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Un personaje de película que deja mudo al gobierno de Milei

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Un personaje de película que deja mudo al gobierno de Milei

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Miguel Ángel Calvete apenas chapuceaba un par de palabras en mandarín, pero durante años los comerciantes chinos peregrinaban a su oficina como si fuera un emperador. Era capaz de “comer maní con palitos”, ironizaban sus visitantes orientales, a quienes les dedicaba gestos que sobreviven desde la dinastía Qing, como golpear la mesa con los dedos para dar las gracias.

El imperio suburbano que construyó a fines de los 90 como representante de los supermercadistas chinos en la Argentina fue la fachada pública de una carrera de negocios y política que podría simbolizar el concepto de “casta” que popularizó Javier Milei. El telón empezó a correrse con las revelaciones judiciales sobre su papel en el escándalo de sobreprecios y coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis).

La investigación muestra los contornos de un Aleph delictivo, el punto que contiene de manera simultáneamente todo un universo de corrupción. Calvete es un personaje de película. Un abogado que regenteaba a la vez prostíbulos y negocios de alimentos. Que digitaba licitaciones estatales y amañaba la compra de remedios de la Andis. Manejaba al director designado por Milei, Diego Spagnuolo, como si fuera su candidato de Manchuria personal, a cambio de contención emocional y financiera. Daba órdenes a funcionarios de tercera línea, mientras garabateaba en un cuaderno de espiral las cuentas de almacenero de sus operaciones opacas. Había celebrado el ascenso de su hija Ornella a directora nacional de Desarrollo Regional y Sectorial del Ministerio de Economía. Su yerno, Javier Cardini, llegó a subsecretario de Gestión Productiva.

Incómodos, sobrepasados por las novedades, Milei y su gobierno hacen silencio sobre Calvete y sus socios. ¿Cómo logró infiltrarse en un área tan sensible del Gobierno? ¿Con qué venia ingresó al Ministerio de Economía su hija, a la que le hallaron 700.000 dólares y billetes de otros tres países en un allanamiento de la causa Andis?

Lejos de la autocrítica y sin escandalizarse por el hallazgo judicial, el Presidente se limitó a decir: “Lo que está saliendo ahora no es la totalidad de la verdad de la situación. Siempre están desfigurando las cosas. Hay mucha mala intención”.

Desde que se conocieron los audios de Spagnuolo, en los que el exdirector de Andis sugiere que había un sistema de coimas que llegaba hasta Karina Milei, el Gobierno jugó a la defensiva. La investigación judicial no alcanzó, al menos por ahora, a la hermana presidencial, pero sí aporta evidencias de que habría existido un sistema para extraer fondos del Estado a partir de la provisión de medicamentos en el que participaron funcionarios, empresarios, lobistas y aventureros varios. Es un modelo en escala de todo aquello que los libertarios venían a combatir.

De China a La Matanza

En este caso la continuidad se impuso a la ruptura, como prueba el derrotero de Calvete. Este hombre de 60 años es un anfibio de la política y las empresas desde que se recibió de abogado, en los tempranos 90. A Spagnuolo lo conoció en un acto de campaña de Milei –de quien era amigo y representante legal- en 2023. Pero lejos estaba de ser un militante de las ideas de la libertad. Más bien parecía un apostador a múltiples bandas.

Se definía como peronista tradicional. Actuó como “asesor ad honorem” de Guillermo Moreno cuando este era secretario de Comercio. Se alejó del kirchnerismo después de la crisis del campo, en 2008, y saltó a una banca de concejal en La Matanza por Cambiemos, en 2015.

En sus orígenes simpatizó con el Modin, el partido fundado por el carapintada Aldo Rico. Aquellos vínculos lo enredaron con la causa AMIA. En 1995, en un allanamiento hollywoodense la Justicia detuvo a 11 militares en Campo de Mayo, bajo la sospecha de que les habían vendido explosivos a los terroristas que volaron la mutual judía. Uno de los acusados, el carapintada Jorge Pacífico, había sido filmado en la zona de la tragedia, caminando entre los escombros y las víctimas. En la investigación dijo que en el momento del estallido estaba tomando un café en un bar de Corrientes y Pasteur con Calvete y Enrique Rodríguez Day, que fue apoderado del Modin. Calvete fue testigo en el juicio que se hizo en el 2001 y finalizó con todos absueltos. Las vueltas de la vida: los nombres de Pacífico y Rodríguez Day aparecen, entre muchos otros, en una página de los cuadernos que secuestró como prueba el fiscal Franco Picardi en la causa Andis.

A principios de siglo ya era una figura pública por su rol como representante gremial de los supermercadistas orientales. Él mismo ha dado en público diversas versiones sobre cómo entró en el cerrado mundo de la comunidad china. En algunas participa la embajada; en otros, empresas navieras de ese origen a las que asesoraba como abogado.

Quienes lo conocen sostienen que su papel consistía en “facilitar” la concesión de papeles migratorios y el financiamiento inicial para que ciudadanos de la República Popular China ingresaran al país y tuvieran un negocio listo para arrancar. “Así se fue dando la lenta inserción de los súper chinos en Buenos Aires y el conurbano. Antes eran muchos menos y pertenecían sobre todo a la comunidad taiwanesa”, explica una fuente del sector.

Era un defensor público de sus intereses. Le tocaba negar a menudo la leyenda urbana de las heladeras desenchufadas. Y también aparecía como fuente natural de consulta cuando saltaban a los medios noticias sobre crímenes mafiosos que tenían como víctima a comerciantes asiáticos. “Era bravo”, lo retrata un competidor de esa época. Recuerda sus choques con Hugo Moyano, que ordenó más de un boicot de camioneros contra los súper chinos por cuestiones de seguridad.

Su vínculo de confianza con Guillermo Moreno le dio un lugar de privilegio en los primeros años del kirchnerismo. Trabajaba codo a codo con Miguel Saredi, exdiputado que pasó por todas las familias del PJ y que ahora es funcionario del intendente de La Matanza, Fernando Espinoza.

Red de empresas

En paralelo, construía una red de empresas de diversos rubros. Empezó a incursionar en la venta de medicamentos al Estado y en la construcción. En 2011 participó de la adquisición y llegó a dirigir una cadena de minimercados de cierta fama en aquellos tiempos: Eki.

Ese movimiento lo enfrentó a una parte de la comunidad china, que lo interpretó como una movida para quitarles el negocio de las compras de cercanía en los barrios. La enemistad llegó a situaciones de violencia y, paulatinamente, Calvete dejó de lado toda alusión a China en sus apariciones mediáticas. Fundó una empresa, Invecom, que se presenta como una consultora de consumo, pero tiene una razón social tan amplia que le permitió vender medicamentos al Estado o intermediar en la provisión de prótesis para discapacidad, según la investigación del caso Andis. Fuentes del sector sanitario le atribuyen también una influencia relevante en el PAMI.

Su entrada a Cambiemos en 2015 le permitió compartir reuniones y actos con Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Patricia Bullrich, el diputado Alejando Finocchiaro y otros dirigentes de primera línea. Aun mientras ocupaba una banca en el Concejo Deliberante de La Matanza asistía a las reuniones que convocaba el gobierno de Mauricio Macri con los representantes del supermercadismo, donde eran míticos sus enfrentamientos con Yolanda Durán, su reemplazante en la representación de los chinos.

Estaba todavía en funciones como edil cuando lo condenaron, en 2019, a cuatro años de prisión por el delito de explotación económica del ejercicio de la prostitución ajena. El Tribunal Oral Criminal N° 8 dio por acreditado que entre 2015 y 2016 integró una organización que le asignaba a las víctimas departamentos en Puerto Madero y otros barrios porteños a cambio de un alquiler muy por encima de los valores del mercado y con condiciones contractuales leoninas.

Por esa causa está detenido desde el mes pasado: lo dispuso el tribunal poco después de ocurridos los allanamientos en sus propiedades por el caso Andis.

Condenado y todo, a la espera del proceso de apelación, Calvete seguía asistiendo a reuniones gubernamentales como hombre del supermercadismo. En 2021, durante la gestión de Alberto Fernández, participó de los acuerdos de precios que encarriló Roberto Feletti, secretario de Comercio y con quien tenía trato de la política matancera. Para entonces se presentaba como presidente de la Cámara Pyme de Industrias de la Alimentación.

Su hija Ornella era parte de la Mesa contra el Hambre que convocó el presidente Fernández. Iba como delegada en el país de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Antes había sido asesora en el gobierno macrista y volvería a tener su oportunidad con el triunfo de Milei. Primero fue directora de Análisis de Cadenas de Valor; después, de Desarrollo Regional y Sectorial.

La investigación descubrió indicios de que Calvete –empresario, lobista, dirigente político, condenado por lucrar con la prostitución ajena- le daba órdenes a su hija funcionaria desde fuera del Estado. Con ella se permitía bromear sobre “el 3%” de Karina Milei cuando ya había estallado el escándalo de los audios de Spagnuolo. Hablaban con total naturalidad sobre sus miedos a que la policía los sorprendiera con “mosca” en sus domicilios. Como finalmente ocurrió. }

Calvete decidía a qué droguerías le compraba medicamentos el Gobierno y a qué precio. Lo hacía desde su búnker en San Telmo, una casona de la calle Defensa donde la Justicia halló elementos inquietantes que hacen suponer a los investigadores que el lugar se usaba también para otras actividades non sanctas.

Sospecha el fiscal que el dinero que obtenía en negro lo lavaba comprando horas de vuelo a una empresa de aviación cuyo dueño, Sergio Mastropietro, cobró notoriedad por haber sido quien presentó a José Luis Espert con el acusado de narcotráfico Federico “Fred” Machado.

Desde 2024, Calvete se había convertido en una suerte de asesor de Spagnuolo, que vivía mortificado porque otro grupo de operadores de las droguerías hacía dinero en su territorio de la Andis. El número dos de la agencia, Daniel Garbellini, seguía directivas de Pablo Atchabahian, exfuncionario macrista y peronista. Dos grupos paralelos que pescaban en la misma caja.

El dictamen de Picardi reveló un rompecabezas fétido al que todavía le faltan piezas. Aquellas que expliquen quién avaló el ingreso de Garbellini al Gobierno, cuán alto fluía el dinero y qué controles existieron (o existen) para evitarlo. ¿Pudo desconocer el círculo de poder mileísta -tan orgulloso del grito “no hay plata”- que en sus entrañas operaban con total desfachatez organizaciones montadas para saquear al Estado en el área de asistencia a los discapacitados? Y por qué no preguntarse: ¿cuántos calvetes más deambulan en silencio por la administración pública?

Milei optó por enojarse con la denuncia antes que por revisar lo que las pruebas judiciales sugieren que ocurrió. “Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz”, dijo. Tal vez se inspiró en su admirado Donald Trump, que esta semana dejó una frase para la posteridad cuando le preguntaron, al lado del príncipe saudí Mohammed bin Salman, su opinión sobre el caso de Jamal Khashoggi, el periodista asesinado y descuartizado en 2018 en el consulado de Arabia Saudita en Estambul: “Son cosas que pasan”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/ideas/un-personaje-de-pelicula-que-deja-mudo-al-gobierno-de-milei-nid21112025/

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