, con acción, drama, suspenso y un desenlace cargado de épica. Conocer de antemano la resolución de esa frenética historia no le molesta. Porque es un final soñado. Y él, uno de los protagonistas.
En la pantalla está Racing-River. Y él, Santiago Sosa, el enmascarado que fue figura descollante del triunfazo de la Academia para clasificarse a los cuartos de final del Clausura, se dispone a ver cada uno de sus movimientos con ojo crítico. Paradójicamente, el estado de su vista estuvo en riesgo un mes antes de ser el protagonista estelar de una victoria inolvidable, de ésas que perduran en el tiempo.
“Siempre hay cosas para mejorar”, reflexiona ya en la profundidad de la madrugada, mientras toma mate y observa por segunda vez el clásico, al que llegó pese a que la lógica indicaba que este año no volvería a jugar. Pero más allá de la lógica y de la razón, Sosa entregó su vida y su corazón al servicio de decir presente tras una cuádruple fractura del malar derecho, sufrida el 22 de octubre ante Flamengo.
Aquella traumática noche en Río de Janeiro, cuando el codazo de Marcos Rojo le produjo la grave lesión, Sosa resistió en la cancha hasta el final. En el vestuario, al borde de la inconsciencia, fue trasladado a un hospital y quedó en observación. “Con un golpe más podría haber perdido la vista de ese ojo”, reveló Gustavo Costas, movilizado por la insistencia y los esfuerzos del líbero-mediocampista para regresar.
Sosa volvió de Brasil, fue a una reconocida ortopedia y pidió que le hicieran una máscara. Propuso, con el rostro inflamado, postergar la intervención quirúrgica y enfrentar a Flamengo en Avellaneda con ese antifaz especial. El riesgo de un daño irreparable era real y los médicos fueron contundentes: “Te tenés que operar”. La cirugía se realizó el lunes 27 de octubre, dos días antes de la definición de la serie copera.
La eliminación de la Academia impactó a Santiago tanto como el codazo de Marcos Rojo que le impidió jugar contra el Mengao. Mercedes, su lugar en el mundo, fue el refugio en los días siguientes. Pese a la siempre renovadora brisa del campo, a unos 100 kilómetros de Avellaneda flotaba en el aire el mismo interrogante que en las inmediaciones del Cilindro: ¿el final del sueño internacional cerraba un ciclo cargado de emociones?
Para sobreponerse a las dudas y a la tristeza, una respuesta: Costas. Siempre Costas. En el momento de mayor dolor colectivo, el entrenador inyectó otra vez la dosis suficiente de energía a un plantel que se mata por él. “Es imposible no contagiarte con Gustavo. Sabe más que nadie qué es Racing y transmite pasión. Es un padre para muchos de nosotros, nos habla desde el amor y por eso uno deja la vida”, describió Sosa –en TyC Sports- sobre el vínculo con el técnico.
Un teléfono “cerrado” y una nueva puerta abiertaSantiago Sosa lo dio todo y, contra cualquier pronóstico, volvió a jugar 28 días después de operarse. Por eso, apenas concluido el encuentro que para el mundo Racing significó una revancha, Costas le hizo una reverencia a Santiago y lo abrazó. Del otro lado sufrió Marcelo Gallardo, cuyo segundo ciclo en River no registra títulos pero sí un enorme desembolso en refuerzos: casi US$ 100.000.000. Leonardo Ponzio, secretario técnico de River desde hace tres años, tachó hace un par de temporadas a un mediocampista: Santiago Sosa.
“Me molestó que tenía una linda relación con una persona y no me contestó los llamados. Si me atendía y me decía ‘no estás en condiciones de vestir la camiseta de River’, lo hubiera respetado. No le guardo rencor. Es más, agradezco porque estoy viviendo todo esto por haber venido a Racing”, se sinceró el volante sobre la consecuencia positiva que generó aquella puerta cerrada por su cuna futbolística.
A Sosa no le gusta quedarse sentado, a menos que sea para una buena sobremesa en las concentraciones de Racing o en los encuentros con sus amigos. Demasiada fue la quietud que tuvo en el segundo semestre de 2023, cuando ni siquiera era convocado para los partidos de Atlanta United. La escena se repetía: el fin de semana, mientras los compañeros viajaban a jugar, él se quedaba solo y pensativo en un sofá.
“Después de dos o tres semanas sentado en el sillón, me dije ‘no puedo seguir así. Tengo que estar preparado, porque cuando tenga una posibilidad, no me van a esperar’”, contó, en una entrevista en Clank, sobre aquel punto de inflexión en los Estados Unidos, adonde había llegado en febrero de 2021. Y por eso, con su entonces compañero Thiago Almada como nexo, Santiago empezó a entrenarse con un preparador físico personal: Justo Aón.
Ese proceso lo vivió como “un antes y un después”. El entrenamiento extra estuvo potenciado por un cambio en la alimentación, ya que canceló la famosa gaseosa cola (le gustaba tomar la versión original), bajó el consumo de hamburguesas (una de sus debilidades) y redujo a la condición de permitido al chocolate. El desafío incluyó la búsqueda de otro lugar dónde entrenar con el profe Aón, ya que Atlanta United –pese a no considerarlo para los partidos- le impedía que utilizaran las instalaciones del club.
“Y no dejaste de empujar, tal vez porque quieto se siente peor”, reflexionan Los Piojos, su banda favorita, en una canción que resalta la lucha contra las adversidades y cuyo título es reflejo de lo que finalmente, después de no aflojar, vive hoy el capitán de Racing: Buenos Tiempos. Despreocupado por las tendencias de la moda, y a veces hasta foco de alguna cargada en el vestuario por alguna extraña combinación de colores, tiene un modelo a seguir como referente grupal: Bruno Zuculini.
Se concentran juntos en Racing y empezaron su gran vínculo en River, cuando Bruno era quien articulaba la relación entre los jugadores con experiencia y los más jóvenes, grupo del que formaba parte Santiago. “Zucu es el mejor compañero que hay”, lo definió a inicios de este año. También estableció una rápida conexión con el mayor de los Zuculini, Franco, ex mediocampista y actual team manager del plantel. Los hermanos formados en el predio Tita Mattiussi, al igual que Costas, irradian el ADN racinguista del que también se contagió Sosa.
Futuro entrenadorTal vez por eso, aunque suene a broma, en los pasillos del club están quienes creen que no sería descabellado que le haga una pequeña modificación a la máscara y la convierta en celeste y blanca. De lo que están seguros muchos que lo conocen y conocieron es que Sosa será entrenador. Detallista, como en la madrugada posterior a la victoria contra River, se acostumbra a desvelarse luego de cada partido y lo observa más de una vez.
Con el objetivo de corregir errores de posicionamiento, pulir distintos aspectos y advertir en qué ha mejorado, es de los primeros en mirar con detenimiento los videos de actuaciones individuales que realizan Federico Anastasi y Alejandro Fusario, los videoanalistas del plantel. Siente como “un puñal” cada gol que le hacen a Racing, y más todavía si le toca jugar de líbero.
“Para mí fue algo sencillo haber jugado de líbero, porque cuando me fui a la MLS me llevó (Gabriel) Heinze. La primera vez que me llamó, me dijo ‘mirá, quiero que juegues de líbero. Sé que sos 5, que has jugado de 8, pero quiero que seas el líbero’. En esos primeros seis meses en Atlanta United, él me enseñó un montón de cosas: cómo posicionarme, cuándo meterme o cuándo salir, en qué momento sobrar y cuándo pasar de 5”, explicó en una charla futbolera con Juan Pablo Varsky.
Además de estudiar los partidos y haberse graduado como uno de los más queridos por los hinchas de la Academia, había prometido retomar los estudios universitarios luego de ganar la Copa Sudamericana. Cuando firmó su primer contrato profesional con River, estudiaba para contador público, pero luego dejó la carrera. El intento de retorno a las aulas (en este caso de modo virtual) surgió principalmente por un motivo que excede a un diploma: fue por la salud de su papá, que es diabético.
“Me dijo que si yo volvía a la facultad, él no tomaba gaseosa por un año, algo que es muy importante para su salud”, había revelado Santiago a fines de noviembre de 2024. Hijo de padre ingeniero civil y madre abogada, el capitán de Racing ahora prioriza el desarrollo de la carrera deportiva, en la que atraviesa su mejor momento. Con vínculo hasta diciembre de 2029, el mediocampista sabe que sus actuaciones destacadas, inteligencia y polifuncionalidad puede cautivar a equipos del exterior.
A los 26 años, su sueño es jugar alguna vez en Europa. Costas, que hasta en las vacaciones llama a sus jugadores para recordarles cuánto los valora y desea retener, tomó postura –en ESPN- respecto a una eventual propuesta por Santiago: “Quiero que se quede a vivir en Racing, es importantísimo para nosotros, pero su sueño es ir a Europa y –si viene una oferta- no puedo cortarle la carrera”.
“Estoy muy cómodo acá, pero veremos a fin de año qué pasa”, afirmó el capitán de cara al próximo libro de pases. Su respuesta alertó a los hinchas, que en las redes le expresan gratitud y admiración por la forma en la que afrontó el clásico con River. Su imagen con la máscara se suma a una galería de imágenes icónicas.
El 9 de febrero de 2020, cuando Racing jugó todo el segundo tiempo con nueve futbolistas y le ganó 1-0 un clásico inolvidable a Independiente, Nery Domínguez afrontó el tramo final del partido con el hombro dislocado y un turbante en la cabeza, debido a un corte que dejó ensangrentada su camiseta. Marcelo Díaz comió una banana en pleno partido y metió el gol.
La postal de Sosa con la máscara ganando cada pelota dividida como si no hubiera un mañana, trascenderá en el tiempo. Quedará en el álbum de los gratos y emotivos recuerdos del Racing de Costas. El técnico sin caretas que irradia pasión, forjó a un superhéroe enmascarado.