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Según especialistas se puede establecer el tiempo que uno tarda en recuperarse de un ambiente tóxico de trabajo

Muchas veces, en la charla de café o en la salida con amigos aparece la expresión: “Estoy perdiendo el alma en ese trabajo”. Esa sensación de desgaste extremo, de vulneración, de toxicidad ...

Según especialistas se puede establecer el tiempo que uno tarda en recuperarse de un ambiente tóxico de trabajo

Muchas veces, en la charla de café o en la salida con amigos aparece la expresión: “Estoy perdiendo el alma en ese trabajo”. Esa sensación de desgaste extremo, de vulneración, de toxicidad ...

Muchas veces, en la charla de café o en la salida con amigos aparece la expresión: “Estoy perdiendo el alma en ese trabajo”. Esa sensación de desgaste extremo, de vulneración, de toxicidad cotidiana que mina el ánimo, las ganas y el cuerpo. Pero ¿qué pasa después? ¿Cuánto tarda una persona en recomponerse cuando el ambiente de trabajo se volvió tóxico?

Una cifra que circula en redes —“22 meses”— convoca una pregunta que pocas investigaciones tienen tan claramente: ¿es ese el tiempo que lleva sanar? Los especialistas y diferentes estudios apoyan esta cifra y explican por qué las personas demoran más de un año en recuperarse.

22 meses para sanar: por qué ese número no es casual

La cifra de los 22 meses empezó a circular hace unos años en entornos de psicología organizacional y coaching ejecutivo como una estimación empírica basada en procesos de recuperación observados en distintos países. Aunque no hay un único estudio que fije ese tiempo exacto, varias investigaciones coinciden en que los efectos de un entorno laboral tóxico pueden extenderse entre 18 y 24 meses, incluso después de dejar el puesto.

Un informe de McKinsey Health Institute (2023) sobre bienestar laboral global mostró que los comportamientos tóxicos dentro de las organizaciones —desde líderes abusivos hasta climas de hostilidad silenciosa— son el principal predictor de agotamiento emocional y de intención de renuncia, más determinante incluso que la carga de trabajo o las horas extras. Es decir: no es tanto cuánto se trabaja, sino cómo se trabaja.

Por su parte, una revisión publicada en la revista Frontiers in Psychology analizó el impacto del acoso, la exclusión y la intimidación laboral sobre la salud mental, y concluyó que la exposición prolongada a este tipo de ambientes genera síntomas comparables al estrés postraumático, con alteraciones en el sueño, ansiedad persistente y dificultad para volver a confiar en un nuevo entorno.

Desde la perspectiva médica, la American Psychological Association (APA) advierte que el daño de un entorno de trabajo tóxico puede sostenerse durante meses o años debido al fenómeno de “hipervigilancia residual”: el cerebro sigue funcionando como si el peligro continuara presente. Recuperar la sensación de seguridad y previsibilidad —claves para el bienestar— puede requerir un proceso prolongado de reeducación emocional y física.

El número de 22 meses, entonces, se vuelve razonable: resume el tiempo promedio que tarda una persona en restablecer rutinas saludables, consolidar una nueva red de apoyo y procesar emocionalmente lo vivido. No se trata de volver al punto de partida, sino de reconstruirse con nuevas defensas.

Por qué lleva tanto tiempo: una herida que se cura despacio

Salir de un ambiente tóxico no equivale a curarse. Al contrario, muchas veces es recién al irse cuando la magnitud del daño se hace visible. Quien vivió bajo un sistema laboral de miedo o desvalorización suele atravesar, primero, una etapa de agotamiento profundo: el cuerpo se detiene, el sueño cambia, la energía cae y aparecen síntomas físicos que habían quedado ocultos bajo la adrenalina del día a día.

Luego llega una fase más silenciosa pero igual de exigente: la desprogramación emocional. Desaprender los reflejos automáticos del estrés —pedir permiso para todo, anticipar castigos, minimizar la propia voz— lleva tiempo. La mente, entrenada para sobrevivir en un ambiente hostil, tarda en confiar. Según un estudio de la Universidad de Estocolmo publicado en Occupational Health Science, los trabajadores que habían sufrido acoso o trato injusto mostraban niveles de cortisol alterados hasta un año después de haber dejado el empleo.

A eso se suma el componente identitario. El trabajo ocupa un lugar central en la autoestima y en la percepción de valía personal. Cuando la experiencia laboral se torna abusiva, no solo se pierde un empleo: se erosiona una parte del yo profesional. Por eso la recuperación no se resuelve con una nueva oportunidad, sino con la reconstrucción del sentido de competencia y pertenencia.

Los psicólogos laborales coinciden en que la terapia, los espacios de contención y la exposición a entornos laborales saludables aceleran el proceso, pero que el promedio de recuperación emocional ronda entre los 18 y 24 meses. “Es el tiempo que necesita el cerebro para desactivar respuestas automáticas de estrés y volver a confiar en los vínculos profesionales”, explica un informe de Harvard Business Review sobre trauma organizacional.

Durante ese período, la persona suele pasar por varias etapas: alivio, negación, enojo, tristeza y finalmente aceptación. En palabras simples, es un duelo, y como todo duelo, tiene su propio ritmo.

El trabajo tóxico no se olvida, pero se supera

Si algo confirman los estudios más recientes es que los efectos de un ambiente tóxico no son una exageración ni una moda del lenguaje corporativo. Según el Work in America Survey de la APA (2023), el 19% de los empleados afirma que su entorno laboral ha afectado negativamente su salud mental, y un 22% dice haber sufrido hostigamiento, humillaciones o gritos en el último año.

Más allá de las estadísticas, los especialistas coinciden en que la recuperación es posible. Pero exige tres condiciones: tiempo, distancia y reparación. Tiempo para procesar lo vivido, distancia para ver las dinámicas con claridad, y reparación para volver a confiar en uno mismo y en los demás.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/segun-especialistas-se-puede-establecer-el-tiempo-que-uno-tarda-en-recuperarse-de-un-ambiente-toxico-nid18112025/

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